Un elegante y habitualmente concurrido quincho de la costa madrynense fue el escenario de un encuentro entre dirigentes políticos de Chubut. Según trascendió el anfitrión de Puerto Madryn invitó a un ilustre electo y ambos se deleitaron con la sola idea de saborear las mieles del poder.

Al parecer, mientras disfrutaban de placeres mundanos de la gastronomía, los partícipes del encuentro analizaron el escenario político y económico de cara a un nuevo mandato de gobierno. Ocurre que los invitados al convite tendrán responsabilidades públicas a partir del mes de diciembre, y mientras se acuerdan estrategias para llevar adelante una relación saludable en términos institucionales, se intercambian figuritas para garantizar que nadie le pise los callos al otro.

Los engranajes del poder ya están en movimiento, y los colores partidarios se desvanecen en el aire, cual recuerdo lejano.

Después de todo, una mano lava la otra y las dos lavan la cara, y cuando no están en ese trámite higiénico, suelen ser útiles en las bancas legislativas a nivel local y/o provincial. A buen entendedor pocas palabras.