Elecciones 2021: Debates chubutenses, estrategias e impulso final

Por Rubén Zárate*

Los debates de los candidatos a diputados y senadores nacionales realizados la semana pasada en la sede de la UNPSJB, permiten hacer un balance desde las PASO e identificar algunos rasgos que adoptan las estrategias electorales rumbo a las elecciones generales del 14 de noviembre. Todo indica que este impulso final va a configurar aspectos importantes de las trayectorias hacia el 2023.

El factor Chubut

Chubut forma parte de un grupo exclusivo de ocho provincias que eligen senadores; eso hace que estrategas, analistas y medios la tengan en el centro de atención desde fines del año pasado. Esta vigilancia sobre el comportamiento político provincial se asienta sobre un signo de interrogación persistente respecto de las formas que adopta el Frente de Todos fuera de AMBA, en particular porque su gobernador, alineado con Sergio Massa, se encuentra enfrentado al Partido Justicialista desde el inicio del gobierno.
Los resultados provinciales del 12 de setiembre no fueron una sorpresa para la mayoría de los analistas, pero sí parecen haberlo sido para algunos de los dirigentes. Lo que sí asombró a unos y otros, es la magnitud del triunfo de Juntos por el Cambio con el 39,50% del total de los votos y que el joven Ignacio Torres venciera con el 58,7% a dirigentes radicales de gran experiencia y arraigo territorial.
La derrota del Frente de Todos con el 26,65% de los votos, con una performance por debajo del promedio nacional, fue un golpe duro no solo para el Partido Justicialista provincial, sino para las expresiones políticas chubutense que se sienten parte del oficialismo nacional, reforzado esto por la pérdida del oficialismo provincial que apenas alcanzó el 13,15% del total de votos.
Las otras expresiones electorales, Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad y Partido Integración Chubutense, obtuvieron el 9,41% y el 7,20% de los votos respectivamente, confirmando una tendencia hacia una mayor diversidad de las expresiones del electorado provincial. Ambas fuerzas se manifestaron conformes con sus resultados, el FIT-U porque expresa un crecimiento y una exitosa interna, y el PICH porque siendo la primera experiencia de sus candidatos muestran que tienen un lugar en la política.
Además, los votos en Blanco (3,56%), Nulos (6,56%) e Impugnados (1,16%), mostró que cerca del 10% de los electores en la primera ronda no encontraron quienes los satisfagan, ni aún por descarte. Esto, sumado a quienes no fueron directamente a votar, crea una incertidumbre que desafía a quienes pasaron al turno de noviembre. La selección inicial no había sido fácil; no hay que olvidar que para las PASO quedaron solo 9 listas habilitadas de un total de 14 que habían sido presentadas. Ciertas prácticas excluyentes en algunas fuerzas también dejaron sus marcas en este proceso electoral.
De mantenerse estos resultados la representación mayoritaria en el Senado de la Nación de la provincia del Chubut cambiaria de signo político luego de más de 20 años, y por primera vez sería de signo distinto al oficialismo provincial y nacional.

