La última cena con Godoy

roanaHoy los ex jefes de la Armada, Jorge Godoy y Benito Rotolo, serán juzgados por incumplimiento de los deberes de funcionario público. No se trató de cualquier imputación, sino de haber bancado una operación sistemática de espionaje ilegal a civiles, profesionales y referentes sociales de Chubut desde la sombría estructura paralela armada en la base Aeronaval de Trelew.
Una actividad que no sucedió hace tanto, sino en la última década, mostrando el enquiste militarista. La causa se inició en 2006 y se comprobó que desde la base militar en Trelew efectivamente se realizaron tareas de espionaje sobre dirigentes políticos, sindicales, sociales y periodistas y se confeccionaban fichas al respecto. Por el caso ya recibieron penas leves integrantes de la fuerza de los escalafones más bajos. Entre los catorce procesados se destacan los almirantes Eduardo Avilés, ex comandante de Operaciones Navales; Pablo Rossi, ex director de Inteligencia Naval; y Luis De Vincenti. También los capitanes Jorge Janiot, Gustavo Ottogalli, Carlos Vázquez, Carlos Ruda, Félix Medici, Eduardo Merlo, Cristian Vidal y Gustavo Monzani, así como los suboficiales Alfredo Andrade, Vicente Rossi y Daniel Guantay.
Ahora se realizará el juicio contra los que conducían la Armada cuando se realizaban las tareas de seguimiento y recopilación de información ilegal, el ex jefe de la Armada, Jorge Godoy, y el subjefe Benito Rótolo.

El rol del periodismo

Este proceso contra los representantes de la Armada surge concretamente por las denuncias del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en 2006, por las “prácticas ilegítimas” realizadas por el Servicio de Inteligencia Naval desde la base Almirante Zar, Trelew. Pero para ello hubo un gran aporte informativo del periodismo en general y de El Diario en particular. El motivo, sencillo: uno de nuestros directores -ahora fallecido-, Pablo Dratman, fue uno de los espiados activamente.

Por Marisa Rauta

En honor a la verdad, fue a partir de esa sentida pérdida, que algunas causas periodísticas abiertas, como esta, derivarían en una cuestión casi personal para quien escribe, y hasta implicarían una extraña anécdota que vale la pena hacer pública con nuestros lectores, por el sentido de la oportunidad.

La agenda

Tal lo anunciado, el juicio comenzará hoy en Comodoro Py, a las 10, ante el juez federal Sebastián Casanello. Se estima que el proceso requerirá al menos cinco audiencias. La acusación la llevarán adelante el fiscal federal Fernando Gélvez y el Centro de Estudios Legales y Sociales, como querellante, con la participación además del abogado chubutense, Pablo Hualpa.

Las acusaciones

Al confirmar los procesamientos de ambos ex jefes navales dictados por el juez federal Daniel Rafecas la Sala II de la Cámara Federal sostuvo que eran quienes “controlaban el aparato de inteligencia de la Armada” e “impartieron las directivas que pusieron en marcha las actividades delictivas”.
Hay que considerar que este juicio es uno de los cuatro que aborda casos de espionaje ilegal. La justicia investiga presuntas actividades de inteligencia ilegal en Gendarmería, Policía Federal y el Ejército.
Uno de ellos es el denominado Proyecto X que plantea las tareas de investigación que realizaría Gendarmería que derivaron en causas judiciales contra trabajadores de Kraft, en 2009 y 2010. El juez federal Sebastián Casanello indagó a los gendarmes que realizaban el trabajo de campo, pero dictó la falta de mérito. Sin embargo, en esta misma resolución encargó una serie de medidas que apuntan a la dirección de la fuerza. La decisión fue apelada.
Otro caso que surgió en las fuerzas que dependen del Ministerio de Seguridad es el del espía de la Policía Federal Américo Balbuena, infiltrado por más diez años en la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh hasta ser descubierto en abril de 2013. El caso se encuentra demorado a la espera de pericias técnicas sobre material incautado a la Policía Federal.

