RÍO NEGRO

La prima de Rafael Nahuel declaró como testigo y contó cómo lo vio morir

Johana Colhuan y Lautaro González Curruhuinca fueron testigos directos del momento en el que Nahuel recibió un disparo por la espalda, por lo que sus declaraciones eran esperadas por las querellas, las defensas, el ministerio público y el propio tribunal.

La prima de Rafael Nahuel y uno de los jóvenes que bajaron su cuerpo sin vida desde la montaña declararon ante el Tribunal Oral Federal (TOF) de General Roca en una nueva audiencia del juicio oral por el crimen, ocurrido el 25 de noviembre de 2017 en Villa Mascardi, a 30 kilómetros de Bariloche.

También dio su testimonio María Nahuel, tía de Rafael, quien el día del homicidio arribó al lugar en una ambulancia a la que se subió en la ruta 40, a pocos kilómetros del lugar.

La prima de Nahuel, Johana Colhuan, y el joven Lautaro González Curruhuinca fueron testigos directos del momento en el que Nahuel recibió un disparo por la espalda, por lo que sus declaraciones eran esperadas por las querellas, las defensas, el ministerio público y el propio tribunal.

Colhuan relató cómo se desencadenaron los hechos desde que notaron que Nahuel estaba muy herido: «Le agarré la mano y le dije que se tranquilice que lo íbamos a bajar, que iba a llegar ayuda, un médico. Bajamos muy poquito y falleció», contó entre lágrimas.

González Curruhuinca coincidió en los puntos centrales al dar su testimonio, y además planteó que había decidido presentarse ante los jueces del TOF con la intención de «hacer saber lo que pasó con Nahuel».

En tanto, María Nahuel, tía de la víctima, señaló al tribunal que el pueblo mapuche «es preexistente al Estado«, dijo que los mapuches no son «terroristas» y aseguró que la muerte de su sobrino demostraba que «los muertos siempre los ponen los mapuches».

Por el asesinato del joven hay cinco efectivos del grupo Albatros de la Prefectura en el banquillo de los acusados: uno de ellos, el cabo 1° Sergio Cavia, está procesado como autor del delito de «homicidio agravado cometido en exceso de legítima defensa»; los otros cuatro como «partícipes necesarios».

En sus testimonios, la prima de Nahuel y González Curruhuinca sostuvieron que unos ocho o nueve mapuches fueron interceptados por un contingente del grupo Albatros que comenzó a dispararles y perseguirlos.

Como consecuencia, Nahuel recibió un disparo por la espalda, a la altura de la cadera izquierda, mientras que Colhuan y otro integrante de la comunidad Lafken Huincul Mapu, Gonzalo Coña, fueron heridos en un hombro y un codo, respectivamente.

Los dos testigos también reiteraron que ellos se defendieron tirando piedras y negaron que alguno de los integrantes de la comunidad mapuche y sus allegados haya efectuado disparos con armas de fuego.

La audiencia había comenzado con la ampliación de indagatoria de dos de los prefectosJuan Ramón Obregón y Sergio García –procesados como partícipes necesarios del homicidio- relataron que se vieron superados en número por los mapuches, que desconocían el terreno donde se movían y que fueron atacados con «lanzas, piedras y disparos de armas de fuego».

Los efectivos aseguraron que el 25 de noviembre tomaron las medidas previas al uso de armas letales, como hacer disparos disuasorios con marcadoras de pintura, dar la «voz de alto» y lanzar (lo hizo el cabo 1° Francisco Javier Pintos, según declararon) una granada de aturdimiento.

Obregón y García admitieron haber disparado con munición 9 milímetros, aunque aseguraron haberlo hecho «a un árbol», según dijo Obregón, y «en 45 grados», es decir hacia el piso en el caso de García.

La audiencia fue encabezada por el TOF de General Roca en pleno, presidida por el juez Simón Bracco, en una jornada en la que se esperaban los testimonios más relevantes del juicio, luego de doce jornadas.

 

Que declaró Colhuan

Colhuan, quien fue herida en su hombro izquierdo el día de la muerte de Nahuel, relató que dos días antes del hecho se encontró en la puerta de la sede de la Policía Federal de Bariloche con el joven mapuche que resultaría asesinado 48 horas después.

Ese jueves 23 de noviembre por la tarde, ella y Nahuel se dirigieron a la sede de la PFA porque varias mujeres de la comunidad Lafken Winkul Mapu se encontraban detenidas en ese lugar, producto del primer desalojo.

