GASODUCTO NÉSTOR KIRCHNER

Hoy se inaugura una obra de US$2.500 millones de alto impacto

La construcción de la primera etapa del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) demandó una inversión de US$2.500 millones, pero la envergadura y logística de su construcción dejó un impacto equivalente a más del 12% del Producto Bruto Geográfico (PBG) en la zona de influencia por la que pasa el tendido, junto con la creación de 40.000 puestos de trabajo y un fuerte impulso en materia de innovación tecnológica.

Tras un plazo récord de 10 meses de obra para su concreción, este domingo 9 de julio el presidente Alberto Fernández; la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner; y el ministro de Economía, Sergio Massa, encabezarán la inauguración de gasoducto en el partido bonaerense de Salliqueló.

El acto se llevará a cabo en un predio lindero a la planta Saturno que opera la transportista TGS, que será el punto de vinculación con el gasoducto Neuba II, a través del cual llegará el gas producido en Vaca Muerta en una primera instancia con 11 millones de metros cúbicos por día (m3d) hasta el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA).

Ese volumen se ampliará a entre 22 y 24 millones cuando se incorporen las nuevas plantas compresoras; y a 44 millones, una vez inaugurado el segundo tramo.

Si bien el final de obra de 573 kilómetros se espera para los próximos meses, el GPNK ya tiene su habilitación operativa luego de un trabajo contrarreloj que desde septiembre de 2022 condujo la empresa estatal Energía Argentina (Enarsa), junto a las contratistas nacionales privadas Techint, Sacde y BTU.

La inversión estimada para la Etapa I del GPNK -entre la localidad de Tratayen, en la provincia de Neuquén, y Salliqueló, en el distrito bonaerense- y sus obras complementarias que integran el gasoducto Mercedes-Cardales, el loop de ampliación Neuba II y la nueva planta compresora de Mercedes, se estiman en un total de US$ 2.524 millones.

Una obra central

El gasoducto, que comprende una segunda etapa próxima a ser licitada para completar otros 1.050 kilómetros de extensión, es un componente central del conjunto de obras destinadas a ampliar la capacidad del sistema de transporte de gas y a optimizar su utilización, con nueva infraestructura y su interconexión de los sistemas de transporte existentes.

Su potencial radica en las posibilidades de autoabastecimiento, en la exportación futura de gas natural y en mejoras en la competitividad industrial del país, por el desplazamiento de combustibles más caros por el gas natural de Vaca Muerta, entre los aspectos más destacados.

La envergadura que tuvo la obra se refleja en el impacto local y nacional que tuvo la inversión en el GPNK y sus complementarias, que equivale al 12% del Producto Bruto Geográfico (PBG) del área de influencias del proyecto a lo largo de las cuatro provincias que atraviesa: Neuquén, Río Negro, La Pampa y en distintas zonas de Buenos Aires.

Allí, la distribución de beneficios indirectos se percibió en departamentos como Añelo, en la provincia de Neuquén; General Roca, en Río Negro; Puelén, Limay Mahaida, Curacó, Utracán y Atreuca, en La Pampa, Adolfo Alsina, Guaminí, Tres Lomas, Salliqueló, Hipólito Yrigoyen, Carlos Casares, Exaltación de la Cruz, Lujan, Mercedes, Navarro, San Andrés de Giles y Zarate, en la provincia de Buenos Aires.

Esos US$ 2.524 millones además tuvo su incidencia para el agregado nacional por el equivalente al 1,9% del presupuesto de la Administración Pública y al 0,4% del PIB argentino de 2022, de acuerdo a estimaciones realizadas por Energía Argentina y la Universidad de Buenos Aires.

Es que una obra de estas características tiene un efecto multiplicador sobre la inversión y el consumo, al impulsar una amplia gama de actividades productivas que abastecen insumos y a la vez generan empleo calificado en numerosas localidades del país que impulsan el consumo de los hogares.

La inversión en el GPNK, que asciende aproximadamente a $310 mil millones de pesos, es una suma que incrementará el Valor Bruto de Producción (VBP) de la economía en $540 mil millones, en valores estimados al inicio de la obra.

Pero en términos relativos, ese impacto se puede traducir en que de cada $1 invertido en la construcción del gasoducto y las obras complementarias se generaron $0,74 adicionales en el resto de la economía, dentro de la cual los sectores más beneficiados fueron la industria manufacturera, la construcción, la explotación de minas y canteras, comercio, transporte y almacenamiento.

