La designación de Daniel Rafecas, una pelea clave entre el Presidente y su vice

Por Walter Schmidt

Alberto Fernández no tiene un plan B, lo quiere en la Procuración y tendría el apoyo de Juntos por el Cambio. El proyecto de ley del cristinismo no prosperaría.
La historia argentina está plagada de discordia entre los presidentes y sus vices. Carlos Menem con Eduardo Duhalde, terminó con el lomense yéndose a la gobernación; Fernando de la Rúa con Carlos “Chacho” Alvarez, hizo volar por los aires el gobierno de la Alianza UCR-Frepaso y un país con la crisis de 2001; Néstor Kirchner con Daniel Scioli, con el ex motonauta aislado al punto que nadie en el Gobierno le atendía los teléfonos; Cristina Kirchner con Julio Cobos, una ruptura tras el voto no positivo del radical con un país partido al medio por la pelea con el campo; y ahora Alberto Fernández con Cristina, en una sociedad más por conveniencia que por convicción, pero con un dato: en el inicio, ella tenía más poder político que él.

El analista español Luis Bouza-Brey describe que quien detenta el poder político cuenta con la capacidad de conseguir que “otros hagan lo que él –o ella- quiere”. Y esa cualidad deriva de tres fuentes: la coerción, la persuasión y la retribución. Algo que Cristina Kirchner ejerce sobre un sector de la clase política y de la sociedad pero que también ha generado que otra franja importante la rechace.

“No es que Alberto y Cristina pugnen por dos gobiernos distintos o piensen demasiado diferente. La principal diferencia es la forma de ejercer el poder y, antes que nada, quién de los dos lo detenta”, reflexiona un funcionario.

El mandatario fue contundente al afirmar que “a Daniel Rafecas lo conozco bien. Es el mejor candidato a Procurador que pueda existir”. Los funcionarios que lo rodean afirman que no sólo está convencido sino que es casi una obsesión política para Fernández que Rafecas sea el próximo Procurador General de la Nación. A tal punto, que no tiene un Plan B y se lo ha transmitido al postulante.

Alberto Fernández y Rafecas comparten muchas coincidencias, entre ellas, la admiración por el ex procurador Esteban Righi. Fernández iniciaba su carrera de docente cuando Righi obtuvo por concurso una de las cátedras de derecho penal en la UBA. Rafecas fue alumno de Righi.

Esta semana el Senado, dominado por Cristina, podría tratar el proyecto de ley del Ministerio Público que limita el mandato del procurador a 5 años y define su elección por mayoría absoluta y ya no por los dos tercios. Rafecas no se movió este fin de semana de su postura de poner como condición que si se lo designa, sea por los dos tercios. Argumenta que necesita del consenso para asumir como Jefe de los Fiscales cuyo rol será mayor, teniendo en cuenta que con el sistema acusatorio el papel de los fiscales será central. Y, sobre todo, para no ser un funcionario de la vicepresidenta.

Cristina y por ende Máximo Kirchner le bajaron el pulgar a Rafecas pero el motivo no es que el juez allanó el departamento de Amado Boudou en la causa Ciccone. Cristina necesita un soldado en la Procuración que le responda sin titubeos, como Carlos Zannini (Procuración del Tesoro), Felix Crous (Oficina Anticorrupción) o Carlos Cruz (UIF). Algunos mencionan, como ejemplo de un Procurador ideal para Cristina a Maximiliano Rusconi, abogado de Julio de Vido.

Unas semanas atrás ante la Comisión de Justicia que preside Oscar Parrilli, Rusconi aseguró que había que pensar al próximo procurador como un sujeto “vinculado con el Poder Ejecutivo”. Y ante la consulta de Parrilli, si la oficina de escuchas debería ser manejada por la Procuración, Rusconi respondió: “Me parece que solo puede depender del organismo que tiene a su cargo la investigación de delitos; y ese organismo es el Ministerio Público de Fiscal”.

Además de la oficina de escuchas está en juego el nombramiento de toda la nueva estructura que tendrá la Procuración. El artículo 22 del proyecto de ley del Ministerio Público Fiscal crea “Procuradurías especializadas”. Prevé la Procuraduría de Investigaciones Administrativas, Defensa de la Constitución, Crímenes contra la Humanidad, Criminalidad Económica y Lavado de Activos, Narcocriminalidad, Trata y Explotación de Personas, Violencia Institucional, Recursos de la Seguridad Social y Contra las violencias de Género.

No es lo mismo que Rafecas elija su equipo con sugerencias desde el Gobierno e incluso nombrando en algunas de esas procuradurías a opositores, que si todos esos cargos son cubiertos por La Cámpora. Allí es donde cobra dimensión la disputa de poder de Alberto con Cristina. Con el Ministerio Público en sus manos, Cristina Kirchner consolidaría un poder judicial paralelo que ya asoma con la Procuración del Tesoro; la UIF, organismo contra el lavado; la Oficina Anticorrupción: los representantes en el Consejo de la Magistratura; y el manejo de la Comisión de Acuerdos del Senado.

En la cúpula de Juntos por el Cambio hay un principio de consenso para votar a Rafecas. La teoría del mal menor que lanzó Elisa Carrió terminó siendo digerida por el ala dura. De hecho, Mauricio Macri mandó a decir que no pondrá palos en la rueda. Con Carrió se alinean Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Mario Negri y el resto.

Nadie lo va a admitir públicamente pero hubo contactos entre la Casa Rosada y Juntos por el Cambio para, llegado el momento, alcanzar los dos tercios y designar a Rafecas.

¿Por qué la oposición respaldaría a un juez al que acusan de beneficiar a Cristina cerrando la causa abierta por Alberto Nisman por el Pacto con Irán? Hay una lectura coincidente con Fernández. Rafecas no se identifica ni con el cristinismo ni con el antikirchnerismo o macrismo duro. No hay que olvidar que años atrás Rafecas terminó desestimando dos causas contra Carrió, una por enriquecimiento ilícito y otra por evasión.

“Si el Presidente recula con la designación de Rafecas con nosotros no hay retorno después de lo que hicimos, que nos puso al borde de la ruptura”, argumenta un dirigente opositor al aludir a la foto de Carrió, Larreta, Vidal y otros en su casa, en la que surgió la posibilidad de apoyar al postulante del Gobierno a la Procuración.

La estrategia de Alberto F. podría ser esperar que el proyecto de ley prospere en el Senado pero se trabe en Diputados por falta de votos. Nada haría para sumar voluntades a través de los gobernadores. Entonces, el Frente de Todos no podría avanzar y como además el procurador interino Eduardo Casal no está dispuesto a renunciar, no quedaría otra opción que la Comisión de Acuerdos del Senado llame a audiencia a Rafecas e inicie el proceso de su designación.

“No tener los votos le puede servir pero tarde o temprano Máximo Kirchner va a obligar a Alberto a mostrar sus cartas”, afirma un legislador K.

En la Casa Rosada también se analizó la posibilidad de que Rafecas sea designado por mayoría absoluta pero con un amplio consenso de la oposición. Pero quienes conocen al juez dicen que descree de esa teoría por el desafío que implicaría afrontar la gestión de un Ministerio Público integrado por un 20% cristinista, otro 20% conservador y anti K, y una mayoría que no comulga con los dos extremos.

A esta altura si Rafecas no es Procurador, el costo político para Alberto Fernández podría ser muy alto.

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