Ese mismo día pero más tarde Colhuan y Nahuel decidieron ingresar a la comunidad para llevar comida y abrigo a los hombres que habían huido a la montaña, contó la mujer.

Pudieron ubicarlos el viernes 24 de noviembre y compartieron con ellos el alimento que habían llevado.

El día 25, siguió Colhuan, «pasado el mediodía, no se escuchaban ruidos y entonces decidimos bajar porque pensábamos que las fuerzas (de seguridad) se habían ido, bajamos unos 150 metros. Empiezo a escuchar disparos y veo que los ‘lagmien’ (hermanos) empiezan a correr para arriba y empiezo a correr, volviendo al mismo lugar en el que estábamos».

Colhuan relató que «estaban disparando, uno atrás de otro, no sé de cuántas armas pero escuchaba muchos disparos. Yo quedé atrás de la fila, corriendo última, un ‘lagmien’ me quiere ayudar, le digo que se vaya, prefería que me agarren a mí. ‘Rafa’ (por Nahuel) en un momento iba al lado mío, me empezó a decir que corra, yo le dije que vaya, que se salve. Él me empezó a empujar para que pueda seguir corriendo, no me quiso dejar sola».

«Estábamos llegando a un plano donde se encontraban el amigo Fausto (Jones Huala) y Lautaro (González Curruhuinca). Fausto (estaba) tirando piedras, en ese momento llegando al plano le disparan a mi primo, cae al piso y después me disparan a mi en el brazo», relató la joven.

En ese momento del relato, Colhuan comenzó a llorar e hizo silencio, una pausa que se prolongó, como si quisiera recuperarse.

«Le disparan a mi primo -continuó- y de inmediato él se cae. Yo lo miro, no sabíamos por dónde lo habían herido, empezamos a buscar y la bala le había entrado por atrás. Empezamos a buscar si había salido y levantamos la remera y tenía hinchado a la altura de la costilla. Decía que no podía ver, le costaba respirar, que tenía sed», reconstruyó la prima de Nahuel.

Y completó: «Le dije que se quede tranquilo, que lo íbamos a ayudar que lo íbamos a bajar. Alguien preparó como una camilla con madera y unos clavos, y lo subimos a la camilla y ya él sentía que no iba a soportar más. Se bajó de la camilla dos o tres veces, se tiró, decía que se quería quedar ahí, que no quería que lo bajen. Lo agarré, lo subimos, le agarré la mano y le dije que se tranquilice, que lo íbamos a bajar, que iba a llegar ayuda, un médico. Bajamos muy poquito y falleció».

 

Rafael, en los ojos de su prima

Colhuan hizo luego una semblanza de su primo: entre lágrimas, lo describió como una persona «excelente» a la que «todos querían».

«Rafa vivía en el barrio Nahuel Hue (barrio popular del Alto de Bariloche). Tenía su casita de madera. Hacía muchos talleres, a veces es difícil conseguir trabajo. Hacía herrería, vendía para tener plata para sobrevivir. Yo a veces lo iba a ver a su casa. Charlábamos, escuchábamos música», recordó.

Luego contó que muchas veces su primo no tenía para calentar su casa: «Recuerdo que un par de veces, en el invierno, con la nieve, no tenía leña».

Al repasar la historia de Rafael, muerto a los 22 años, dijo que «a veces se le hacían difíciles las cosas», pero que él «quería salir adelante, poder vivir mejor».

«Siempre le gustaron los caballos, quería tener una vida más sana, vivir en el campo, alejarse de las cosas que rodean los barrios para nosotros, que en ese momento éramos más chicos», confió.

Y añadió: «Tuvo una vida difícil, quería salir adelante, quería estar bien, tranquilo. Solamente quería vivir mejor».

Conmovida, dijo finalmente: «Lo extraño mucho».

 

Declaración de Curruhuinca

Por su parte, González Curruhuinca manifestó a los jueces que su propósito al declarar como testigo era aportar lo suyo «para hacer saber lo que pasó con Rafael».

«Para que los padres puedan saber cómo murió su hijo, porque debe ser feo perder un hijo y no saber la forma en que murió», advirtió el joven.

Y reiteró que el día de la muerte de Nahuel fueron atacados a balazos por la Prefectura, que ellos se defendieron con piedras y que el joven herido les pidió que lo dejaran morir en el lugar, montaña arriba.

Igual decidieron bajarlo a la ruta, concluyó González Curruhuinca, en búsqueda de atención médica, pero cuando llegaron ya estaba muerto.

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