EN AMÉRICA LATINA

El cambio climático avanza hacia un punto de no retorno

América Latina ha vivido durante la segunda mitad de 2023, un clima absolutamente inédito, en el que se han combinado varios factores, que incluyen el fenómeno de El Niño y el calentamiento global. La región ha experimentado eventos extremos; desde sequías históricas, olas de calor que batieron récords históricos de temperatura, huracanes de muy rápida intensificación, así como eventos severos de precipitaciones que causaron inundaciones con miles de desplazados en el continente.

El reporte de la Organización Meteorológica Mundial para América Latina y el Caribe, lanzado en julio de 2023, ya mostraba la tendencia que El Niño llegaría a confirmar durante esta segunda parte del año.

Pronósticos desastrosos

En vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP28, Rodney Martínez, representante de la Organización Meteorológica Mundial para América del Norte, Centroamérica y el Caribe, hizo un balance climático de este año, marcado por el regreso de El Niño.

Rodney se preocupa por los datos y por la evidencia. Como científico, hace un llamado urgente a las autoridades de los países del mundo para tomar decisiones pragmáticas y ancladas en la realidad de las personas más vulnerables.

El Niño es un patrón climático de origen natural asociado al aumento de la temperatura de la superficie del océano en las partes central y oriental del Pacífico tropical. Se produce, en promedio, en ciclos que van desde los dos hasta los siete años, y los episodios suelen durar entre nueve meses y un año.

Pero este año el océano Atlántico ha estado inusualmente cálido también. ¿Es normal durante una etapa de El Niño? “Las temperaturas registradas en el Atlántico en este año son inéditas y superan la tendencia observada en las últimas décadas. Estas condiciones han modificado las teleconexiones asociadas con la temporada de huracanes. Usualmente hubiésemos tenido una temporada de huracanes por debajo del promedio, pero esta vez la temporada fue más intensa y dejó eventos sumamente destructivos, como lo fue por ejemplo el huracán Otis que impactó a México”, explicó Rodney.

Se están sobrepasando los límites

Julio, agosto, setiembre y octubre de 2023 se convirtieron en los meses más cálidos de la historia en el planeta. Y desde julio hemos observado que varios días del año han superado los 1,5 grados Celsius, el umbral usado en el Acuerdo de París como la meta de aumento de temperatura.

Olas de calor nunca antes vistas en Sudamérica. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, el 1° de agosto la temperatura superó los 30°C, marcando el comienzo de agosto más cálido en 117 años de datos. En Río de Janeiro, se registraron temperaturas superiores a 42 grados y sensaciones térmicas por encima de los 53 grados.

“Estamos en aguas desconocidas. Los modelos actuales de predicción no alcanzan para resolver estas condiciones inéditas”, señaló Rodney.

Flora, fauna y personas afectadas

Los océanos absorben calor y ayudan a regular la temperatura en la Tierra, pero estamos llegando a su límite de capacidad de almacenamiento y esto influye en lo que sucede en el resto del planeta.

“Hemos registrado olas marinas de calor en buena parte de los océanos del mundo, en el Atlántico se han experimentado aumentos de 3,5 y 4º grados por encima de lo normal, con severos impactos en los ecosistemas. El Niño, sumado al calentamiento global, traerá impactos diferenciados para países y regiones”, explicó el especialista.

La sequía en el Amazonas ha marcado un nuevo precedente histórico: deja ríos secos, delfines y peces muertos, y poblaciones autóctonas con serios riesgos en su seguridad alimentaria.

“El huracán Otis es otro ejemplo. Pasó de ser tormenta a huracán categoría 5 en tan solo horas, tomando muchas vidas humanas, pérdidas económicas y la interrupción severa de las actividades de las cuáles dependen miles de familias en Acapulco. Somos testigos por un lado de los incendios forestales en Bolivia, las restricciones en el Canal de Panamá por el descenso del nivel de aguas y, por otro, de las inundaciones que afectaron recientemente al sur del continente y que han dejado miles de personas desplazadas”.

Áreas distintas, problemas distintos

Estos fenómenos afectan a todos los países y regiones, al respecto Rodney expresó: “En primer lugar debemos tener claro que no se puede entender lo que pasa a nivel nacional o local con base en las tendencias y predicciones globales. Son escenarios distintos. Por ejemplo, si bien hemos visto un fenómeno general de sequía en Centroamérica, datos hidrometeorológicos muestran que algunas zonas, como el Pacífico Norte de Costa Rica mostraron durante Octubre una desviación del 33% por encima del promedio en las precipitaciones, mientras que en el Caribe Norte fue de 25% por debajo de la tendencia histórica. Todo esto en un país sumamente pequeño en comparación con muchos otros del continente”.

Y pronosticó: “El Niño, sumado al calentamiento global, traerá impactos diferenciados para países y regiones. Así por ejemplo, mientras la Amazonía (Ecuador, Venezuela, Brasil, Colombia) tendría menos lluvias, el sureste de Sudamérica podría registrar más precipitaciones: Uruguay, parte de Paraguay y el norte de Argentina”.

¿Qué pueden hacer los países?

“En este contexto necesitamos hoy más que nunca invertir en la modernización y continuidad de los servicios meteorológicos nacionales. Requerimos de instituciones meteorológicas sólidas. Sistemas de alerta temprana eficientes para poder identificar los riesgos, informar a la población y proteger a las personas más vulnerables que en buena parte están localizadas lejos de las grandes ciudades”, afirmó Rorney.

“El peor error que podríamos cometer es desinvertir en estas instituciones o reducir sus capacidades operacionales. Esto implica afectar, una de las herramientas más eficientes para hacer frente a la crisis climática. La información meteorológica salva vidas, protege comunidades, cuida de la economía de las familias y es un bien público que impulsa el desarrollo”.

 

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