¿LA CAPACIDAD HUMANA DE COOPERAR VIENE DE LOS CHIMPANCÉS?

Animalito e’ dios

No podemos estudiar directamente el comportamiento de nuestros antepasados humanos, pero podemos averiguar cosas sobre el origen de la capacidad humana de cooperar estudiando a nuestros parientes evolutivos vivos más cercanos, los chimpancés y los bonobos.
Los humanos tenemos sistemas de cooperación únicos que nos permiten cooperar en gran número. Además, proporcionamos ayuda a otros, incluso fuera de la unidad familiar. La forma en que desarrollamos estas habilidades cooperativas y el comportamiento de ayuda durante nuestro pasado evolutivo sigue siendo tema de debate científico. Según una hipótesis que goza de bastante aceptación, la hipótesis de la interdependencia, las habilidades cognitivas subyacentes en la capacidad humana de cooperar surgieron en la evolución cuando comenzaron a abundar los casos en los que varios individuos necesitaban coordinar sus acciones para lograr un objetivo común, por ejemplo, cuando cazaban grandes presas o durante un conflicto con otros grupos. Esta hipótesis también predice que los seres humanos que dependen más unos de otros para alcanzar esos objetivos, tendrán más probabilidades de prestarse ayuda y apoyo mutuamente en otras situaciones.
Los chimpancés son más territoriales que los bonobos y en algunas poblaciones se dedican con más frecuencia a la caza en grupo. De acuerdo con la hipótesis de la interdependencia, los chimpancés deberían, pues, haber desarrollado una mayor tendencia a cooperar y ayudar a los demás miembros del grupo.
Para poner a prueba esta hipótesis, unos investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania, la Universidad Harvard en Estados Unidos y la Universidad John Moores de Liverpool en el Reino Unido, presentaron a 82 chimpancés y bonobos de cinco comunidades diferentes un maniquí de víbora del Gabón (Bitis gabonica), una serpiente mortal. Durante el experimento, los simios pudieron cooperar entre sí emitiendo sonidos de alarma para informar a sus congéneres sobre la serpiente.
En este estudio, el equipo integrado, entre otros, por Roman Wittig, Gottfried Hohmann, Cédric Girard-Buttoz, Catherine Crockford y Martin Surbeck, comprobó que tanto los chimpancés como los bonobos pueden evaluar lo que otros saben, ya que dejaron de emitir los sonidos de alarma cuando todos los individuos de las inmediaciones habían visto la serpiente. Sin embargo, los chimpancés se advirtieron mutuamente de manera más eficiente: los individuos que llegaban más tarde ante la serpiente se sorprendían menos al verla que los bonobos que llegaban más tarde. Esto sugiere que los chimpancés estaban mejor informados de la presencia de la serpiente que los bonobos. De hecho, los chimpancés que llegaban tarde tenían más probabilidades de escuchar una advertencia antes de llegar a la serpiente que los bonobos en la misma circunstancia, lo que sugiere que la motivación para ayudar y advertir a otros era mayor en los chimpancés. (Fuente: NCYT Amazings)

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