El `trabajo´ local

El servicio de inteligencia de la Base Almirante Zar contaba con un prolijo instructivo que establecía la metodología para el espionaje ilegal y las misiones y funciones de sus integrantes. Un documento por ejemplo, revela una obsesión de los miembros de la fuerza: el 22 de agosto, día del aniversario de la masacre de 1972.
El memorando contiene el apellido y rango de cada uno de los cinco espías: Andrade, Rossi, Guantay, Alegre y González. En el organigrama de la oficina figuran también las personas o instituciones que debían ser investigadas: del ámbito político, económico, gremial, y social. También se hablaba de la conveniencia de infiltrarse en la comunidad «siempre y cuando el servicio lo permita». En ese ámbito, referentes como Mario Das Neves, Carlos Maestro, Norberto Yauhar, César y Gustavo Mac Karthy, abogados como Eduardo Hualpa, el propio juez Jorge Pfleger, estudiantes, docentes, sindicalistas y todos los medios de comunicación de la provincia fueron objeto de `fichado´ (Ver edición digital detalle de espiados en la sentencia completa del Poder Judicial de la Nación)

Una anécdota inapetente

Este juicio ahora se desarrolla en un momento clave del país. Precisamente cuando está en discusión el rol incluso de la Secretaría de Inteligencia como organismo a cargo de las tareas de “inteligencia”, y el ejercicio de las mismas en el marco de las políticas de los Derechos Humanos, en particular “a la Intimidad”. Y Jorge Godoy, ex jefe de la Armada Argentina, será uno de los que se siente en ese banquillo de los acusados.
El mundo de lo posible sin embargo es tan pero tan chico, que el año pasado el destino me juntó fecha, hora y eventos tremendos. Transitando la primera semana de junio de 2014, viaje a Buenos Aires para concurrir en representación de El Diario de Madryn y como miembro de AFERA (Asociación Federal de Editores de la República Argentina), el acto al que convocaba la Presidenta de la Nación, Cristina Fernandez de Kirchner . Un día de anuncios importantes para la democratización de la comunicación y desmonopolización del periodismo argentino.
El marco hizo que nos encontráramos con varios colegas y compartiéramos ágapes. Una de esas invitaciones oficiada por un colega y su esposa, y donde fui expresamente participada a concurrir con mi hija, sin embargo tuvo un `comensal´ sorpresa que se sentó decididamente en mi mesa y no solamente para digerir. Cabizbajo, cubierto por las sombras de un restaurante tradicional de San Telmo y vistiendo clásicas ropas grises y azules de militar civilizado, el ex jefe de la Armada Argentina, Jorge Godoy me intentó adoctrinar bocado tras bocado sobre la falta de pruebas en su contra y la inconsistencia de la causa de espionaje ilegal en Trelew. Enumero con precisión notas y páginas, fama que me precedía sobre el tema profusamente tratado por El Diario, y argumentó enérgicamente sobre su inicial `fidelidad´ al kirchnerismo de Néstor, los reverentes saludos que alguna vez había recibido de Cristina, y sus considerandos sobre el modo de conducir las fuerzas armadas en democracia. Un discurso largo y aggiornado de acuerdo a las expresiones de mi rostro.
No pude evitar entre tanto despliegue de inocencia presunta emitir una pregunta al corazón: “Perdón, pero ¿vos dónde estabas en marzo del ´76?”. Y la respuesta fue tajante de soberbia y relame: “Estaba en un destructor a la altura del puerto de Punta Alta y fui anoticiado de una misión secreta: debía tomar Puerto Madryn. Me dirigí al Golfo Nuevo, desembarcamos en el Muelle Luis Piedra Buena y nos dirigimos a tomar la Municipalidad. Por supuesto el intendente (Manuel del Villar) había sido advertido y huyó. Luego fuimos a intervenir Aluar”, estampó en un relato obsceno para con mi vecindad.
Fue una velada tremendamente incómoda, casi irreal, con deseos de que la cara de mi hija se desdibujara de su mente, se podría decir con sensación de emboscada, de que en algunas esferas se considera aún que la impunidad y la metodología del apriete puede ser la constante con todos y para todos.
Podría haberme eyectado del lugar, podría haber evitado ese diálogo innecesario, ese espadeo verbal violento de omisiones y posiciones inalcanzables, pero era un día especial: el 7 de junio de 2014, el Día del Periodista y nada menos que el día del primer cumpleaños en ausencia de mi querido amigo Pablo Dratman, ese `politicólogo que firmaba con seudónimo, judío, marxista y peligroso y brillante manipulador de la palabra´, tal como figuró alguna vez palabras más menos en las fichas que le habían labrado los `chicos´ de Godoy.
Por eso, en honor a los que no están y a los que todos los días seguimos creyendo en lo que hacemos, me tragué las lágrimas junto con el pollo a la mostaza y le refuté cara a cara todo lo que pude al marino que hoy será oficialmente juzgado, en esa, mi primer y última cena con Godoy. Apenas una anécdota…

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