Ivo Baeck destacó el potencial del desarrollo minero en la meseta central

Ivo BaeckCon la quita de retenciones a las exportaciones mineras anunciada recientemente por el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, el análisis sobre la viabilidad de los emprendimientos mineros en la región volvió a ser discutido desde distintos aspectos de la sociedad. Al respecto, el gerente general de INFA, Ivo Baeck, trazó una radiografía de los desafíos que la provincia deberá enfrentar en el caso de que se llevaran adelante iniciativas como el Proyecto Navidad, además de analizar la postura social respecto de la minería y la actual legislación de la Provincia, que prohíbe la actividad.

Diario: ¿Qué se puede esperar a partir del anuncio de la quita de retenciones a las exportaciones mineras?

Ivo Baeck: Implica claramente volver a un ambiente que facilite las inversiones por un lado, y que no cambie las reglas del juego, por el otro. Hay voces en contra que sostienen que dicho dinero iba a un fin específico y se deja de recaudar, lo cual es cierto, pero por otro lado nos ponía en una situación desventajosa con otros países de la región, que tienen una carga impositiva mucho menor que la nuestra. Por lo tanto, a la hora de elegir, esta situación nos ponía a los inversores en contra, sumado a la imposibilidad de girar dividendos al exterior, fruto de la restricción de divisas que tiene el país como un tema crónico.

D: Entonces, ¿el nuevo escenario sería favorable?

IB: Esta es una de las tantas cosas que nos favorece, pero no la única. Estamos en un período de precios de commodities muy bajos, el cual se va a sostener durante un tiempo, y creo que la legislación debe virar a ser proporcional al precio del commodity. Hace algunos años, cuando el precio de la plata estaba a 40 dólares, parecía que todo era posible. Pero cuando el valor de la plata se desplomó hasta la cifra actual, aproximadamente de 15 dólares, ninguna cuenta cierra. Esto en Chile se hace de manera bastante prolija y los cánones e impuestos son proporcionales al precio del commodity, lo cual es bastante razonable.

D: ¿Qué sucede con el oro?

IB: Había bajado muchísimo y ahora está en niveles de 1200 dólares la onza, producto de la inestabilidad internacional, pero con la carga impositiva que hay y los costos laborales del país, todavía no es una ecuación que de demasiado bien, en términos relativos. Algo que puede compensar todo esto y donde creo debería haber un mayor foco, es que si uno facilita los créditos mineros y tiene una política racional, integral y de largo plazo, hay que buscar el mayor agregado de valor local. En el caso del cobre, se necesita una masa crítica mucho más grande y en cuanto al oro y la plata, la cuestión es más compleja porque sólo hay dos o tres lugares en el mundo donde se refina el oro.

D: ¿La Provincia tiene la “espalda” económica para hacer frente a un proyecto minero, en cuanto a los bienes y servicios que el mismo implicaría?

IB: La mina Navidad, por ejemplo, es un proyecto muy interesante y de clase mundial, y lo más importante y que en ocasiones no se ve, es la duración de la mina y la cantidad de empleos directos que puede generar durante 20, 30 o 50 años. Es ahí donde uno tiene una cantidad de dinero circulando, que es lo que hace al desarrollo de una localidad y, en definitiva, de una región. Creo que hoy, la provincia, con un petróleo al valor actual y un proyecto minero que puede generar miles de puestos directos en la etapa de construcción y otros 500 de manera permanente, puede haber planes hechos en conjunto entre la provincia y la Nación para llegar a tener la infraestructura necesaria, la cual también va a contribuir al desarrollo de la región. Lo que hay que hacer, siempre que se hace cualquier proyecto minero o extractivo de un recurso no renovable, es pensar cómo se desarrollará la comunidad, entre otras cosas, cuando ese recurso se extinga.
Este proyecto (por Navidad) creo que es de unos 20 o 30 años hacia el futuro, si se sigue explorando un poco más, y se puede pensar en un desarrollo tecnológico, de valor agregado o turístico alrededor de ello, como ocurrió con Madryn con la llegada de la empresa Aluar.

D: ¿Qué pasos son esenciales para la puesta en marcha de un emprendimiento de este tipo?

IB: Las actividades extractivas deben tener exploración y otro tipo de desarrollo, porque en algún tiempo se extinguen y este no es un típico proyecto como el caso de Cerro Vanguardia, que era de 8 años y se fue prorrogando, pero en la minería hay que pensar en la exploración, la apertura, el cierre de la mina y lo que queda después. Es ahí donde el Estado debe pensar en el largo plazo y no solo en el ingreso temporal que va a tener por una actividad extractiva que tiene un inicio y un fin.

D: Existe una importante resistencia de una parte de la sociedad a la minería, más aún tomando en cuenta el antecedente de la localidad de Esquel, en 2002.

