¿Qué libros leía San Martín?

La doctora Beatriz Bragoni, doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires e investigadora principal del CONICET, con sede de trabajo en el INCIHUSA y biógrafa de San Martín, estudia los títulos y lecturas que poblaban la “librería” de San Martín. A fines del siglo XVIII, esta biblioteca exhibía una heterogeneidad de autores y disciplinas; manuales de economía política, técnicas de fomento agrícola y títulos de química y física se mezclaban con diccionarios o tratados de cómo hacer la guerra.
No hay dudas de que la formación de José de San Martín fue ecléctica, sobre todo en esa cultura política entre el Antiguo Régimen y la Revolución. Y eso se comprueba ya desde el interés que tuvo en armar su propia biblioteca y que denota que estaba dentro de esa suerte de revolución de la lectura, del siglo XVIII a XIX”, abre el juego Beatriz Bragoni.
Para entender este proceso, Bragoni señala un aspecto clave: el listado de libros -que fueron parte de investigaciones y de minuciosos análisis- solo muestran el interés que despertaron en San Martín. “El hecho de cómo los leyó o cómo se apropió de ese contenido es una cuestión completamente diferente, a la que no tenemos acceso. Porque no toda lectura de una obra marca, necesariamente, el modo en que su lector entiende la política o la sociedad de su época”, plantea la experta, autora de la biografía San Martín. Una biografía política del Libertador (Edhasa, 2019). Hecha la advertencia… ¿qué cuenta esa primera librería personal?

Obsesiones, guerras y viajes

El plan de lecturas del general militar exhibe, cuenta Bragoni, el interés por la Ilustración y una suerte de “obsesión sanmartiniana” por la Revolución Francesa. “Él atribuía a esta Revolución el origen del tiempo moderno. Esto se lo confiesa, una vez que se termina su periplo americano y se retira del teatro de la guerra, a una dama inglesa que conoce en Valparaíso –relata la investigadora del CONICET-. Hablamos de un aspecto clave en la forma de pensar de San Martín. De entender su preocupación y prioridad en términos políticos y aspirar a gobernar la revolución de América, pero evitando sus excesos”.
A ese ecléctico plan de lecturas de la gesta francesa se le suman obras académicas. Diccionarios bilingües, tratados de historia universal y, por supuesto, títulos sobre estrategias y reglamentos militares. “Recordemos que San Martín estaba formado para hacer la guerra. Tiene una instrucción y ejercicio militar, y, además, viene de una familia castrense. Los tres hermanos varones de José fueron militares, e incluso su padre habia sido militar raso, con una carrera algo deslucida”, comenta Bragoni.
Otra temática que ocupa un renglón importante en su biblioteca era el de la literatura de viajes, género consagrado en aquella época. Ahí se encuentran textos del naturalista Alexander von Humboldt y relatos de travesías a Grecia, Turquía, Rusia, China y Canadá, entre otras latitudes. “El género que seguramente leyó y que le permitió conocer o interiorizarse de los pueblos costumbres y geografías del mundo luego lo tuvo de protagonista. San Martín mismo se convierte, con su periplo, en un personaje de literatura de viaje. Une su plan de lecturas a su devenir político, militar y revolucionario”, apunta la doctora en Historia.

Una piedra fundacional en Lima

Toda esa primera librería se convertiría, luego, en uno de los pilares de la Biblioteca Nacional de Lima, institución que San Martín funda y a la que dona su colección de libros. La biblioteca fue inaugurada el 17 de septiembre de 1822 con muchos de sus volúmenes provenientes del acervo personal del Libertador. Luego se le sumarían también libros comprados con fondos coloniales.
Aunque hubo, eso sí, hechos particulares que impidieron recomponer la colección completa de libros donados por el general. “Por un lado, tenemos los sucesivos despojos que sufrieron los fondos de la biblioteca de Lima en el siglo XIX, a raíz de las guerras y la inestabilidad política. Por el otro, el incendio que sufrió la institución en 1943 -repasa la investigadora del CONICET-. Hace pocos años se llevó a cabo un proceso de restitución llevado adelante por el gobierno chileno, con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la independencia peruana”.
Con el tiempo, luego de abandonar tierras americanas y volver a asentarse en Europa, arrancaría una nueva colección de libros. Allí, la Revolución Francesa vuelve a hacerse presente, como explica Bragoni.
“Esta librería sería más pequeña que la primera, un fondo bibliográfico más reducido, y la forma mientras está en Francia, de hecho. Algunos ejemplares fueron donados por sus descendientes a personas que San Martín quería mucho. Otra parte es donada por su yerno, Mariano Balcarce, a la biblioteca pública de Buenos Aires, en 1856”.

