HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Usted señorita ¿cumple el mismo día que yo?

Se acerca fin de año, y más allá de las fiestas que involucran a gran parte de la humanidad, en mi caso personal se me suman los dos cumpleaños de mis hijos, que si bien son cada vez más grandes y bien podrían andar festejando por ahí sólos, tengo la felicidad de poder seguir haciéndolo con ellos.
Y aunque tengo la tentación de hacerlos cómplioces involuntarios en mi desesperación para seguir siendo original en la selección de regalos (el hecho que estén tan cerca, siempre, de Navidad no ayuda, realmente no ayuda) vamos a hacer un esfuerzo y librarlos de tan ingrata tarea.
Pero, como debo seguir escribiendo en esta columna, sí me voy a colgar del tema y preguntarles, ¿alguno de ustedes ha escuchado alguna vez hablar de la paradoja de los cumpleaños? No, no me mire con esa cara, que no se trata de una divagación mía, sino de uno de esos juegos numéricos a los cuales son tan afines los señores matemáticos. Ya alguna vez habíamos hablado de ellos en esta sección, pero éste especialmente le servirá al lector avieso y a la perspicaz lectora para destacar en el ancestral rito de la conversación. ¿A qué me refiero con esto? A que ya está, dígame que no, un poco agotado el tema de preguntar el signo zodiacal para iniciar una charla, o tirar una frase matadora como “¿hace mucho que venís a tomar mate a esta playa?”, debemos comenzar a renovar nuestro bagaje de fruslerías. Así que vaya preparando la mollera, que el tema es medio embarullado, pero rendidor.
La cosa es que la famosa paradoja del cumpleaños establece que si hay veintitrés personas reunidas en una habitación hay una probablidad exacta del 50,7% de que al menos dos de ellas cumplan años el mismo día. Espere, espere, no empiece a contar la gente que lo rodea, deme un segundo. Si en cambio son sesenta o más personas, la probabilidad es mayor del 99%, o sea altamente posible que encontremos a una pareja que haya nacido el mismo día. Y si el número de personas suma 366, la probabilidad ya se fija en el redondito 100%, teniendo la seguridad de encontrar a la pareja, numérica y onomásticamente hablando, perfecta, ya que son todos los días del año, teniendo en cuenta los años bisiestos. Un amigo, muy asiduo él a este tipo de acertijos matemáticos, me señaló doctoralmente que en sentido estricto esto no es una paradoja, ya que no es una contradicción lógica; sino en el sentido que es una verdad matemática que contradice la común intuición, porque mucha gente piensa (yo mismo hasta enterarme de la existencia de esta paradoja) que la probabilidad es mucho más baja, y que hacen falta muchas más personas para que se alcance la probabilidad del 50%. Pero quién se va a fijar en eso ¿no?, ya con la cara de asombrado interés de nuestra compañía ocasional estaremos más que pagados.
Valga una aclaración antes que se lancen al mundo con la paradoja de los cumpleaños en la mano, como si se tratara de una carta irrefutable de éxito asegurado. Sabemos que las matemáticas, si bien son de lo más ordenaditas, cuando se enfrentan al cálido mundo de la vida, muchas veces se dan de narices con la realidad. Y si bien esta paradoja tiene un gran atractivo para las apuestas desaforadas, piénselo un segundo antes de comprometer el aguinaldo, porque por esas cosas de la naturaleza hay más nacimientos en primavera que en otoño, hecho que podría influir en que los cálculos comiencen a no encajar y por lo tanto a atentar contra la posibilidad cierta de acertar nuestra apuesta y con ella que se evaporen nuestras exiguas ganancias. Por otra parte las políticas de los hospitales muchas veces hacen que haya más partos los lunes y martes que los sábados y domingos, o sea… Dependiendo del grupo de personas y cómo están sus cumpleaños distribuidos, los resultados podrían variar considerablemente, pero no se alarme, la mayoría de las veces, como diría el matemático, existirán muchas posibilidades de ganar. ¿O usted buscaba aquí la piedra filosofal?

Por Javier Arias
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