HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Respondiendo al clamor popular

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Haciendo un pequeño y exhaustivo análisis sobre las preferencias de mis numerosos (favor de no reírse tan estruendosamente) lectores he llegado ala conclusión que son las historias sobre animales las que mayores éxitos han cosechado. Vaya uno a saber por qué, pero parece que la gente se divierte más con las peripecias de un colibrí en celo que con las sesudas explicaciones científicas del funcionamiento interno de las glándulas salivales.
Como sea, la cuestión es que uno se debe a su público, y como todo arte que sobrevive gracias al reconocimiento popular, caeré en el facilismo de darle al César lo que es del César. ¿De qué César habló? No, ni idea, pero quedaba tan bien la frase ahí que me dio pereza andar buscando otra para sustituirla.
A lo nuestro, que la mañana se hizo tarde y la tarde se hizo noche y a la noche me da sueño y a la miércoles la inspiración literaria.
Podríamos empezar diciendo que el gorila, cuando tiene hambre saca su lengua, ¿eso usted lo sabía? Yo tampoco, es que no acostumbro invitar a muchos gorilas a cenar, lo que sí es interesante es saber que el cocodrilo, sin embargo, no puede sacar la lengua. ¿Por qué es interesante? Porque no creo que sea muy placentero tener a un cocodrilo hambriento enfrente, y si encima vamos a esperar que saque la lengua para confirmarlo… Eso sí, por ahí leí que uno de esos bichos, más peligrosos que una cartera, pueden correr más rápido que un caballo. Así que ni lengua ni cercanía, para mirarlos nada mejor que un buen prismático.
¿Se acuerda que alguna vez hablamos de la vida sexual de los chanchitos? Bueno, los monos Bonobo no le envidian nada a los porcinos, estos bichos también poseen una ajetreada vida amorosa, hacen el amor sin importarles ni el sexo ni la edad, así que por ahí andan un joven a un adulto y viceversa, hembra con hembra, macho con macho o macho con hembra, todo vale con los bonobo, famosos en los bosques de tierras bajas al sur del río Congo en la República Democrática del Congo por el grito que pegan los lugareños cuando ven a uno: “No te agaches que viene un bonobo”. Por obvias razones está en peligro de extinción.
El que no está en peligro de extinción es el ganado bovino en la India, ya que se trata del país con más cantidad de estos mamíferos en todo el mundo, calculan que andan por las 197.300.000 cabezas. Obviamente porque la religión budista prohíbe comer carne bovina, pero, bueno, que si siguen así van a tener que donarles toda la península a las vacas, ¿estará también prohibido el control de natalidad vacuno?
Pero si hablamos de récords, lo de la gallina leghorn blanca es totalmente encomiable, parece ser que en cierto condado de Inglaterra lograron cronometrar a una de estos pajarracos que logró poner 371 huevos en un año. No parece mucho, pero imagínese poner un huevo por día, no es moco de pavo, es huevo de gallina.
Además, otro espécimen de la misma clase de gallináceos fue el que puso el huevo más grande, Saturnina, una leghorn blanca del poblado Vineland en Nueva Jersey, Estados Unidos, puso uno que pesó 454 gramos, estamos investigando si se trataría del primer huevo por cesárea de la historia.
Y hablando de gritos –al poner ese huevo estoy seguro que esa gallina no se quedó callada- el animal más ruidoso es la ballena azul, sus sonidos pueden registrarse hasta los 188 decibelios y puede ser oído por otras ballenas hasta 1.600 kilómetros de distancia. Y si bien no son 1.600 kilómetros, lo del mono aullador igual es la mar de molesto para sus vecinos, sus gritos pueden ser oídos hasta tres kilómetros a la redonda. Y eso que no pone huevos.
¿Y el insecto más ruidoso? preguntará usted, curioso lector. No lo dude, no es el mosquito que le zumba en el oído a la hora de la siesta, se trata sin embargo de la cigarra, que puede ser escuchada a 400 metros.
Si hablamos de velocidad todos sabemos que el guepardo es el mamífero más rápido en distancias cortas, alcanza los 105 kilómetros por hora, pero al ratito se cansa y desiste, no es el caso del berrendo, una especie de venado, que puede estar un buen rato corriendo a 88 kilómetros por hora. No, ninguno de los dos ha puesto un huevo aún.
Pero si de rapidez hablamos no hay con qué darle al halcón peregrino, que es el ave más rápida en picado con sus fantabulosos 180 kilómetros por hora.
Por último, quería dejarles el recuerdo del escarabajo Atlas, que es uno de los insectos más fuertes, puede levantar más de ocho veces su propio peso corporal, equivalente a un hombre levantando un tanque. Eso sí, hasta ahora no se le animó al huevo de Saturnina.

Por Javier Arias
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