SINERGIA ENTRE LA FOTO-IDENTIFICACIÓN Y LA CIENCIA CIUDADANA

Destacan la labor de los guías en el estudio de las ballenas


Investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) y del proyecto “Siguiendo Ballenas” publicaron en la revista científica Aquatic Mammals una nota que demuestra la importancia de complementar la investigación con la ciencia ciudadana para aportar información relevante al seguimiento satelital de ballenas francas en Patagonia. Cinco décadas de fotoidentificación y las contribuciones de los fotógrafos y guías balleneros de Puerto Pirámides permitieron conocer algunas de las historias de vida de las ballenas monitoreadas satelitalmente.

Rompecabezas para armar

El proyecto de seguimiento satelital de ballenas francas se inició en 2014 y hasta el 2023 ha permitido conocer las trayectorias de 87 individuos por el litoral marítimo argentino, las rutas migratorias y las áreas de alimentación en el Atlántico sudoccidental y los mares subantárticos. Este proyecto permitió, además, conocer detalles del comportamiento de esta población de ballenas que hasta ahora no habían sido descritos, tales como el uso de los golfos norpatagónicos, la velocidad y distancias de desplazamiento diario, entre otros. Sin embargo, hay una pieza fundamental faltante en toda esta valiosa información: las historias de vida de estos individuos.
Por eso, los investigadores del ICB han trabajando en la foto-identificación de estos individuos buscando en el catálogo de ballenas francas conocidas a partir de las imágenes obtenidas en más de cinco décadas de relevamientos aéreos y de las contribuciones de los fotógrafos de Puerto Pirámides.
El resultado obtenido fue asombroso, del total de ballenas monitoreadas satelitalmente hasta la temporada 2019, 16 resultaron ballenas previamente conocidas y 21 individuos fueron incorporados al catálogo. De las 16 que se pudieron reconocer, 2 fueron posibles gracias a la contribución de los fotógrafos de avistaje.
Este trabajo colaborativo entre proyectos, incluyendo la ciencia ciudadana con la contribución de los fotógrafos a bordo de las embarcaciones de avistaje, ha permitido conocer los viajes y rutas de ballenas conocidas. ¡Entre ellas varias integrantes de la familia 71!.

Combinando herramientas de investigación

La complejidad de estudiar qué hacen en sus viajes oceánicos los animales marinos migratorios requiere combinar múltiples métodos de investigación. Cada método aporta información complementaria, como piezas de un rompecabezas.
A partir de la foto-identificacion es posible identificar individuos en base a marcas naturales y así monitorear en el tiempo potenciales cambios poblacionales. Además, si los estudios de fotoidentificación se extienden durante varios años, estos permiten armar las historias de vida de los individuos monitoreados satelitalmente y así evidenciar patrones de movimiento asociados al sexo, la edad o la familia a la que pertenecen. Sin embargo, la capacidad de la fotoidentificación para informar sobre rutas migratorias se ve limitada por la necesidad de fotografiar al mismo individuo en múltiples destinos migratorios, algunos de los cuales son inaccesibles. En forma complementaria el seguimiento satelital registra información detallada sobre los movimientos de animales individuales en varias escalas geográficas.
La fotoidentificación puede utilizarse para saber cuántos individuos hay en común entre ciertas áreas de alimentación y de reproducción si en éstas existen catálogos de individuos identificados, mientras que el seguimiento satelital puede revelar patrones de uso del ambiente marino y áreas cuya relevancia era desconocida.

