Malvinas: Una historia de despojos
A 32 años del inicio de la operación de la dictadura cívico militar en las Malvinas, la reafirmación de la soberanía de las islas se convirtió en un tema de agenda internacional y una bandera latinoamericana. Gran Bretaña, con el apoyo de la OTAN, convirtió ese territorio apacible en un enclave militar colonialista. La Fortaleza Malvinas, Mount Pleasant, la base aeronaval más grande en el continente suramericano, expone a su poder vigilante los mares y territorios del Sur. Asociada con los EE.UU., la alianza europea extiende su dominio hasta Tierra del Fuego y más allá. Mientras tanto: ¿qué buscan las potencias? Agustín Rossi explica la posición argentina, empeñada en sostener la paz en la región
Fortaleza Malvinas
Reporta el periodista Raúl Argemí que para afirmar su potestad sobre Las Malvinas y, de hecho, los mares aledaños, los británicos, con apoyo de EE.UU., han construido en la Isla Soledad la gran base militar de Mount Pleasant (Monte Agradable), la llamada Fortaleza Malvinas. Inaugurada en 1986, tiene una pista de aterrizaje de 2.590 metros de longitud, que permite la operación de transportes de tropas y blindados como los gigantes C-5, un puerto de aguas profundas donde atracan submarinos convencionales y atómicos, e instalaciones donde se albergan varios miles de efectivos militares y otros tantos “contratistas”, figura de fantasía que encubre a mercenarios técnicos y militares.
Ni la defensa de un puñado de civiles malvinenses, ni las supuestas operaciones contra el narcotráfico justifican tal despliegue de fuerzas, como no sea porque allí se entrenan contingentes de soldados que participan en las guerras de Gran Bretaña. También es inquietante la afirmación de los especialistas de que allí, en función de hipótesis bélicas que conducen a una nueva Guerra Fría, se almacenan explosivos nucleares.
Las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur son hoy una pieza importante en la estrategia global del imperialismo y particularmente en el accionar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), actualmente extendida por todo el planeta. Concretamente, integrada al sistema global de inteligencia y comunicación de la OTAN, es uno de sus enclaves mejor equipados y, lejos, el mayor en el hemisferio sur. Pero los británicos no están solos, porque su socio mayor en la OTAN es EE.UU., que comparte los servicios malvineros, en parte para sus bases sudamericanas del llamado Comando Sur, que se complementa con la resucitada IV Flota de Guerra de los Estados Unidos patrullando el litoral atlántico.
Un documento de 2008, el que define “La Estrategia del Comando Sur hacia 2018” deja clara la idea de que el sistema de seguridad a nivel continental debe garantizar al Pentágono la posibilidad de realizar operaciones en cualquiera de los países de la que consideran su “área de responsabilidad” y también en los que denominan “espacios neutrales”, es decir aguas internacionales, espacio aéreo, espacio cibernético. El Atlántico Sur es uno de ellos.
Con base compartida en las islas tiene el control del Atlántico sur, de las rutas que unen América con África, la conexión el continente Antártico, y el paso al Pacífico por el Estrecho de Magallanes y el Pasaje de Drake. ¿Qué está en juego? Los campos petroleros marítimos descubiertos recientemente en Brasil, sus equivalentes en el mar continental argentino y las riquezas pesqueras de la Patagonia.
Arma por arma. La Fortaleza Malvinas cuenta oficialmente con unos 1.500 efectivos, de los cuales residen en forma permanente algo más de 500 y los otros mil son parte de contingentes rotativos que llegan para un entrenamiento de combate que puede durar desde un mes y medio hasta cuatro meses, antes de seguir viaje hacia Irak o Afganistán. Teniendo en cuenta que los “kelpers” civiles son 2.800, sin incluir los civiles de la base, uno de cada tres habitantes de Malvinas es militar.
Todo por los recursos naturales
El gobierno argentino recibió otro apoyo diplomático significativo al reclamo de diálogo que hace nuestro país para destrabar la cuestión Malvinas, afirmó el Ministro de Defensa, Agustín Rossi. En ese sentido, los 54 países de la Unión África se declararon en consonancia con “Sudamérica” en el sentido de respaldar “los derechos de soberanía de la Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes”.
