LA RESPUESTA A LA PREGUNTA QUE NADIE SE HACE: ¿PARA QUÉ QUIEREN SABER TU UBICACIÓN TODO EL TIEMPO?

Dime dónde estás parado y te diré quién eres

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Especial para El Diario por A.L.

Cuando se puede identificar a una persona desconociendo ‘el quién’, utilizando simplemente ‘el dónde’ o ‘el cuándo’, se pueden obtener tantos ‘para’ como puedas imaginar. Mientras se bombardea a las personas con frases de “la nueva normalidad” en una sociedad sometida a la cuarentena, aparece el peligro de no saber cómo funcionaremos cuando se nos quiten los grilletes que nos mantienen dentro de casa. Y si todo se desborda, apuntar con un dedo a alguien no alcanza… porque se tendría que apuntar en todas las direcciones.

Actualizando las bases de datos

Con el nombre y apellido de alguien se puede obtener mucha información, y si se los cruza con datos como email, CUIT o DNI, ésta se amplía exponencialmente. Cuanto más recientes sean estos datos individuales, mayor será la cantidad de información resultante, y es por ese motivo que no debería sorprenderte que se utilice el término “declaración jurada” hasta para pedir empanadas. Entonces se llamará ‘clave primaria’ al DNI, ya que con ese dato, único en cada persona, se podrá obtener toda la información recolectada.

Cuando un humano te tapa el bosque

El problema principal de este tipo de sistemas es que para realizar una búsqueda es necesario primero individualizar a alguien, para luego obtener esta ‘clave primaria’ y, con ella, el resto de la información. Frente a la necesidad de identificar a un grupo de personas que se encuentre realizando una actividad indeseada, no es útil ir uno por uno solicitando su DNI para jugar al detective. Entonces propongo hacer una pausa y que te preguntes “¿Qué es lo único que se sabe de esas personas?”. Bien, la respuesta es: “El lugar donde se encuentran”.

La búsqueda inversa

Con una herramienta mundialmente utilizada como es el GPS, que se encuentra implementada en el celular de gama más baja que encuentres, y con un mapa cartografiado milimétricamente, sería todo un desperdicio no obtener esa información y agregarla a “la base de datos”. Para poder lograrlo sería necesario que las personas comiencen a compartir su ubicación, ya sea sin querer u obligatoriamente, con dicha base de datos, para alimentarla. Y es por eso que aparecen cada vez más aplicaciones que te solicitan habilitar la geolocalización.

Dime quién es el más bello del gobierno

En estas condiciones sería posible una búsqueda del tipo “Espejito espejito, dime quiénes se encuentran parados frente a la Casa de Gobierno haciendo ese molesto ruido”, y se obtendría una respuesta similar a “Son Pepe, Juan y Monchito los que tanto lo molestan, mi amo”. Construir la base de datos es relativamente fácil. También una app. Pero para poder acceder a esa información, se debe ser su dueño. A estos tipejos no les sirve que Google sea quien posee estos datos: eso los obliga a pagar y solicitar permisos por cada consulta, volviendo al dilema inicial de tener que “apuntar”. Léase: seguir siendo un cuatro de copas.

Avanzando hacia computadoras hipócritas e hipnóticas

El valor de obtener esta información sería de $0.69 (pesos argentinos) por habitante involucrado. Cifra similar se pagó por “La Plataforma” en Chubut, aunque no incluyó la app de la que se habla en los “términos y condiciones”, pero que no se encuentra en ningún lugar, a pesar de que se diga lo contrario. No podemos bajar el puño, ya que nuevas “plataformas” siguen y seguirán apareciendo con la excusa de comprar empanadas o helado. Solo basta con mirar los permisos que te solicitan para identificarlas.

Usted depende de nuestra protección

La información está “segura” en cierta manera, ya que la mayoría de estas plataformas entregan información y devuelven poco o nada. Siempre y cuando los servicios web y los servidores que utilicen sean seguros. Un punto a favor es que la mayoría utiliza tecnologías de Google como “Firebase” para transportar y almacenar. En la contra se encuentra que la información estaría almacenada en “la nube”, alimentando indirectamente al mismísimo nuevo orden mundial, donde la información es poder.

El diablo está en los detalles

Es importante saber qué permisos estás aceptando antes de instalar una app y, ante la duda, buscar en internet qué significa ese permiso. Redes sociales como Facebook ya tienen acceso a la información con tus selfies o fotos publicadas, pero la diferencia radica en que ellos no pueden prohibir que compres pan en la esquina, que vayas a trabajar, o que te pongas a gritar “PAGÁ EL SUELDO DE MARZO, ABRIL Y MAYO, ARCIONI”.

– Informe anterior: «Una App para dominarnos a todos«

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