Un pueblo instruido y educado

El interés por el conocimiento no se limitaba al ámbito personal. San Martín tenía la firme convicción de que la formación y la educación eran claves para la sociedad. “Es una cuestión casi diríamos constitutiva de su vida pública. Ya cuando hacía servicios para la Corona española empieza a introducirse en las logias, sociedades secretas. Estas lo empiezan a acercar y a familiarizar con un ambiente lleno de lecturas y discusiones políticas, tanto de Europa como de Sudamérica”, explica Bragoni.
El itinerario posterior incluyó romper el pacto que tenía con el Rey, tomar partido por la independencia, que jura en Londres, e intentar llegar a Lima, el corazón de la contrarrevolución.
“San Martín está convencido de apostar por la educación y el mejoramiento de las costumbres. Hay un tema, si se quiere, político y moral. La convicción de que los pueblos americanos necesitan ser formados para edificar gobiernos consistentes en el tiempo”, señala la experta.
Así, la educación, en la mente del futuro Libertador, era una herramienta clave para la transformación de una sociedad que estaba sumergida en el despotismo y el oprobio de parte de los españoles después de tres siglos de sometimiento colonial. “Se necesitaba la formación de un ciudadano virtuoso como eslabón o pieza medular de un gobierno representativo americano. Ya sea en el formato monárquico constitucional, que era la opción de San Martín, o una república representativa”.
A lo largo de su vida política, el Libertador ejercería dos veces la función pública. Una de ellas es como gobernador intendente de Cuyo, en Mendoza. En ese período, insiste en fundar una biblioteca pública que se terminará haciendo cuando él ya no esté.
También estimuló la creación del Colegio de la Santísima Trinidad, planeado mientras está al frente de la administración de la provincia e inaugurado por su continuador, el general Toribio de Luzuriaga, en noviembre de 1817. Según reza en su sitio el Instituto Nacional Sanmartiniano, el Colegio “a la fecha de su apertura contaba con cien alumnos internos y 60 externos; los últimos gratuitamente inscriptos”. San Martín, agrega el portal, “tiene la certeza de que se malograría la obra de la revolución, si no entran en la enseñanza principios pedagógicos y métodos que rimen acordes con el pensamiento de Mayo”.

La formación de «Merceditas»

Cuenta Bragoni que una prueba de que la educación para San Martín era tan importante es que dedica a la formación de su hija, Mercedes Tomasa o “Merceditas”, gran parte de sus ahorros.
“A Merceditas la puso en una escuela para que tuviera la educación que correspondía a las chicas de su clase. Primero en un colegio en Londres, después se radican en Bruselas, donde continua sus estudios. Merceditas tiene una formación en diferentes idiomas y con una instrucción tan sólida que la convierte en una candidata propicia para casarse con Mariano Balcarce”, repasa la doctora en Historia.
Por otra parte, y según cuenta Bragoni en su trabajo “El plan de lecturas de San Martín: reflexiones sobre los libros donados a la Biblioteca Nacional de Lima” (Revista Cuyo, Universidad Nacional de Cuyo), el plan de lecturas del general “exhiben un lector curioso y atento a las novedades del siglo, pero de ningún modo ajeno al mundo de textos clásicos distintivos de la cultura occidental”.
Escritos en latín, castellano, francés o portugués, editados en su mayoría en Londres o París (en menor medida en Madrid), y datados entre fines del siglo XVI y 1820, el corpus bibliográfico exhibe el interés por la historia, filosofía y derecho clásicos. Cuenta con ejemplares relativos a técnicas de fomento agrícola, minero, maquinarias, molinos hidráulicos; tratados de física, química, matemática e ingeniería; biografías, memorias, diccionarios diversos, “entre otro conjunto de libros antiguos y raros, como lo atestigua uno sobre ‘quiromancia’, publicado en Venecia en 1499, y recientemente expuesto con su firma en la Biblioteca de Lima”, según se detalla en el trabajo. (Fuente: Agencia CtyS-UNLaM)

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