CRIMEN DE FERNANDO BÁEZ SOSA

Festejos, gritos e insultos tras la condena de los rugbiers en Dolores

La confitería “La Ley” queda en la intersección de las calles Rico y Belgrano, en diagonal al Palacio de los Tribunales de Dolores. El lugar, que durante las primeras semanas del juicio funcionó como centro de reunión de los abogados de la familia Báez Sosa, este lunes 6 de febrero fue el punto de encuentro de cerca de un centenar de personas para escuchar el veredicto de los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal N°1. De pie o sentados en las mesas, los allí presentes festejaron con aplausos y al grito de “Justicia” la condena a prisión perpetua de Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi por haber sido considerados coautores del crimen de Fernando Báez Sosa.

Segundos después, mientras se anunciaba que Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi irían 15 años a la cárcel por ser considerados partícipes secundarios, el desmayo de Thomsen despertó la indignación de varios. “¡Ay, pidió un médico! Pobrecito”, clamó, con ironía, una mujer. “Sigue la farsa”, gritó otra. “Sufrí. Mentiroso”, decía un hombre sin quitar los ojos de la pantalla. En medio del barullo, algunos pedían silencio (“Shhhhh”) para seguir escuchando la lectura del veredicto, a cargo de Federico Omar Marasco, secretario del TOC N°1.

Adentro de la sala de audiencias, a pesar de lo concurrida que estaba, el silencio era absoluto. Los padres y madres de los ocho sentenciados -a excepción de Marcial Thomsen, el padre de Máximo, quien no estuvo presente- hacían un esfuerzo para mantener la calma. Pero como una olla a presión, el primer estallido se dio cuando los rugbiers ingresaron a la sala y una periodista levantó el celular para registrar el momento.

Automáticamente, Marcos Pertossi, el padre de Lucas, la increpó: “No se puede sacar fotos”. La mujer intentó disculparse. “No sabía”, se excusó. Pertossi se indignó: “Sí sabías. Todos sabían”.

A pocos metros, dos amigos de Fernando Báez Sosa, Tomás D’Alessandro y Juan Manuel Pereyra Rozas, observaban la secuencia. A diferencia de Tomás, que tuvo asistencia casi perfecta durante todo el debate oral, Juan Manuel solo estuvo presente en el Tribunal durante la tercera jornada, cuando se presentó a declarar como testigo. Ambos jóvenes estuvieron la noche del crimen y fueron golpeados por los rugbiers.

Eran las 13.16 cuando los jueces del tribunal, María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari, ingresaron a la sala. Un minuto después comenzó la lectura de la sentencia. Los diez minutos posteriores condensaron el pedido de justicia de los últimos tres años y 17 días. Cinco de los rugbiers recibieron perpetua por el delito de homicidio doblemente agravado por su comisión por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas; los otros tres fueron condenados a 15 años de cárcel como partícipes secundarios del mismo delito.

Según consta en el fallo, “quedó claro mediante pruebas directas y contundentes -testimonios, videos y hallazgos periciales- que Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi pusieron mano sobre Fernando Báez Sosa, o bien realizaron una conducta indispensable, una vez que la víctima se encontró rendido y en estado de absoluta indefensión”.

Mientras eso sucedía, detallaron los jueces, “Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi tomaron parte en el hecho, pero sus aportes no resultaron esenciales para que la conducta de los coautores pudiera consumarse. Participaron en la ejecución del acto, pero realizando una acción criminal que si hipotéticamente se suprimiera el resultado homicidio igual se habría producido”.

Al escuchar las condenas, los familiares de los sentenciados se quebraron. La madre de Enzo Comelli, María Alejandra Guillén, se ahogó en un llanto mientras su marido, Marcelo Comelli, le tendía el brazo por la espalda. Héctor Benicelli, padre de Matías Benicelli, se aferraba al respaldo del banco de madera con la vista clavada en el piso.

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