Los egos y el poder

Por Karina Cecuk

Los partidos políticos atraviesan una situación crítica en la que escasea la credibilidad y se percibe una pérdida de legitimidad. En ese contexto se han conformado las coaliciones, oficialista y de oposición, poniendo sobre la mesa otro dilema, la complejidad que existe para lograr consensos, puesto que en la mayoría de los casos no es la comunión de ideas lo que los une, sino el espanto.

Desde lo discursivo afirman interpretar las demandas de la sociedad y allí está orientado el mensaje, ese mismo del que descree el electorado.

He aquí que surge otro elemento no menos importante, la percepción de sí mismos que tienen los dirigentes que ocupan espacios de poder.

Alguien escribió alguna vez que quienes ostentan un perfil de Ego elevado, muchas veces encuentran en la política un espacio dónde desenvolverse, y donde se sienten como pez en el agua. Pero cuidado, porque una cuota de poder puede volverse en contra en cualquier minuto.

Todo este prolegómeno tiene por finalidad proponer una mirada sobre los dirigentes, y cómo se presentan ante la sociedad en las preliminares a las elecciones 2023.

No hay que ser encuestador rentado, ni adivino, para entender que los ciudadanos están ocupados tratando de llegar a fin de mes, mientras ven cómo la Inflación sigue destruyendo el salario. Están preocupados, porque temen que este año se repitan los conflictos en el ámbito educativo. Están ansiosos porque no saben que le depara el futuro inmediato, porque después de todo, si algún dirigente tiene un plan a largo plazo, lo desconocen.

No existe conexión con la gente. Los denodados esfuerzos de los dirigentes políticos por mantener una comunicación fluida con el votante fracasan, porque lo que se dice en los medios o a través de las redes sociales, rara vez está asociado a las demandas de la sociedad.

Internas o pulseada por el poder

En las filas del “panperonismo” de Chubut, han tomado protagonismo Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre, los pretensos candidatos a gobernador que desde hace tiempo han expresado su deseo de ser quien conduzca los destinos de la provincia. Y desde hace algunos días se subió a la carrera, Adrián Maderna.

En todos los casos, hay quienes opinan que cuentan con la experiencia necesaria para gobernar Chubut, y ellos mismos están convencidos que merecen el voto de confianza del electorado.

Otros nombres danzan en la escena peronista, aunque con menos vuelo.

Mientras Luque recorre kilómetros para ganar adhesiones de intendentes, y otros referentes de interés. Sastre suma elogios de algunos históricos, y busca apoyo de algunos dirigentes sindicales.

Maderna por otro lado, parece más interesado en hacer pie para lograr acuerdos, y todo indica que lanzó su candidatura con el único objeto de que no lo dejen afuera. Después de todo, con el desgaste que ha tenido al frente de la intendencia de una ciudad tan compleja como Trelew, es fácil suponer que aceptaría gustoso un lugar en las listas de candidatos a legislador.

Todo esto sucede ante la mirada atenta de Mariano Arcioni, que tiene un rol fundamental en el armado de cara a las elecciones, y así quedó demostrado en el momento que el PJ aceptó cerrar acuerdo con el Frente Renovador y Chubut Somos Todos en Trelew (la primera ciudad en ir a las urnas).

Según se desprende de las propias declaraciones de los dirigentes, el acuerdo alcanzado en la ciudad valletana se replicará a nivel provincial, porque después de todo el objetivo de máxima, es que el peronismo en todas sus facetas no pierda ante Juntos por el Cambio.

Y sí, en las filas de la oposición, también “se cuecen habas”. El radicalismo ortodoxo se alinea tras la figura del intendente de Rawson y presidente de la UCR en Chubut, Damián Biss, mientras los disidentes se suben a la ola amarilla del PRO, que fue el gran ganador de las legislativas 2021.

Pero hay que observar todo el escenario, porque está claro que es el radicalismo el que cuenta con la estructura para llevar adelante una elección exitosa, y esta vez están decididos a hacer valer esa herramienta, mientras en las filas del PRO parecen estar confiados en que una buena estrategia de comunicación a través de las redes sociales sería suficiente.

Además, el tono beligerante de “Nacho”, no cayó bien entre sus socios estratégicos. Desde el radicalismo advierten que el novel senador no debería cometer el error de descalificar a sus aliados, sino consolidar la fuerza opositora, porque después de todo las candidaturas se dirimirán en internas, esa práctica democrática que debería prevalecer en los partidos políticos.

Así las cosas, quizá sea tiempo de entender que, para lograr el éxito, se necesitan verdaderos acuerdos programáticos, y no meras alianzas electoralistas; eso siempre y cuando el fin último sea la ciudadanía y no el poder. Quizá ya es tiempo de equilibrar el Ego.

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