En un artículo publicado en The Times, el canciller Héctor Timerman reiteró el pedido de abrir el diálogo sobre la soberanía de las Islas Malvinas y aseguró que “hoy no hay espacio para rechazar el diálogo”.
Las Islas Malvinas –ubicadas en el Atlántico Sur, a 600 km de la Argentina Continental– desde la ilegal ocupación británica del año 1833, y hasta el presente, han sido objeto de permanente reclamo de ante los principales foros internacionales y ante el propio Reino Unido, formulando las protestas correspondientes cuando se ha cuestionado nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos Circundantes. Ellas son incuestionablemente argentinas desde el punto de vista histórico, geográfico y jurídico.
Lejos de ser una efeméride del pasado, el conflicto sobre Malvinas tiene una dramática actualidad porque el Reino Unido repite aún hoy su modelo de expansión neocolonial. En principio, Inglaterra redobló en los últimos años su negativa a negociar la soberanía territorial sobre las Islas después de que técnicos británicos confirmarán en 60 mil millones de barriles de petróleo las reservas de crudo existentes en dichos archipiélagos. De esa manera, Londres entendió y entiende que el conflicto ganado en el año 1982 derivó en una plaza importante para consolidar su seguridad energética.
Uno de los aspectos destacados del discurso de la presidenta Cristina Fernández en la Asamblea de Naciones Unidas con respecto al conflicto por Malvinas tuvo que ver con lo referido a las comunicaciones áreas entre las islas y el continente.
Los vuelos entre Punta Arena, Chile, y las islas Malvinas tienen su origen en los acuerdos firmados el 14 de julio de 1999 entre el presidente Carlos Menem y el primer Ministro británico Tony Blair. Estos vuelos, principal vínculo entre las islas y el territorio americano, tenían hasta la presidencia de Néstor Kirchner dos modalidades: Unasur y las Malvinas como bandera
Esta semana, Latinoamérica volvió a hablar sobre la problemática del bloqueo comercial. Y, extrañamente, la noticia no estuvo vinculada al histórico cerco económico de Estados Unidos contra Cuba sino, según acusaciones británicas, a la hostilidad que ejerce la Argentina y los países suramericanos “contra los habitantes” de las Islas Malvinas.
Soberanía pacífica
Las islas son una cuestión donde se juega el interés latinoamericano ante el avance de políticas coloniales.
Hablar de la “cuestión Malvinas” es hablar de nuestra historia como país, como Nación, pero también hoy, luego de casi once años de gobierno nacional y popular, podemos decir que Malvinas representa, como ninguna otra, la defensa pacífica de los recursos naturales de la patria grande latinoamericana.
Malvinas ya no es sólo un reclamo del legítimo derecho de la integridad territorial argentina, probada histórica, geográfica, política y legalmente, sino que simboliza la reivindicación de la defensa pacífica regional frente a la militarización y al neocolonialismo británico, y representa la protección de los recursos estratégicos de Latinoamérica frente al poder imperialista extrarregional y sus armas de destrucción masiva.
Malvinas hoy es una cuestión de Estado, no sólo porque lo exprese nuestra Constitución Nacional, sino porque el Gobierno Nacional llevó adelante una política activa en cada uno de los ámbitos de acción que colocó esta cuestión en el máximo lugar de la agenda pública nacional, regional e internacional.
Así lo demuestran las declaraciones adoptadas en el ámbito del Mercosur, de la Unasur y de la Celac sobre la necesidad de que, tal como lo solicita la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de diversas resoluciones, el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte reanuden el diálogo a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Pero sobre todo, las declaraciones adoptadas por otros foros y organismos extrarregionales, como por ejemplo el Grupo de los 77, la Unión Africana y los países Árabes.
El apoyo al pedido constante argentino de reanudar el diálogo por parte de grupos de intelectuales, artistas, legisladores y personalidades de todos los lugares del mundo, incluso el impulso de los jóvenes del Reino Unido de Gran Bretaña, son la muestra de la anacrónica posición del gobierno británico como potencia neocolonial y de la legítima acción del gobierno argentino para exponer al mundo en cada una de sus actos y declaraciones el legítimo y pacífico reclamo sobre la cuestión Malvinas.
*Miradas al Sur, Tiempo Argentino