La filosofía de la felicidad está en una aceituna
Por Javier Arias
[email protected]
Hace unos cuántos años, cuando todavía sufría de los calores y las humedades, los ruidos y los empujones de Buenos Aires, con un amigo se nos había ocurrido una idea genial.
La idea era esta, conocíamos infinidad de tipos que engañaban a sus mujeres (uno de ellos, casualmente era mi amigo, pero eso es otro cuento y tiene otro precio) y sabíamos, desgraciadamente por terceros, que otras tantas mujeres hacían lo propio con sus parejas. Eso traía aparejado infinidad de mentiras que se decían a diario en esa gran ciudad. ¿Por qué no sacar provecho de esa situación? Si tanta gente tenía que andar inventando historias para zafar unas horas de su casa, ¿por qué no ofrecerles a los infieles un compendio de herramientas para optimizar sus ficciones?
Hasta le pusimos nombre y todo, “Excusas” se iba a llamar la pyme que nos salvaría de la pobreza.
Demás está decir que cuando cada uno llegó a su casa olvidó por completo la magnífica idea y volvimos a nuestras rutinarias vidas.
A casi 20 años años de ese día, hoy me siento en mi computadora a escribir esta columna para que ustedes, mis lectores, puedan tener alguna buena historia para amenizar las tardes de este verano. Y navegando algunas páginas conocidas me vengo a enterar que esa idea maravillosa ya fue llevada a la práctica y ahora hay personas, totalmente desconocidas, que andan lucrando de lo lindo con ella.
Se trata de la firma americana AlibiNetwork, que parece que nos estuvieron escuchando esa mañana en Corrientes y Talcahuano, porque ofrecen todos los servicios que se nos habían ocurrido a nosotros, ¡malditos fisgones!
Es así, para que sus clientes no tengan que gastarse las neuronas imaginando coartadas o excusas para las más diversas situaciones, ponen a toda una empresa al servicio del mentiroso. Desde lo más simple como una telefonista que llama avisando de una falsa reunión de emergencia y así zafar de un amigo pesado, hasta disponer de un grupo de actores para interrumpir una cena familiar simulando una inspección sorpresa de la DGI.
Parece que lo tienen todo preparado, tanto si se quiere pasar una noche fuera de casa, tomarse un día libre en el trabajo, enviar un regalo muy discreto o escaparse de alguna fiesta, las más disímiles situaciones están contempladas por estos profesionales de las evasivas. Hasta cuentan con paquetes especiales y promociones, como por ejemplo, si no estamos hablando de una noche perdida, sino que se necesitan de dos a cinco días hasta se puede contratar el Seminar Package desde 175 dólares y listo. Es que uno se duerme y lo madrugan enseguida, a la próxima idea la patento antes que me vuelvan a primerear.
Y ya que estaba navegando por internet seguí por un par de páginas más, actividad no siempre aconsejable, ya que a veces no habría que leer la prensa extranjera, porque uno se entera de cosas que hacen mal al estómago.
¿Se acuerda cuando éramos parte del primer mundo y nos creíamos que Buenos Aires era Paris? No lo digo con sentimiento de añoranza, sino que mirando para atrás uno a veces siente que hizo el ridículo, y como todo el mundo sabe, de ahí no se vuelve (vaya uno a saber por qué, tal vez se viva muy cómodo en el ridículo, ¿no?).
Bueno, pero como habitualmente, me fui por las ramas, lo que les quería contar es algo que leí y que me hizo ver cuan diferentes pueden ser nuestras necesidades y prioridades. Hace unos años hubo una terrible huelga de pilotos de avión, ocasionando un quebraderal de cabezas y bolsillos, huelga que se acopló a todos los reclamos salariales que sacudieron al país, ¿se acuerda?. Pero, azorado, leo que en 1997, las líneas aéreas americanas se ahorraron 40.000 dólares con sólo eliminar una aceituna de cada ensalada. ¿Una aceituna? ¿De dónde sacaban las aceitunas estos tipos? ¿De los olmos? ¿Agarran melones y los aprietan para que se transformen en aceitunas? No quisiera saber si le sacaban dos aceitunas, ¿y si sacaban toda la ensalada de una, tal vez hasta podían empezar a regalar pasajes?
Por eso, amable lector, la próxima vez que quede una aceituna en la caja fría y manchada de aceite de la pizza recién terminada, piénselo dos veces antes de tirar todo a la basura. Si una aceituna pudo hacer reflexionar al directorio de una multimillonaria línea aérea, imagine cuánto puede llegar a afectarlo a uno que es un chichipío que no tiene dónde caerse muerto. Recapacite, analice, considere, evalúe y mándesela al buche. Que la felicidad de comerse la última aceituna de la pizza es directamente proporcional a que nos hagan el 10 por ciento de descuento en un pasaje de avión. Y como dicen por ahí: “Reír durante el día, hace que se duerma mejor por la noche”, ¿y qué mejor que reír de día y dormir bien por la noche?
Esto sí que es sabiduría, después me vienen con el Tao, la filosofía Fen Shui y toda esa yerba oriental, pst.