SANTA CRUZ

En espejo de la elección de 2015, Alicia y Costa miden fuerzas por el Senado

En una entrevista con Taty Almeida en El Destape, que intercaló preguntas, fragmentos de discursos de Néstor y Cristina Kirchner, reconocimientos y mimos de los oyentes, Alicia Kirchner se movía con total comodidad y soltura, a pesar de que no es el terreno comunicativo que más utiliza. «¿Vas a intentar la re-reelección», le consulta, entre risas, Almeida. «¿Te parece-le repregunta Alicia- si la dejamos para otra entrevista?». La expectativa, dice la gobernadora, siempre tiene que estar. Esto fue en noviembre de 2022. El oficialismo todavía no había definido su estrategia electoral y seguía latente la posibilidad de que Alicia fuese por un tercer mandato. Ahora, fuera de la carrera por el sillón de Alcorta, es la candidata de unidad de Unión por la Patria para obtener una banca en la Cámara Alta de la Nación (se renuevan las tres bancas de la provincia) y, en el caso de acceder –algo que es una posibilidad muy concreta-, representará a Santa Cruz, pero también al kirchnerismo más puro: el de CFK.

Alicia edificó una trayectoria impregnada por los derechos sociales y se metió en el corazón de los más vulnerables del país por su función como ministra de Desarrollo Social de la Nación. De bajo perfil y sin declaraciones elocuentes o polémicas, la gobernadora mantuvo en orden a gran parte del peronismo que converge en la provincia y ofició como actora fundamental para garantizar el diálogo político. Los reclamos y las diferencias igual estuvieron presentes. Principalmente de los intendentes, que pedían más presupuesto y un rediseño de la coparticipación al observar el superávit que ostentaba el ministro de Economía, Ignacio Perincioli, esto quedará para el próximo gobierno que ingrese el 10 de diciembre. Pero, para llegar a esta estabilidad financiera, Alicia transitó por caminos sinuosos. Ahogada en el inicio de su primera gestión, cuando dijo que había recibido una provincia quebrada (en referencia a Daniel Peralta), dilató el pago de salarios a los estatales y jubilados, mientras vivía un fuerte enfrentamiento con el gobierno de Mauricio Macri, a quien acusaba de querer perjudicar a Santa Cruz. En esa coyuntura, el oficialismo perdió en 2017 las elecciones de medio termino y la mayoría en el Senado. Eduardo Costa lograba una banca y se sentía imparable, luego del golpe que había recibido en 2015. Pensaba, que ahora sí, el peronismo entraba en su etapa final. Se equivocó. Kirchner revalidó su gobierno en las urnas en 2019 y su principal competidor, paradójicamente, fue Javier Belloni, que intentaba jubilarla y repetía que era un ciclo agotado.

Alicia, reiteran en el peronismo, deja una provincia estable y prolija, que está lista para dar el próximo paso. Pero también coinciden en que el punto más débil estuvo, siempre, en el Consejo Provincial de Educación. Enfrentada a los sindicatos docentes y a gran parte de los intendentes, Cecilia Velázquez resistió como pudo la ofensiva en su contra y, seguramente, terminará su mandato junto al de la gobernadora. Un amplio sector cree que Alicia tendría que haber cedido ante la presión de hacer cambios, a tiempo, en educación. El Ministerio de Salud y Ambiente también estuvo en el centro de las críticas y allí sí debió mover las fichas. Rocío García ejerció en el primer periodo y luego fue electa diputada provincial. Había asumido, en 2019, Juan Carlos Nadalich y salió eyectado en medio de la pandemia. Se hizo cargo Claudio García en 2020 y permanece hasta hoy, como una continuidad de Nadalich. En la cartera de Trabajo, Teodoro Camino sobrevive en la gestión sólo por ser hombre de Pablo González. «No atajó ni un centro», dice un dirigente gravitante, en referencia a Camino. En el sindicalismo, desde lo más opositores a los aliados, prácticamente nadie confía en que pueda resolver un conflicto.

Bailando por el Senado

A contramano de la carrera política que hace la mayoría de los dirigentes, el empresario Eduardo Costa saltó todos los casilleros y se lanzó directamente por la gobernación en 2007, decisión que todavía hoy es cuestionada en la heterogénea oposición. Cayó por 20 puntos con Peralta. Pero se consolidó como un nuevo actor en la política de la provincia y como jefe del sector antagónico al peronismo. Dos años más tarde, luego de una ajustada elección, fue electo diputado nacional y dio inicio a su interminable periodo legislativo. Se ganó, desde entonces, múltiples enemigos dentro de su sector, que lo han acusado de usar la política como beneficio personal y no colectivo. En el plano ejecutivo, Costa volvió a perder en 2011 (con Daniel Gardonio, hoy en Por Santa Cruz, como candidato a vicegobernador) y retuvo en 2013 su banca en la Cámara Baja.

Haría su mejor elección ejecutiva en 2015 –obtuvo más de 70 mil votos–, pero la sumatoria de los votos de Alicia y de Peralta consiguieron que el oficialismo conserve la provincia. Un año antes, Peralta había logrado imponer la Ley de Lemas para la categoría de gobernador. Tras las legislativas de 2017, el rol de Costa se fue diluyendo. Ya no era el outsider que seducía a un electorado reacio al peronismo y que llegaba con la innovación y la producción bajo el brazo. Su escasa actividad en el Senado, su particular liderazgo y su ambigüedad con el macrismo hicieron que las fugas internas sean cada vez más y los cuestionamientos, que antes eran por lo bajo o en mesas cerradas, paseen por todos los medios de comunicación de la provincia. “Eduardo nunca se la jugó con Cambiemos (en referencia al 2019 con Macri) y terminó quedando mal con todos”, aporta un operador.

Quizá por eso se explica, inclusive, el ascenso de Roxana Reyes, la diputada nacional que inyectó un ritmo frenético desde su banca en el Congreso de la Nación y que, por mucho tiempo, tuvo como padrino político a Costa. Por sus características y los números que obtuvo en 2021, Reyes se colocó como un número puesto por la gobernación y trató, indirectamente, de desplazar a Costa. El empresario fue uno de los cinco senadores que no emitió una sola palabra el año pasado. Él mismo dijo que no intentaría, por quinta vez, llegar al poder provincial. Sin embargo, luego del quiebre opositor, se filtró desde las entrañas del radicalismo que, si era necesario, se esforzaría de nuevo. Finalmente, fue sólo un ademán para que Reyes, golpeada, no decline su candidatura y con eso consiguió lo que buscaba: pelear, otra vez, por seis años más en el Senado. Alicia y Costa son viejos rivales políticos. Los nostálgicos rememorarán aquella disputa de 2015. En octubre (o en noviembre) se conocerá qué frente electoral meterá dos de los tres senadores. En Unión por la Patria confían en que el dúo Kirchner-Pablo González capitalice su volumen político en la boleta que lleva a Sergio Massa a la cabeza. Luego de más de 30 años en gobiernos ejecutivos, Alicia, en lo personal, irá por una deuda pendiente: aportar al peronismo desde el ejercicio legislativo, tras un breve paso entre 2005 y 2006. Y en Cambia Santa Cruz, Costa y Andrea Gallegos se ilusionan con un escenario favorable a nivel nacional y repetir el batacazo de 2017.

(Fuente: TiempoSur)

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