Lo que el viento se llevó…

Por Karina Cecuk
El temporal de viento que azota a Chubut y Santa Cruz, deja al descubierto un sinnúmero de falencias en las tareas de prevención. Nadie puede imaginar el daño que provoca un evento meteorológico excepcional, pero está claro que hay muchas cosas que se pueden prevenir, si se hace lo correcto, y fundamentalmente, si funcionan los organismos de control del Estado.
La primera responsabilidad en general es de la comunidad, porque muchos de los árboles que caen con un temporal de viento, es porque no han sido podados adecuadamente, los techos que vuelan de las grandes superficies, estarían asociados a que las estructuras son iguales en todas sus locaciones del país, y quizá deberían contemplar la excepcionalidad del viento patagónico.
El cableado en las ciudades es sin dudas un tema pendiente en materia de contaminación visual, pero está claro que representa mucho más. Quien se ocupa de controlar cuántos cables se extienden para conectar servicios, y quedan en desuso producto los cambios de domicilio en las zonas con mayor urbanización.
Quién se ocupa de verificar que se quiten los carteles aéreos cuando un comercio cierra, o cambia de rubro. Los propietarios de los locales comerciales deben tener alguna responsabilidad sobre el espacio aéreo, y si no es así, pues es hora de poner a los concejales de las diversas localidades a trabajar en ello.
Sin dudas, en toda comunidad existen normas que no se cumplen y que nadie controla, el asunto es quien se ocupa de revisar la legislación para mejorar la convivencia en ciudades que crecen con escaso ordenamiento y cada vez mayor demanda de servicios.
Ciertamente los eventos meteorológicos que provocan alerta y situaciones de emergencia, deberían permitir, analizar cuánta legislación obsoleta tenemos, cuánto es necesario regular, y definitivamente asegurarnos que los sistemas de contralor funcionen, para que la prevención sea un acto real, y no una mera expresión de deseo de los funcionarios de turno.