HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Mi viejo tío marinero jamás supo usar nueve pulloveres

A ver, si a usted le preguntan cuántos planetas tiene el sistema solar, ¿qué responde? Rápido, rápido, no se me haga el vivo buscando una enciclopedia, que así no se vale. Nueve, en la escuela nos dijeron que eran nueve, y la Señorita Claudia no mentía, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Tampoco mentía la entrañanle Billiken cuando nos enseño esa clave mnemotécnica para recordar el orden de los planetas, Mi Viejo Tío Marinero Jamás Supo Usar Nueve Pulloveres.
Y así también fue cuando en todas las películas de astronautas alguno se perdía y encaraba para el lado de los tomates y había que ir a rescatarlo de Marte, por ejemplo. Así que no me vengan ahora que un científico loco, perdido en un telescopio en el desierto de California, descubrió un décimo planeta. Si es un planeta o no, lo vienen discutiendo desde marzo del año pasado, que es un asteroide te digo, no que es un planeta, só bobo, que no, que es un cacho de piedra, no, no, no, es un planeta hecho y derecho, derecho las cornetas, que es esférico, y demás improperios que seguramente se oyen en toda reunión de científicos locos que se precie. ¿O no?
La cosa es que este nuevo planeta está más lejos que Plutón, a 900 veces la distancia de la Tierra al Sol y parece que por esos lados no está para corpiño calado, la temperatura promedio es de 270° bajo cero.
Se pelean por si es planeta o no, pero eso sí, ya le pusieron nombre. Sedna dicen que le dicen; seguramente era mucho más fácil Bobby, pero a esta gente le encanta todo lo que huela a dioses antiguos, y Sedna es la diosa del mar en la cultura Inuit de los esquimales, tribu que vivía cerca del mar que está al norte de Canadá y Groenlandia. Cierta lógica tiene, porque bañarse en ese mar, cerca de Groenlandia, debe ser muy bueno para el estado circulatorio. Lo que nadie se puso a pensar es que a la pobre Sedna, la diosa en cuestión, la obligaron a casarse con un perro, tiene hijos medio perros, después la rapta un petrel, y la rescata su padre, que parece que era un tipo de la mar de amable, porque ya se había cargado al esposo perro. Se van en un bote, pero el petrel, avispado, los persigue. Entonces el padre, en uno de esos ataques incomprensibles de las historias mitológicas, decide tirar a su hija por la borda, decisión que no es muy compartida por Sedna, que se agarra hasta con los dientes del bote. El padre saca un cuchillo y (acá los menores de edad deberían taparse los ojos) le corta los dedos, ¡auch! Pero no se preocupen, recuerden que todo es una película, digo, una historia, porque los deditos, en vez de caer en el bote se transforman en focas y ballenas. Y la propia Sedna se convirtió en la soberana de los animales marinos nacidos de sus dedos. ¿Vio que todo tenía un final feliz? Hasta el padre asesino de perros e hijas termina teniendo un papel secundario cuando también cae al mar y reina al lado de su hija.
Bueno, ahora, fuera que la temperatura del agua del mar de Groenlandia y la de este nuevo planeta son parecidas, ¿qué hizo ese pobre planeta para que le endilguen un esposo perro, una prole mutante y un petrel hambriento?
Y ya que estamos en el tema astronómico y para que de vez en cuando salgamos de nuestra burbuja egocéntrica, les quería regalar la imagen que acompaña a esta columna. Vaya despacito y de arriba a abajo. En la primera foto es fácil ubicarnos, en esa pelota importante, la primera, nuestra Tierra, que está al lado de Marte, Venus, Mercurio y Plutón (no, Sedna no vino a la sesión de fotos) Es fácil hacerse el vivo con los más chiquitos, ¿no?.
Bueno, bajemos a la imagen de inferior, Ya como que es más complicado hacerse el atorrante, en la comparación con los otros cuatro grandotes salimos perdiendo mal y ya se nos está cayendo un poco la autoestima.
Pero cuando miramos la tercera imagen, a lado del Sol ya la cosa se pone cruel. Vamos, diga sino se siente un piringundín minúsculo. Y usted que se quejaba que el comedor era chico y andaba con ganas de ampliar el lavadero….

Por Javier Arias
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