TRES HISTORIAS DE MUJERES CIENTÍFICAS EN EL CENPAT

Celebran el Día Internacional de la Mujer en la Ciencia

Cada 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, impulsado por la UNESCO y la ONU-Mujeres, con el fin de promover el acceso y la participación plena y equitativa de mujeres y niñas en la ciencia y para visibilizar, también, las asimetrías de género que históricamente marcaron el campo y que hoy, gracias al trabajo sostenido de millones de mujeres en el mundo, se han visto reducidas significativamente.
En Argentina, la inserción de mujeres y diversidades en la ciencia viene ganando protagonismo, aunque aún persisten algunas desigualdades. En el caso particular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), actualmente se desempeñan 6438 mujeres en todas las categorías de la Carrera de Investigación, mientras que el número asciende a 5415 para el caso de los hombres (datos extraídos del sitio: https://cifras.conicet.gov.ar/publica/). Si bien se trata de un número alentador, la brecha de género se hace evidente conforme se analizan las categorías más altas de investigadores como la independiente, principal y superior, ocupando las mujeres tan sólo un 24 por ciento del total de los cargos en esta última.
Con el objeto de reducir tales brechas y promover espacios de trabajo libre de violencias y equitativos, el CONICET creó por Resolución el Área de Políticas de Género y Diversidades como espacio de transversalización de la perspectiva de género dentro del Consejo. Desde este espacio se diagnostican las necesidades institucionales, tanto en lo que hace a los lugares de trabajo, como en el entramado normativo y las instancias de evaluación, y en tal sentido, se propone, diseña e implementa políticas inclusivas orientadas a promover la equidad y garantizar espacios de trabajo respetuosos.

En Madryn

En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el CCT CONICET- Cenpat quiso rescatar el testimonio de tres trabajadoras de la ciencia para que, a partir de sus historias, se visibilice el trabajo de la mujer en el campo científico y tecnológico, deconstruir estereotipos de género ligados al desarrollo científico y tecnológico y por qué no, inspirar a infancias y adolescencias en su camino de formación superior desde una perspectiva equitativa.
El primer caso es el de Gabriela Millán, de la carrera de Personal de Apoyo (CPA) en el IDEAus- CONICET. Hay historias escuchadas o vividas en la infancia que, sin saberlo, marcan el rumbo de muchas vidas. Es el caso de Gabriella Millán, bióloga y miembro de la carrera de Personal de Apoyo a la Investigación en el Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAus- CONICET), que en su niñez y desde su Alta Gracia natal quedó impactada por la noticia del rescate de pingüinos empetrolados a raíz de un derrame en una zona de la costa patagónica. Tal fue lo que la impactó la noticia que, a partir de allí, decidió estudiar Biología. Sin embargo, luego de transitar algunas pasantías en el Cenpat, en el último tramo de su carrera universitaria se dio cuenta que su lugar estaba en el grupo de Arqueología y Antropología Forense. Y así comenzó comenzó su carrera.
“Tuve la suerte de que en este grupo me abrieran las puertas, pude formarme a través de varios años de trabajo, hasta que se dio la posibilidad de concursar para el cargo de Personal de Apoyo, gané el cargo y mi trabajo es el estudio y el análisis de restos óseos humanos, tanto antiguos como acutales en Ciencias Forenses”, cuenta Millán.
Como madre de un preadolescente y una adolescente, Gabriela debió buscar un punto de equilibrio entre el trabajo y la familia, algo que pudo lograr “porque tengo el apoyo de ellos, de mi esposo, porque sino es muy difícil. Hay momentos en que una pasa muchas horas acá adentro, momentos en viajo y estoy varios días afuera de casa y sin el apoyo de ellos sería casi imposible”.
También mencionaron a Martina Fiedorowicz Kowal, becaria Doctoral Cofinanciada (CONICET- Gob. Pcia. del Chubut). La tecnología o las áreas denominadas las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) son campos difíciles para el acceso y participación de las mujeres. Por tan solo citar un ejemplo, en el sistema universitario STEM de Argentina, se registra un 33 por ciento de mujeres y 67 por ciento de varones como estudiantes. Mientras que, sobre los egresos totales de esas carreras, un 35 por ciento son mujeres y un 65 son varones (datos extraídos de la ONG https://chicasentecnologia.org/ninas-en-tic/).
Afortunadamente, Martina Fiedorowicz Kowal fue una de las mujeres que integra ese 35 por ciento, egresada la carrera de Ingeniería Pesquera de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), hoy es becaria doctoral en el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR-CONICET). A través de biotecnología, ella diseña recubrimientos de quitosano para la preservación del langostino (Pleoticus muelleri). Esto la llevó a involucrarse en una industria fuertemente atravesada por la preponderancia del género masculino: “Si bien no estoy inmersa totalmente, sí tengo una gran vinculación con la industria pesquera porque las muestras y la materia prima la obtengo de ahí. Es un ambiente difícil para las mujeres, pero en mi caso todas las personas con las que me vinculo y con las que genero esta red para llevar a cabo mi investigación son todas mujeres, compañeras o ex compañeras de la Universidad, que han llegado a esos lugares”.
Y, finalmente, el caso de Mónica Buono, investigadora Adjunta en el IPGP-CONICET. Desde muy chica, Mónica Buono siempre supo que quería estudiar Biología, atraída, por sobre todas las cosas, por los mamíferos marinos. Es por ello que vivir en Puerto Madryn siempre estuvo entre sus objetivos principales desde que conoció la ciudad a sus 13 años. Cuando comenzó a buscar tema para su doctorado, Mónica conoció a una paleontóloga de reptiles marinos que le ofreció dedicarse a la paleontología de cetáceos, que “era una rama en la que hacía muchos años que no había nadie trabajando”.
Cuando Mónica llegó al Cenpat en 2009, la situación en cuanto a políticas de género era bastante diferente a la actual: “La situación de los becarios y becarias era muy distinta, había un montón de cosas que no se cuestionaban, cosas que sucedían que las teníamos súper naturalizadas”. Durante estos años, Buono asegura que en el Cenpat se vivió un proceso de transformación, sobre todo a partir de la conformación de la colectiva Por una Ciencia Sin Machismo: “Fuimos adquiriendo espacios, lugares que no estaban en el momento en que yo empecé el doctorado y eso es un logro increíble. A mí hay cosas que todavía me cuestan, pero las veo a las chicas que las tienen interiorizadas y trato de estar a la par de ellas. Hay un proceso de transformación dentro de la ciencia que hemos impulsado las mujeres y creo que eso es lo más importante”. En este contexto, Buono destacó también la creación de Espacio Becaries y asegura que “la voz de las científicas en el Cenpat se escuchan mucho más”. (Fuente: CONICET)

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