En materia de empleo se afirma que la obra principal que se abarcó en tres frentes simultáneos a lo largo de la traza, tuvo un fuerte impacto en la generación de puestos de trabajo y alcanzó los 5.500 directos y unos 40.000 si se consideran los indirectos.

El impacto en la innovación tecnológica

Para esta primera etapa de construcción, las contratistas de los renglones 1 a 4 movilizaron más de 2.300 maquinarias y equipos e incorporaron nuevas tecnologías, entre los que se incluyeron equipos de transporte; equipos de soldado; tiendetubos; equipos de elevación; grupos electrógenos; motocompresores; motobombas; excavadoras, topadoras y equipos viales.

Se destacó particularmente el sistema de soldadura automática importado desde Estados Unidos para esta obra, cuya utilización por primera vez en Argentina incrementó significativamente el ritmo de producción, minimizando tiempos y errores.

En el mismo sentido, las plantas doble juntas permitieron soldar dos tubos de 12 metros cada uno, para bajar al terreno los caños ya con una soldadura previa y minimizar los traslados y las tareas en la traza, lo que contribuyó al salto de productividad en el proceso la construcción en tiempo récord.

Pero además de lo cuantitativo, al reducir los plazos de los 24 meses originales a sólo 10, se generaron nuevas capacidades locales para el uso de este tipo de tecnologías, lo que dejará operarios ya formados para el desarrollo de las futuras obras de ampliación del sistema de gas proyectadas.

Las empresas llevaron adelante diferentes estrategias de contratación, tales como priorizar las propias redes de reclutamiento para convocar a sus expertos de todo el país, a partir de bases de datos y bolsas de trabajo, y la articulación con gobernaciones provinciales, intendencias locales y delegaciones regionales de la Unión Obrera de la Construcción.

La prioridad fue la contratación de trabajadores provenientes de las provincias donde se realizó la obra, para la cual se incorporaron 340 mujeres que representaron un 6,9% del total, pero en casos específicos se debió recurrir a expertos calificados del exterior.

Trabajadores de la industria del gas destacaron la “autonomía energética”

Desde la Asociación de Personal Jerárquico de la Industria del Gas Natural, Derivados y Afines (APJGas), destacaron que el GPNK es “una obra necesaria” para apuntar hacia la “autonomía energética”, y valoraron tanto su modo de financiamiento como la tarea de Enarsa en la dirección del proyecto.

“Los trabajadores/as de la industria del gas natural sabemos que es una obra necesaria. Lo dijimos públicamente cuando otros dudaban”, señala el comunicado difundido por APJGas.

Desde la asociación destacaron que el proyecto permitirá encaminar al país “hacia la independencia energética y confluir con los países de la región en soluciones comunes que mejoren la calidad de vida”.

Además, enfatizaron que la obra fue “ejecutada en 350 días” pese a los “pronósticos agoreros de los conocidos de siempre” y las “polémicas estériles sobre los actores de su ejecución producidos al inicio de la exportación.

“Las limitaciones económicas, los vaivenes políticos o la lucha por la distribución de la renta no detuvieron el primer tramo de una obra que beneficiará el desarrollo nacional, mejorará la calidad de vida de millones de familias y equilibrará las posibilidades de crecimiento en varias provincias argentinas”, señalaron desde la asociación que, en nombre de los trabajadores que la integran, prometió operar y mantener el GPNK “con orgullo y eficiencia”.

El documento señala que, bajo el proyecto, “confluyeron cerca de 45.000 trabajadores”, entre aquellos pertenecientes a los sectores de la “construcción, metalurgia, sistemas, petróleo, gas”, entre otros, quienes “demostraron su capacidad individual y construyeron una sabiduría colectiva que permitió superar los desafíos de la geografía cambiante y la irrupción de nuevas técnicas laborales y operativas”.

En particular, hicieron énfasis en dos puntos del proyecto: el financiamiento, por haberse utilizado “el 25% del discutido impuesto a la riqueza”; y la dirección de la obra por Enarsa “contra la opinión de quienes pretendían dejar su ejecución y el devenir futuro de la operación en manos de las productoras de hidrocarburos”.

Se trata -señalaron- de “otra muestra de que la gestión estatal puede ser exitosa si los objetivos son claros y las políticas se anticipan con claridad, sosteniéndose en el tiempo”.

Por último, el documento indicó que el GPNK junto a las obras complementarias, como el gasoducto Mercedes-Cardales y la reversión del Gasoducto Norte, “mejorarán el consumo domiciliario, comercial, industrial y de generación eléctrica; y abrirán la posibilidad de iniciar una política sostenible de exportación a los países limítrofes”.

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