BUSCAN DESARROLLAR NARICES ELECTRÓNICAS

Descubrieron que reconocemos mejor las mezclas que los olores individuales

En el afán por simplificar y estandarizar las investigaciones, hasta ahora los científicos habían estudiado el sistema olfativo usando un único tipo de molécula odorante, aunque en la naturaleza los seres humanos y animales suelen estar expuestos a combinaciones de aromas, explicó a la Agencia CyTA-Leloir Fernando Locatelli, del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE), que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.
Para superar esa barrera, un equipo internacional de investigadores liderado por Thomas Nowotny, de la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, decidieron estudiar el desempeño del olfato frente a olores puros y mezclas. Para ello, recurrieron a distintos métodos, como simulaciones matemáticas, experimentos de electrofisiología y técnicas de neuroimágenes, que permitieron medir en tiempo real qué neuronas y áreas del cerebro se encendían cuando ratones y abejas detectaban y percibían un olor.

El estudio

Los resultados, publicados en “PLoS Computational Biology”, fueron elocuentes: “El sistema olfativo ha evolucionado para funcionar de manera óptima ante mezclas de olores, que es la forma en la cual están presentes en la naturaleza”, manifestó Locatelli.
Para el científico argentino, descifrar el funcionamiento del sistema olfativo brinda soluciones aplicables al diseño de sofisticados sistemas artificiales que emulen la habilidad de perros sabuesos para detectar y reconocer explosivos y drogas en aduanas, así como para mejorar la calidad de alimentos o alertar sobre la presencia de sustancias tóxicas e insalubres en el ambiente.
Por otra parte, el estudio “podría arrojar luz sobre procesos similares de detección que ocurren en otros sistemas de receptores presentes en células o tejidos que deben discriminar un conjunto heterogéneo de moléculas o señales, lo cual tiene implicancias patológicas”, afirmó Locatelli, quien firmó el trabajo junto a colegas del IFIByNE (Emiliano Marachlian), del Reino Unido, Estados Unidos y Alemania. (Fuente: Agencia CyTA-Fundación Leloir)

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