Megaminería: contaminación, promesas incumplidas y la carga ambiental para las comunidades

La minería a gran escala no puede realizarse sin la utilización de químicos peligrosos como el cianuro, fundamental en el proceso de separación de metales. Este método permite extraer minerales de bajo tenor, pero también acarrea graves riesgos ambientales. Marina Richeri, bióloga y activista en la Asamblea en Defensa del Territorio, señaló a El Diario Web que, si bien existen diferentes técnicas de extracción, “en el país se agotaron los recursos en vetas” y “hoy se recurre a métodos agresivos, como el ‘open pit’”, de tal forma advirtió sobre la destrucción ambiental que estos provocan.

El uso de químicos en estos procesos genera residuos contaminantes que se depositan en los llamados “diques de cola”, los cuales, según Richeri, suponen “verdaderas bombas de tiempo”. Estos diques no solo contaminan el suelo y el agua, sino que dejan un pasivo ambiental duradero. “No son solo problemas de hoy; serán una carga para las generaciones futuras”, advirtió la bióloga.

Además, declaró que los costos de remediación de los pasivos ambientales suelen ser omitidos en los análisis. “Las empresas terminan externalizando estos gastos a las comunidades locales”, señala Richeri. Esto significa que, aunque las ganancias de la extracción quedan en manos de empresas privadas, las consecuencias ambientales y sociales quedan en los habitantes de la región.

En tanto, la minería a gran escala transforma profundamente la vida social de las comunidades afectadas. Richeri comentó que la llegada de empresas mineras aumenta el costo de vida en los pueblos cercanos. “Los habitantes que no consiguen trabajo en la minería deben irse, y los que se quedan, ven cómo su forma de vida cambia radicalmente”.

“Este fenómeno también se observa en regiones petroleras, como Comodoro Rivadavia, donde la promesa de riqueza nunca se materializó en mejoras para toda la población sino solo para algunos y aquellas promesas de ciudades de primer nivel no se vieron materializadas”, declaró para comparar y alertar sobre las falsas promesas que suelen escucharse.

Richeri resalta la importancia de difundir información científica para que las personas puedan decidir sobre sus territorios. “Es necesario poner la mirada en la ciencia. Solo así podemos entender realmente lo que significa un proyecto de megaminería para el futuro”, comentó. Explicó que muchos ciudadanos aceptan estos proyectos sin conocer el impacto real de los mismos.

Por otro lado, informó que la minería tiene un impacto significativo en el consumo de agua dulce y más si se trata de proyectos a gran escala. Según los datos, estas operaciones utilizan millones de litros de agua diariamente, un recurso esencial que proviene de fuentes subterráneas o superficiales, afectando la disponibilidad para el consumo humano y la agricultura local. La extracción intensiva y la acumulación de químicos en diques de cola también ponen en riesgo la calidad del agua, incrementando el pasivo ambiental y afectando a futuras generaciones.

La bióloga también cuestionó las promesas económicas de estos proyectos. “Nos vendieron la idea de que traerían desarrollo y empleo, pero lo que vemos es contaminación y comunidades afectadas”, subrayó.

Para profundizar el análisis sobre el impacto ambiental de la minería, sostuvo: “Es importante destacar que el uso de cianuro no es el único factor contaminante en estas actividades. Aun en operaciones que reducen o eliminan el cianuro, el uso de otros químicos tóxicos representa un riesgo significativo para los ecosistemas y la salud humana. Entre estos, el plomo y el zinc son altamente problemáticos. El plomo, por ejemplo, puede dañar el sistema nervioso y causar efectos reproductivos severos, mientras que ciertos compuestos de zinc han sido clasificados como cancerígenos. Estos productos tóxicos, utilizados en diversos procesos de extracción, también suelen contaminar tanto los suelos como las fuentes de agua subterránea, afectando de manera directa a las comunidades locales y a la fauna silvestre que depende de estos recursos​”.

Para cerrar Richeri dijo: “Además, en la minería a cielo abierto, el proceso de lixiviación —usado para separar el mineral del suelo y las rocas— emplea grandes volúmenes de agua, que se mezclan con sustancias peligrosas, volviéndose irrecuperables para otros usos. Este proceso también genera emisiones de gases tóxicos y polvo en suspensión, que pueden afectar el sistema respiratorio de las personas cercanas a las zonas mineras y contaminar el agua de ríos y lagos, lo cual tiene consecuencias devastadoras para la flora y fauna de estos ecosistemas”.

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