HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

¿Usted cómo dijo que se llamaba?

Parte 1: Nos guste o no, vivimos en un mundo de marcas. Las marcas nos rodean vayamos donde vayamos y cuando llegamos a alguna playa alejada, donde sólo se escuchan las olas y el viento, sucundún, sucundún, lo primero que admiramos es que la naturaleza no está sponsorizada.
En muchas ocasiones directamente ignoramos el nombre de las cosas para llamarlas por su marca genérica. No me vaya a afirmar, querido lector, que usted, cuando va a comprar un chicle lo pide como goma de mascar, o en un almacén se los escucha solicitar, con voz de decano universitario, que le faciliten una gaseosa con sabor a cola, aunque a decir verdad, eso de la gaseosa sabor a cola suena un tanto escatológico, ¿no?
Pero la cosa es que vivimos inmersos en una pegajosa sopa de marcas, nombres y logos, tampoco vengo a descubrir la pólvora con esto, ya se han escrito toneladas de libros y se han talado hectáreas de árboles para imprimir tratados y ensayos sobre el tema. Lo que quería acercarles en esta oportunidad, atentos lectores, tan útil para la cartera de la dama, como para el bolsillo del caballero, son algunas curiosidades interesantes a la hora de hablar de estas cosas. No vaya a ser que el destino lo abandone en algún congreso de marketing, y usted no tenga temas de conversación para dicha oportunidad. Porque a los amantes del marketing no se los conforma con el clima. Y justamente, como en esta columneja estamos al servicio del desamparado, voy a regalarles estas pequeñas anécdotas que pueden sacarlo del entuerto, más o menos dignamente.
Porque usted no sabrá un pomo de marketing, pero bien puede sorprender y asombrar a la concurrencia preguntando si alguien tiene idea, por ejemplo, a qué bizantina razón se debe el nombre del tan mentado sitio de internet llamado Amazon.
Este primer ejemplo es perfecto para romper el hielo, porque junta varios conceptos sumamente inquietantes de nuestro mundo moderno, por un lado esta buena gente, sabiendo que siempre es mejor un nombre que empiece con A, a uno con W, comenzó a buscar por ese lado, no vaya a ser que en los listados figuraran a contramano. Amazon fue una de las primeras opciones, y quedó como único finalista cuando se dieron cuenta que se trataba del río más ancho del mundo, pero no solo es eso, sino que además es diez veces más ancho que su inmediato competidor, díganme si no es encantador. Una pequeña curiosidad para acotar es que Amazon fue justamente la primera marca que se registró en internet con el “punto com” como apellido cibernético.
Y ahora, díganme, cuando les duele la cabeza, ¿qué piden? Exactamente, una aspirina, pero lo hacen desconociendo que están pidiendo una marca, no un genérico. Convengamos que una de las primeras, pero una marca al fin. El nombre aspirina proviene de 1898, y es un acrónimo compuesto por la sílaba “spir”, que indica la presencia del ácido salicílico, derivado de la familia botánica “Spiraea”, la “a” que señala al acetil, y finalmente el sufijo “in”, que le dio una fonética apta tanto para el alemán como para el inglés.
El origen del nombre de la muñeca Barbie es mucho más simple, proviene de Bárbara, la hija de Ruth Handlers, la creadora de esa plaga rubia y de cintura estrecha.
Siguiendo el hilo de los procesos para inventar los nombres de las marcas muchas veces podemos encontrarnos deliciosas perlitas como en el caso de Dunkin Donuts, las donas más famosas de Estados Unidos. Parece que la costumbre tan nuestra de mojar las medialunas en el café con leche es casi un atavismo de la raza humana, porque justamente sobre este reflejo se basa ese nombre: remojar (to dunk) la dona (donuts) en el café. “¡Santos manteles manchados, Batman!”
Este peregrinar por los procesos para la creación de los nombres de las marcas pueden llevarnos a sitios la mar de sorprendentes, sino díganme, ¿Qué nacionalidad le pueden imaginar a los inventores del jacuzzi? Personalmente me suena para el lado oriental, pero nada más alejado geográficamente hablando. La historia nos cuenta que eran siete hermanos italianos, de apellido Jacuzzi, quienes en 1956, y ante la necesidad de un familiar de recibir tratamientos diarios de hidroterapia, abandonan su negocio de venta de bombas de agua para las granjas para revolucionar la industria hotelera inventando las bombas sumergibles para bañeras.
A todo esto, si no ha conseguido cierta atención de la niña morocha, mejor que comience a prestarle atención al curso de marketing, al menos sacará mejor provecho del tiempo.
Para la próxima le prometo algunas más, que en la guerra y el amor, siempre hay esperanzas.

Nota del autor: Información base extraída de http://www.estoesmarketing.com

Por Javier Arias
[email protected]

ÚLTIMAS NOTICIAS