El debate de los debates

El debate en la categoría de Diputados fue incompleto. La ausencia de las candidatas de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos, sin explicaciones satisfactorias y con un costo político posible dado lo volátil del escenario electoral, provocó un vacío importante ya que ambas fuerzas representan el 67% del total de quienes concurrieron a las urnas en las PASO.
Pero el poder político es siempre relacional. La dificultad para aprovechar la ocasión de parte de quienes estuvieron presentes y expresaron las otras fórmulas políticas en esa mesa no parece haber incrementado el costo inicial de la ausencia, perdiendo una oportunidad interesante para disputar bases electorales que tienden a cambiar entre las PASO y la general.
Esto también es un indicador de la forma que adoptó el debate, cada candidato/a profundizó esa tendencia conservadora a seguir un libreto evitando las interacciones más fluidas con el medio, sean estas definidas por opositores como en este caso o por la agenda difusa que generan los votantes.
Esta situación fue parcialmente reparada en la categoría de Senadores que en menos de dos días hicieron un replanteo de las estrategias electorales, concurriendo al debate las alianzas mayoritarias. La presencia de todas las fuerzas políticas a esa instancia se reflejó también en el interés de los medios y las redes. Lo ocurrido es un indicador de cierta dificultad persistente para ensamblar candidatos y espacios.
Esta y otras situaciones observadas durante el proceso electoral muestran hasta qué punto las prácticas políticas y los discursos construidos tienen dificultades para responder eficazmente a la interpelación cotidiana de las nuevas tendencias ciudadanas. También es un indicio de la debilidad para responder adecuadamente al creciente dominio de las plataformas tecnológicas, no solo en la comunicación política. Ir o no ir a un debate no se clausura el mismo día, esa ausencia se reproduce y los impactos se amplifican por las más diversas plataformas.
La debilidad para decodificar estos nuevos ecosistemas tecnológicos por parte de dirigentes y aparatos partidarios, no solo expresa un déficit de comunicación política, se manifiesta también como un problema de comprensión del cambio de época, dominado por el uso intensivo del conocimiento en todos los órdenes y en particular de su componente digital; la ausencia de estos temas de la agenda electoral referidos al trabajo digital, la producción 4.0, la educación tecnológica, la transición energética y el cambio climático en Patagonia, etc., tienden a confirmar estas tesis.
Si bien en candidatos/as al Senado se notó un esfuerzo mayor por lograr una agenda más elaborada, quedó la sensación del predominio de una mirada conservadora que involucra la dirigencia actual. Cada candidato/a tendió a enfocarse hacia el interior de sus propios espacios, simplificando lo más posible las intervenciones, sin abordar los problemas y desafíos cada vez más complejos que enfrenta la sociedad en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Pequeñas diferencias, grandes conflictos

Sigmund Freud introdujo un concepto que parece ser útil en esta oportunidad ya que describe bien las relaciones emergentes entre algunas de las fuerzas políticas; enunció el ¨narcisismo de las pequeñas diferencias¨ para referirse a que ¨se suele reservar las emociones de agresión para aquellos que se parecen más entre sí¨.
Algo de esto se notó entre Ignacio Torres y César Treffinger, candidatos de Juntos por el Cambio y Partido Integración Chubutense por un lado y, por otro lado, en los intercambios de Carlos Linares y Federico Massoni, candidatos del Frente de Todos y de Chubut Somos Todos.
Por supuesto que esto no se refiere a enemistades personales (que también podrían ser), sino que obedecen a las condiciones que genera esta larga transición en la redefinición de las identidades políticas que vive Chubut desde hace unos años y en las que cada candidato quedó inmerso.
Limar estas aristas demanda un esfuerzo adicional en una campaña electoral, abordarlas o evitarlas no es opcional, la ciudadanía que vota también juega y los candidatos de alguna manera deben responder a las tensiones que se generan durante el proceso electoral. Nadie pudo escapar a estas hipótesis iniciales que demostraban que compartían espacios sociopolíticos y ciudadanos comunes y que, más temprano que tarde deberán abordar las fuerzas mayoritarias, en particular quienes se pongan al hombro las campañas hacia el 2023.
Los intercambios y cercanías físicas de candidatos/as a senadores operó en ese sentido como un catalizador inevitable y fue lo más notable en los cruces entre candidatos. Es posible además que el acicate haya surgido también de las encuestas que todos tienen estos días y que corroboran estas hipótesis iniciales. Los ejercicios y modelizaciones para evaluar posibles cruces de esas bases electorales luego de las PASO son inevitables en las mesas de campaña más profesionales.
Varios estudios muestran que Torres y Treffinger comparten un voto opositor bastante homogéneo tanto respecto del gobierno nacional como del provincial y una agenda similar de cierto tinte neoliberal que los obliga de disputar una base electoral común.
También indican que Linares y Massoni comparten una base electoral que se siente cerca del gobierno nacional en más de 3/4 partes, con algunas diferencias respecto del gobierno provincial, pero siempre dentro de una agenda de base desarrollista con predomino territorial.
Las corrientes más progresistas que suele convocar el peronismo han encontrado menos espacio para expresarse en esta oportunidad. La falta de una agenda de transversalidad que caracterizó esta etapa contribuye también a explicar resultados tan magros en ciudades donde la historia electoral era históricamente muy favorable.
Los cruces durante el debate muestran la preocupación de Juntos por el Cambio porque algunos de los sectores disidentes del espacio identificados con los radicales prefieran votar al PICH en esta ocasión o no vayan a votar.
En el otro espacio, definido por el peronismo (que excede al PJ) y sus aliados, parece crecer la sensación que hubiera sido más eficaz electoralmente que el Partido Justicialista y Chubut Somos Todos hubieran ido a una gran PASO, no solo para resolver el capítulo electoral, sino también para dirimir las diferencias conceptuales y metodológicas de la inserción provincial en el Frente de Todos nacional. El principio de exclusión que operó en sus principales dirigentes no benefició electoralmente a ninguno y tiende a afectar al conjunto.
Por su lado, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad enfrenta problemas de crecimiento, que al fin son los de mejor calidad en la política. En Chubut lograron reflejar el crecimiento nacional con identidad propia. Ahora enfrenta el doble desafío de consolidar la unidad y ampliar la base electoral. En tal sentido parece que deberán ajustar los discursos configurados por luchas históricas como la del candidato a diputado Cesar Antillanca, con conceptos novedosos que buscan nuevas formas de comunicar antiguas convicciones, como los que ensayó la candidata a senadora Gloria Saez en el debate. Ambos desafíos solo podrán resolverse reteniendo al menos los votos de las PASO.

