TERMINADA LA SÉPTIMA TEMPORADA, LOS FANÁTICOS DE LA SERIE CONOCEN AHORA LO QUE SUFRE LOS LECTORES DE LOS LIBROS HACE AÑOS

Juego de Tronos, el nuevo síndrome de abstinencia

En el comienzo de los tiempos, casi en las épocas de los primeros hombres, Juego de tronos era sólo una gran saga de libros con sus correspondientes lectores.
Pero ya pasaron más de 20 años desde la publicación en Estados Unidos de la primera novela y 14 desde su llegada a Argentina.
Luego el dios de las series la transformó en una plaga mundial que traspasó los límites editoriales del papel impreso.
Pero, este último hecho no habría dejado de ser una nueva adaptación televisiva como las hay a montones en la historia de la pantalla chica si no fuera que se transformó en el primer caso de la historia en que la adaptación terminó superando a la obra original. Y no nos referimos a la calidad, que sería un tema muy subjetivo de discutir, sino a los capítulos mismos. Porque si bien nadie sabe a ciencia cierta las razones, el caso es que R. R. Martin, autor de los libros, se quedó en el quinto ya hace mucho tiempo y la serie ya está rodando la octava temporada.
Y este “sorpasso” inesperado ha dejado a millones de lectores, esos que de tan puristas no vieron los capítulos posteriores a la producción de Martin, en una situación por demás comprometida, haciendo de las capacidades de escapar a los spoilers un verdadero arte.
Con un sentimiento de traición propio de un cortesano de Desembarco del Rey, el fan de las novelas, el fan original, al fin y al cabo, se ha visto despojado de sus armas, alejado del Trono de hierro e incluso desterrado de Poniente, incapaz de vislumbrar más allá del inmenso Muro alzado por el fenómeno televisivo.
La saga literaria consta de cinco volúmenes publicados y en principio contará con un par más, “Vientos de invierno” y “Un sueño de primavera”. Pero los años pasan y el tiempo no está del lado de los lectores, quienes toman en consideración los 68 años de Martin y el hecho de que va a necesitar cinco para la publicación de Vientos de invierno. Desde la salida al mercado estadounidense del primer libro, Juego de tronos (1996), pasaron menos de dos años hasta que vio la luz el segundo, Choque de reyes (1998), los mismos transcurridos hasta que se dio continuación a la historia mediante un tercero, Tormenta de espadas (2000). Después, se alargaron los plazos: Festín de cuervos (2005) requirió cinco años y Danza de dragones (2011) un total de seis.

Los placebos

El final de la temporada siete, al menos, ha emparejado los tantos, porque los lectores siguen en la ¿dulce? espera y ahora se le sumaron también los fanáticos de la serie, que según los últimos rumores, deberán aguardar hasta el final del 2018 para la nueva temporada.
Pero para todo hay placebos, como ser esta selección de filmes llenos de intrigas, batallas medievales y caballeros sedientos de sangre.
Arrancando caprichosamente con “Los señores del acero” de 1985, donde Paul Verhoeven mezcla tiránicos señores feudales, devastadoras epidemias y princesas de moral distraída, la única diferencia con la historia de Martin es que esta sucede en la Italia renacentista y no en Poniente.
Seguimos con una vieja, vieja, “Los vikingos” de 1958, donde podremos ver a Kirk Douglas y Tony Curtis enfrentándose a muerte. Además que la película más nórdica de Richard Fleischer tiene un atractivo especial para los fans de Juego de tronos, el encantador clan de los Greyjoy resulta muy parecido a los protagonistas de esta pequeña obra maestra.
En “El señor de la guerra” de 1965, el gran Charlton Heston parece un Lannister más sometiendo a los campesinos en nombre del Duque Guillermo, conquistador de Inglaterra
Y si extrañamos a esas deliciosas criaturas escamosas, “El dragón del lago de fuego” de 1981 no tendrá a Daenerys Targaryen de la Tormenta, pero tiene a Vermithrax Pejorative, un noble antecesor de Drogón.
Y si es el clima opresivo de la guerra lo que nos conmueve de GOT, ¿qué mejor que “El último valle” de 1971? Un film ambientado en la Guerra de los Treinta Años, que transmite un mensaje muy parecido, con un grupo de aldeanos bajo la férula de una banda de mercenarios muy malos. Y además, el capitán de dichos mercenarios es nada menos que Michael Caine.
Viniéndonos bastante más adelante en el tiempo, a una película de 2010, en “Black Death” podremos jugar a sabr qué hubiera pasado si Eddard Stark hubiera sobrevivido a la sabandija de Joffrey viendo a Sean Bean como un caballero cristiano dispuesto a enseñarle el amor de Cristo por las malas a una aldea de idólatras.
Pero si el tema son los Caminantes Blancos, el tema está zanjado con “El ejército de las tinieblas”, una película de 1992 de Sam Raimi, que es como GOT pero con motosierras.
Volviendo a los códigos caballerescos, tenemos a la “Excalibur” de 1981. La obra maestra de John Boorman es desmesurada, sangrienta y tiene a Helen Mirren, casi tan bruja como Melissandre.
En un camino similar está Enrique V, de 1989, en la cual Kenneth Branagh adaptó la obra homónima de Shakespeare. Aparte de unos diálogos gloriosos y una espectacularidad visual que exprimió hasta el límite su ajustado presupuesto, Enrique V ofrece una batalla visual tan llena de sangre y de mugre como corresponde, y la aparición por sorpresa de un Christian Bale muy juvenil.
Promediando esta lista, agregamos a “El reino de los cielos”, de 2005, donde podremos revivir los sentimientos del honorable Jorah Mormont, arrojado de sus húmedas tierras al desierto para servir de niñera a una princesa destronada y sus dragoncitos. Si logramos pasar a Orlando Bloom, disfrutaremos a Liam Neeson, Jeremy Irons, Edward Norton enmascarado y la dirección de Ridley Scott.
Por último, volvemos al siglo pasado con “El séptimo sello”, la obra maestra de Ingmar Bergman, que con Max Von Sydow y la mismísima Muerte jugando al ajedrez, hace desfilar un panorama de campesinos oprimidos, castillos ruinosos, superstición, monjes flagelantes, un infierno que nos hará más corta la espera de la vuelta de los juegos de los tronos.

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