Descubren más de 300 cañones submarinos ocultos bajo el hielo de la Antártida


Un hallazgo científico sin precedentes reveló la existencia de más de 300 cañones submarinos bajo el hielo de la Antártida. El estudio, publicado en Marine Geology, advierte que este sistema podría modificar las proyecciones sobre algunos puntos relacionados con el cambio climático, como la circulación oceánica y la suba del nivel del mar.
De esta forma, el relevamiento, detallado por la Universidad de Barcelona y el University College Cork, reconfigura la comprensión de los procesos polares.

Los cañones

El nuevo atlas marino identificó 332 cañones submarinos, cinco veces más de lo que se conocía hasta ahora. El trabajo fue posible gracias a 40 expediciones internacionales que recopilaron datos batimétricos de alta resolución.
Algunos de estos cañones alcanzan profundidades de hasta 4000 metros y funcionan como verdaderas autopistas submarinas que transportan sedimentos, nutrientes y masas de agua.
Según el doctor David Amblàs, de la Universidad de Barcelona, se trata de “la primera visión coherente de estos sistemas en todo el margen antártico”, con una relación directa entre los cañones y la dinámica del hielo en el pasado y en la actualidad.
El estudio diferencia morfología de los cañones en las dos grandes regiones del continente; en la Antártida Oriental, cañones extensos, ramificados y con múltiples canales tributarios, lo que refleja una historia geológica más estable marcada por capas de hielo persistentes; y en la Antártida Occidental, cañones cortos, rectos y empinados, asociados a una actividad glacial más dinámica y vulnerable al deshielo.
Para el doctor Alan Condron, de la Institución Oceanográfica Woods Hole, estas diferencias permiten “reconstruir la historia del flujo de hielo” y afinar los modelos de predicción climática.

Posibles implicancias en el cambio climático

Los cañones submarinos cumplen un rol crucial en la circulación oceánica global. Actúan como canales que transportan agua fría y salada desde la plataforma continental hacia el océano profundo. Esto impulsa la circulación termohalina, un proceso que regula temperaturas y distribuye nutrientes en el planeta.
El flujo también ocurre en sentido inverso: masas de agua cálida ascienden por los cañones, alcanzando las plataformas de hielo y acelerando su derretimiento desde abajo. Este mecanismo es clave para comprender la inestabilidad de la Antártida Occidental.
Según Condron, “no es un proceso menor, sino central para entender cómo el calor llega al hielo y cómo el agua dulce derretida retorna al océano”.
El estudio demuestra que los modelos previos simplificaban en exceso la topografía submarina de la Antártida. Con los nuevos datos, será posible mejorar las proyecciones de pérdida de hielo y calcular con mayor precisión el impacto de la región en la subida del nivel del mar.

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