MISTERIOS DEL UNIVERSO

¿Por qué los astronautas sufren de dolor de cabeza?

Son muchos los peligros que acechan más allá de la línea de Kármán, esa frontera entre la Tierra y el espacio y que se extiende a 100 kilómetros de altura. Y no hablamos de extraterrestres, sino de impedimentos que el espacio le pone a nuestros cuerpos, que han aprendido a funcionar aquí, a 9,8 m/s2 de gravedad, un 21% de oxígeno y una presión razonable. Y, según un estudio reciente, uno de esos peligros preparados para saltar sobre cualquier astronauta es el dolor de cabeza espacial.
Sabíamos bien que, en el espacio, debido a la gravedad, los gases se expulsan peor y que, a veces, hace falta tratarlos para evitar problemas. Sabemos también que los huesos se debilitan cuando no se tienen que oponer a la fuerza gravitatoria. Sin embargo, aunque se había descrito casos de dolor de cabeza, seguimos sin saber el motivo exacto que hay tras estas cefaleas. Por eso es tan importante que estudios como estos abran el camino a nuevas líneas de investigación.

Migrañas y otros monstruos

El estudio mantuvo vigilados a 24 astronautas a los que se les asignaron expediciones a la Estación Espacial Internacional entre 2011 y 2018 durando, cada una de ellas, unas 26 semanas. De esos 24, 9 no habían tenido dolores de cabeza nunca y 3 habían tenido algún dolor de cabeza especialmente intenso que interfirió con su vida diaria. Sin embargo, ninguno estaba diagnosticado con migraña ni tenían dolores de cabeza recurrentes en tierra.
Los participantes sumaron, entre ellos, 3.596 días en el espacio y, de los 24, 22 experimentaron uno o más episodios de dolor de cabeza. Parte del registro consistió en cuestionarios diarios durante la primera semana y semanales a lo largo del resto de la expedición. Sumados, llegaron a experimentar 378 y, en porcentaje, podemos decir que un 92% de los astronautas experimentaron dolor de cabeza durante la expedición, un porcentaje muy superior al 38% al que le había dolido la cabeza antes de ir al espacio.
El 90% de ellos eran dolores de cabeza de tipo tensional, mientras que el 10% fueron clasificadas como migrañas. Los investigadores también revelaron que estos dolores de cabeza eran más intensos y más parecidos a migrañas durante la primera semana que durante el resto del viaje. Durante los tres meses posteriores, ya en tierra, ninguno de los astronautas experimentó dolor de cabeza alguno. Algo ocurre, sin duda, y por eso es tan importante investigar en el campo de la medicina espacial.

La otra medicina de las estrellas

Hubertus Strughold era médico alemán y entre su currículum constaba haber sido el padre de la medicina aeroespacial, así como haber participado en los experimentos de Dachau y otra serie de crímenes perpetrados durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, lo que nos hace hablar de Strughold es lo primero, pues abrió el camino a una nueva rama de la medicina realmente apasionante.
Un cuerpo humano en el espacio funciona bajo unas reglas totalmente diferentes. Nuestro organismo no solo ha evolucionado adaptándose a las condiciones de nuestro planeta, sino que hemos crecido siendo torneados por esas mismas condiciones. La gravedad, la presión atmosférica, la radiación y la atmósfera de otros mundos pueden alterar incluso las actividades más fundamentales de nuestras células.

Un juego casi completamente nuevo

Sin ir más lejos y para entender hasta qué punto los ambientes extraños tienen consecuencias extrañas, parece ser que la microgravedad se relaciona con un crecimiento más lento de los tumores. Son muchas las consecuencias que tiene el espacio sobre nosotros, ya sea en la superficie de un mundo alienígena o orbitando a 400 kilómetros de la superficie terrestre, en la Estación Espacial Internacional.
Las implicaciones de estas nuevas reglas de la fisiología pueden ser predichas hasta cierto punto, pero para entenderlas en profundidad hará falta algo más que teoría, necesitaremos estudiar cómo responden muchos cuerpos humanos al entorno en cuestión y extender el estudio durante suficiente tiempo como para ver las implicaciones a largo plazo. Ese es un buen motivo por el que ahorrar en previsiones rotundas.
Y, como no podía ser de otro modo, en este caso seguimos sin saber exactamente a qué se debe este aumento tan notable de los dolores de cabeza en el espacio. Hay hipótesis, por supuesto, pero ninguna está muy clara y podría ser, incluso, que entre el viaje al espacio y el dolor de cabeza solo haya una relación indirecta y no de causa-efecto. Habrá que seguir apostando por la medicina espacial para que, en algún momento, cuando viajar al espacio sea

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