La ciencia ciudadana, una pieza clave en este rompecabezas

Una de las industrias de avistaje de ballenas más grande del hemisferio sur se ha desarrollado en torno a las ballenas francas en Puerto Pirámides, Península Valdés. Los operadores de avistaje acumulan millones de fotografías de ballenas tomadas casi diariamente durante los meses de la temporada desde las embarcaciones de avistaje turístico, entre junio y diciembre.
Desde 2016, en el marco del acuerdo de cooperación entre el ICB y la Asociación de Guías Balleneros de Puerto Pirámides, estas imágenes se integran al catálogo de ballenas identificadas. Este proyecto de ciencia ciudadana evidencia el potencial de las embarcaciones de avistaje para la investigación de ballenas y como fuente de información colaborativa para estudios aplicados a la conservación de las ballenas y su hábitat.
Las fotografías aportadas por la comunidad de Puerto Pirámides permiten identificar a los ejemplares presentes en las aguas adyacentes a Puerto Pirámides entre junio y diciembre, y sumar registros de un mismo individuo durante su permanencia en el área del Golfo Nuevo. Estas fotografías complementan a las que se obtienen con el relevamiento aéreo anual realizado por el ICB y Ocean Alliance en las aguas costeras de Península Valdés en septiembre, durante el pico de concentración de ballenas.
La bióloga Florencia Vilches, investigadora del ICB y autora principal de la publicación “Historias de vida de ballenas francas australes rastreadas por satélite mediante fotoidentificación y ciencia ciudadana en la Patagonia, Argentina.” expresó: “Estudiar animales que pesan 40 toneladas, viven toda su extensa vida en el mar y pasan la mitad del tiempo a miles de kilómetros de la costa es un gran desafío. Este trabajo colaborativo demuestra que al combinar estudios científicos de largo plazo, nuevas tecnologías para la investigación y la participación activa de la comunidad local se genera la sinergia necesaria para sortearlo, y así entender mejor cómo las ballenas francas utilizan las aguas del Océano Atlántico Sudoccidental.”

Encontrando coincidencias

Las ballenas francas monitoreadas satelitalmente por “Siguiendo Ballenas” fueron buscadas en el catálogo de ballenas francas identificadas. Hasta la temporada 2019, se hallaron 16 ballenas conocidas y otras 21 fueron incorporadas al catálogo como nuevos individuos. De las 16 coincidencias, dos fueron posibles gracias a la contribución de los fotógrafos de avistaje. Se trata de “Antenita”, que fue equipada con un transmisor satelital en 2015 en el Golfo Nuevo, cuando estaba acompañada por su cría y de «Cebollita», que fue monitoreada satelitalmente en 2019 y también estaba acompañada por su cría en aguas del Golfo Nuevo.
En el catálogo, Antenita coincidió con la ballena 7138, registrada en 2007 por el fotógrafo Angel Velez. Por su parte, “Cebollita”, luego de buscarla en el catálogo, supimos que la conocíamos como la ballena 7040, registrada trece años antes, en 2006, por el fotógrafo Stephen Johnson.
Al respecto, el doctor Mariano Sironi, director Científico del ICB y coautor del estudio, sostiene: “La incorporación de las fotografías aportadas por los fotógrafos de Puerto Pirámides al catálogo de ballenas francas de Península Valdés ha enriquecido las historias de vida de las ballenas monitoreadas satelitalmente. A largo plazo, la combinación de estas tres fuentes de información podría aportar datos relevantes sobre cómo utilizan diferentes áreas las ballenas pertenecientes a diferentes familias.”

El regreso de Espuma

Las fotografías tomadas durante los relevamientos aéreos pocas veces tienen la resolución necesaria para documentar los detalles del patrón de callosidades en las cabezas relativamente pequeñas de las crías. Por eso, la mayoría de las ballenas no pueden ser identificadas en su año de nacimiento. Sin embargo, la tarea se facilita cuando las crías tienen patrones de pigmentación en su cuerpo, tales como el de “Espuma”.
Espuma tiene una pigmentación corporal predominantemente blanca con manchas negras, llamada “morfogris”. Fue fotografiado durante el relevamiento aéreo de 1994 cuando era una cría junto a su madre “Docksider” y gracias a su pigmentación fue posible incorporarlo al catálogo en su año de nacimiento. Si bien en el relevamiento aéreo del año siguiente no se hallaron registros de él, supimos de su retorno a Península Valdés gracias a las fotografías que el capitán Rafael Benegas tomó en 1995. A diferencia de aquéllas tomadas desde el aire, la cercanía de las fotografías tomadas desde la embarcación permitió registrar por primera vez en detalle su patrón de callosidades. Veintidós años más tarde, sería el registro del capitán Benegas el que haría posible determinar que “Mariposa” una de las ballenas monitoreadas satelitalmente durante 2017 en aguas de Rio Negro, era en realidad “Espuma”. (Fuente: ICB)

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