IB: Como ciudadanos, tenemos que pensar cuál es el precio que pagamos por esta actividad que nos da un beneficio temporal. En este punto, me permito decir que hay muchos intereses cruzados por parte de empresas y algunas organizaciones que construyen este tipo de fantasmas, y el pasado de algún modo ‘condena’ a la actividad minera, sobre todo si se tiene en cuenta lo sucedido alrededor del siglo XIX o algunas cuestiones de la época de los españoles, con zonas donde aún hay mercurio y no se han podido remediar. Es lógico que la sociedad y todos los ciudadanos desconfíen sobre qué nos va a quedar. Pero, por otra parte, todo esto ha evolucionado y ningún inversor de ningún país del mundo quiere estar metido en desastres ambientales, hoy eso en el mundo es algo que se mira muchísimo. Por lo tanto, debería haber controles y el Estado debería tener un rol activo, aunque la sociedad a veces desconfíe del ‘poder de Policía’ del Estado por diversas razonas, algunas justificadas y otras no.

D: ¿Quiénes deberían controlar la actividad, entonces?

IB: Podría incluirse a entidades científicas y universidades, para que sean ellas las que garanticen a la sociedad que los controles se hagan como corresponde. Afortunadamente, acá estamos rodeados de centros científicos y tecnológicos, tenemos el CENPAT, que tiene todas las capacidades e incluso a través del CONICET puede incorporar, fácilmente, todo lo requerido para monitorear los controles. Tenemos la UTN, que es una universidad con alcance nacional que también tiene un montón de posibilidades y herramientas, y hasta sería una línea de desarrollo para carreras afines. También tenemos la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco” y muchas entidades como el INTI. Estas organizaciones deberían garantizar a la ciudadanía que los controles se hagan en forma estricta y que no haya ‘trampas’, pero también es necesario que todos conozcamos los impactos y beneficios de la actividad minera.

D: ¿Tienen fundamento muchas de las organizaciones que se manifiesta en contra de la minería?

IB: No quiero caer en un cliché, pero la frase dice que ‘un mundo sin minería no es posible hoy’, y basta mirar lo que nos rodea en la cocina de nuestra casa o en la de cualquier ciudadano común. La situación es compleja, desconozco cuántas de esas personas han estado en Gan Gan o Gastre viendo qué es lo que hay ahí, o en Cerro Vanguardia viendo qué es un pit de una mina. Es mucho más difícil sostener una actividad contaminante, como cualquier actividad humana. El término que para mí hay que rescatar, valorar y monitorear es la sustentabilidad de los proyectos, y en esto me refiero no sólo al punto de vista del medio ambiente, que es lo primero, sino también social y económicamente, y donde el desarrollo no quede en manos de unos pocos en detrimento de otros. Nosotros tenemos una riqueza ahí enterrada, que si sigue enterrada, no es nada. Pero si se la explota responsablemente con un plan de desarrollo que no sea sacar todo en cinco años y dejar la tierra arrasada, hay muchas formas de llevar esto adelante.
También hay una cuestión de creencia e ignorancia respecto de ser ‘pro minero’ en un contexto donde se tiene en cuenta a la naturaleza, y muchos no saben que el impacto es muy reducido, proporcionalmente en la zona afectada, la cual además debe ser luego remediada.

D: ¿Es necesario, entonces, que Chubut modifique su legislación minera?

En la actualidad, está prohibida la minería a cielo abierto y la utilización de cianuro, y está la Ley 5001, que en su Artículo 2 establece que hay que hacer un mapa minero, lo cual está incumplido y vencido. Después, surgió la Ley de Iniciativa Popular, prohibiendo la minería en todo el territorio, que fue derogada por Das Neves, por lo tanto hoy hay un vacío legal y actualmente no se puede hacer minería. En la zona de Esquel, por ejemplo, no hay licencia social y no creo que la vaya a haber en el futuro cercano, pero existe toda una zona central de la meseta con un montón de recursos como uranio, plata, plomo, oro, que están esperando a que los chubutenses la desarrollemos en forma responsable y sustentable. En definitiva, es necesaria una decisión política que se haga cargo del desarrollo de la región, dándole trabajo a los chubutenses.

D: ¿Qué otro punto deberían articular la Provincia y la Nación?

IB: Por ejemplo, el Impuesto a las Ganancias es un impuesto provincial que está delegado a la Nación. Entonces, como la renta pasa principalmente por el Impuesto a las Ganancias, desde el punto de vista fiscal se dice que en la provincia no queda nada. Esta es una discusión que habría que dar con Nación. La renta que le queda a la provincia y que no va al fisco, son los salarios de la gente que trabaja de forma directa e indirecta, que eso es lo que genera riqueza. Pero es cierto que desde el punto de vista fiscal, el mayor tributo es el Impuesto a las Ganancias, y eso hoy está pasado de las provincias a la Nación, y se viene prorrogando este pasaje. Pero esta discusión deberían darla las provincias, no con la empresa minera, sino con el Estado Nacional, lo cual es una cuestión pendiente.

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