La cumbrecita

Sarmiento fue la ciudad elegida por el senador Ignacio «Nacho» Torres para organizar lo que se dio en llamar la «cumbre» para tratar la crisis hídrica que atraviesa el sur de Chubut, aunque en términos fácticos el problema de agua afecta a toda la provincia en mayor o menor medida.
Torres tenía la expectativa de que los intendentes cuyas ciudades está siendo afectadas significativamente por la escasez de agua asistieran a la cita, pero eso no ocurrió.
Demás está decir que la mayoría de los Jefes comunales, no comulgan con el partido político que Nacho representa, y sin dudas han quedado heridos tras las elecciones de 2021, así que ninguno acudió a la cita, después de todo en cuatro años de gestión de esa fuerza política, tampoco hubo respuesta.
Algún que otro dirigente radical, mordiéndose los codos, fue parte del cónclave para verse más democrático, porque eso es algo que no se le puede negar a los rojiblancos, defenderán la institucionalidad, hasta el patíbulo, que en tiempos de paz serían las urnas.
Hasta hace un par de años atrás, el senador de chaqueta amarilla era un ilustre desconocido, sin embargo, en 2021 arrasó en las urnas arrastrado por la ola nacional, y ahora, habla en nombre del pueblo de Chubut, y desde ese lugar propone analizar la problemática y proponer soluciones.
Pero la triste verdad, es que ni el oficialismo nacional, ni la oposición, ni el alicaído gobierno provincial tienen una solución inmediata. Todo está supeditado a una resolución de fondo que demanda una inversión millonaria que llevará años ejecutar en obra, para paliar «quod natura non dat».
Una cumbre anterior, cuando los intendentes justicialistas del sur provincial no estaban distanciados como ahora, devino en exigir al Gobierno Nacional una obra fundamental, que si el pronóstico resulta favorable podría comenzar en breve, pero la crisis es aquí y ahora.
Amarillos, rojiblancos, o panperonistas, ninguno está en condiciones de asegurar que el problema del agua se resuelva pronto y bien, pero a cada oportunidad, todos posan para la foto, hacen promesas de campaña y pierden el tiempo de productores y ciudadanos trabajadores que asisten a cada cónclave con la esperanza de que alguno de todos esos bien pagados funcionarios (con sus impuestos), finalmente logren que las tan mentadas «gestiones», lleguen a a buen puerto.

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