POLÍTICA

Armando zafarrancho

Por Karina Cecuk

En nuestra lengua existen vocablos cuyo uso coloquial no necesariamente se condice con su significado. Ese es el caso de Zafarrancho, una palabra que he escuchado desde niña, y en realidad me gustaba como sonaba en la voz de mi abuela. ¿Qué es este zafarrancho? decía en clara alusión al despelote que habíamos armado mi hermano y yo. Sin embargo, la definición del vocablo es otra, y si lo analizamos refiere más bien a orden que a desorden, aunque en situaciones de emergencia.

Lo cierto es que la palabra vino a mí tras escuchar el debate de los candidatos a gobernador de Chubut que se realizó en la ciudad de Trelew. Un tanto más atractivo que el debate oficial, pero no necesariamente brillante.

Ocurre que por momentos cuando algún candidato buscaba provocar a otro, el ida y vuelta sonaba a desorden, pero luego todo volvía a su cauce y cada quien intentó -con poco éxito-, exponer sus propuestas.

Puesta a analizar lo que decían y cómo lo decían, pensé en esa palabra, zafarrancho, y a medida que pasaba cada exposición y cruce entre los candidatos empecé a pensar más en ella pero desde la perspectiva del cuadro de zafarrancho que hay en los barcos. Porque a quien le toque gobernar la provincia no lo hará en condiciones normales, ya que deberá enfrentar al menos un par de casos de emergencia.

Está claro que el diagnóstico acerca de los problemas que tiene Chubut, lo tenemos todos.

La Educación encabeza la lista de los temas de interés público, porque ya contamos en años el tiempo de conflicto en el sector. Y ya no se trata de los paros, la pandemia o la infraestructura escolar, porque todo eso son síntomas.

La enfermedad es el verdadero problema, estudiantes que no logran niveles de aprendizaje satisfactorios, cuyo rendimiento es cada vez más difícil de analizar por la falta de continuidad, y la desazón se apodera de quienes están en el nivel medio porque son conscientes de su escaso desempeño académico.

Por estas horas, si uno sale a la calle y pregunta al azar a un ciudadano de Chubut cual es su mayor preocupación, la respuesta es la Educación.

Ciertamente el escenario socioeconómico domina el debate público, pero el electorado sabe que ese tópico no está en manos del gobernador, sino de políticas macro a nivel nacional.

Claro está que quien gobierne Chubut en el próximo período deberá generar políticas públicas que contribuyan a diversificar la matriz productiva, generar empleo y velar por la seguridad, pero sin lugar a dudas, cualquier candidato ya sabe a estas alturas que el eje central de abordaje será la Educación.

Los problemas que acontecen en Chubut no se resuelven con 180 días de clases, ni con más infraestructura edilicia, ni con mejores salarios para los docentes. Eso es solo el tratamiento para los síntomas, porque para atacar la enfermedad se requieren políticas públicas de fondo que atiendan a las demandas de este tiempo, analizando estrategias para mantener la motivación de los alumnos.

Es necesario profundizar en lo que la sociedad demanda, para ofrecer a los estudiantes herramientas útiles para su futuro. Incluso pensar la gestión local de la Educación no sea una idea descabellada, ya sea con escuelas municipales o de gestión público-privada asociadas a sectores productivos.

Quizá ya es tiempo de que aquellos que aspiran a gobernar no piensen en la Educación desde una perspectiva cuantitativa, con más presupuesto, más aulas, más docentes, más horas de clases, sino cualitativa. Resulta indispensable saber qué modelo de provincia queremos, para poder imaginar que habilidades y conocimientos ofreceremos a quienes serán los protagonistas del desarrollo de Chubut.

Los debates de los candidatos a gobernador pueden haber resultado más o menos atractivos para cada quien, pero sin dudas, el verdadero debate está en las urnas donde la sociedad elige el modelo de provincia que cree es el mejor y vota en consecuencia.

¿Qué modelo elegirá Chubut?. Lo sabremos el 30 de julio.

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