Elecciones y gobernabilidad

La situación particular de Chubut indica que la consolidación de las actuales trayectorias exige analizar también cuáles pueden ser las consecuencias electorales sobre las condiciones de gobernabilidad provincial.
Si el escenario no se modifica, Juntos por el Cambio se consolidaría como la fuerza electoral más dinámica, no solo respecto del nivel provincial sino también en relación a cada uno de los municipios y comunas rurales, donde crece su representación desde 2015. Si bien es posible que caigan unos puntos parece que le alcanzaría para ganar, al menos si el escenario no cambia drásticamente esta semana.
El Frente de Todos podría crecer unos puntos. Los resultados del 12 de setiembre y la mayoría de las encuestas indican que hay una ciudadanía muy activa y cambiante. La historia también muestra que una elección no termina hasta que se cuenta el último voto y si bien existen algunas hipótesis de estrategias que podrían poner en crisis las actuales tendencias, requieren audacias que no se han mostrado hasta ahora.
El día después, tanto el oficialismo provincial como el nacional, deberán responder la pregunta sobre sus capacidades reales para facilitar el surgimiento de una nueva arquitectura de poder que resuelva de forma simultanea la gobernabilidad y el rumbo político de los próximos dos años.
Si no hay cambios en el peronismo y sus aliados, es posible que esta mayor debilidad de las condiciones de gobernabilidad provincial no afecte solo a Mariano Arcioni, y se extienda hacia el conjunto del Frente de Todos como expresión más amplia de la política, proyectando su sombra hacia el 2023.
Los debates en ambas categorías mostraron que lo único que creció estos meses fue la agenda de los intendentes que tiende a ocupar todo el espacio del discurso político, en particular la de los referentes de las ciudades más grandes; los cruces y nuevos encuentros en el territorio, muestran que el rol cada vez más significativo que están jugando en esta etapa electoral se va a proyectar más allá del 14 de noviembre. La visita del presidente Alberto Fernández con todo su gabinete reforzó esta idea.
Quedan dos semanas donde la aceleración del tiempo psicológico de descuento va a impulsar a los protagonistas a hacer más de lo mismo. Pero, como se ha visto, el escenario arrastra ciertas paradojas que incidieron de forma inadvertida en los decisores de estrategias. No habría que descartar la hipótesis que para mejorar la performance electoral sea necesario revisarlas en profundidad y superar el horizonte inmediato para tomar el impulso final.

* Profesor Titular e Investigador universitario. Experto en estrategias y analista

 

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