Entre toros y banderas

Por Javier Arias
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Nuestro pueblo, dicen, es un crisol de razas. Pero, vamos, que por más crisol que valga, el gran porcentaje de ascendencias genéticas vienen por el lado de las dos penínsulas europeas, la ibérica y la itálica. Y demás está decir que somos dignos herederos de nuestros padres en más de un aspecto. Pero vale recordar que hay algo que se ha perdido en el devenir de generación en generación (que no es lo mismo que venir en degeneración). El gusto por la violencia en los animales. Por estos lares no se ven muchas plazas de toros, ni corridas de San Valentín. Leyendo algunas noticias este hecho no deja de ser venturoso.
Hace un par de meses la Audiencia de Sevilla, que vendría a ser algo así como la municipalidad, pero con aires andaluces, condenó a una empresa que gestiona la plaza de toros de La Maestranza a pagar 14.403 euros a un espectador. Y catorce mil euros es mucha plata, acá y allá. La pregunta obvia es ¿debido a qué fue la demanda?. A que en las corridas de toros no sólo los toros parecen ser lanceados. El demandante, albañil de profesión, resultó herido en una novillada, cuando se encontraba en un tendido (corrida) y lo alcanzó una espada que salió despedida. La espada le atravesó el brazo, dejándole una herida de 6 centímetros en la cara externa y otra de 1.5 centímetros en la interna, lo que le mantuvo cinco días hospitalizado y 189 días sin poder trabajar. Después me dicen que no es violento ese deporte. ¡Joder! ¡Que están lloviendo navajas!
Siguiendo con el tema, pero con un paso al costado, no vaya a ser que liguemos un estiletazo, recordemos que en estos espectáculos es el color rojo la gran estrella, según dicen atrae a los toros, y es por ellos que los toreros andan revoleando esa capa colorada por toda la arena. El caso es que los ingleses, a falta de corridas, le buscaron la vuelta al uso de este color e investigando y estudiando llegaron a una asombrosa hipótesis: “¿Puede el color rojo ser la clave del éxito en los deportes?”
“Hemos demostrado, especialmente en los deportes competitivos y de combate en los Juegos Olímpicos, que el rojo parece conferir una ventaja a los individuos que lo usan”, dijo en una entrevista Russell Hill, de la Universidad de Durham en Inglaterra. “Entonces hay muchos más ganadores rojos de lo que se esperaría en función del azar”, agregó.
Esta teoría debe estar revolviendo a más de un hincha de Racing ya que le estaría dando base científica a lo de “Rey de Copas”. Hill y su colega Robert Barton hallaron que si dos atletas tienen más o menos la misma habilidad, el que vista de rojo podría tener una ventaja definitiva.
Se desconoce cómo el rojo otorga una ventaja competitiva exactamente, pero Hill dijo que podría ayudar a producir un aumento de la testosterona en el competidor que viste de ese color. Así que aquellos cantos bullangueros de las tribunas, cuando hacen referencia a que los jugadores pongan “glándulas sexuales masculinas” en la cancha se solucionaría tan fácilmente como con teñir las medias de rojo punzó.
Pero Hill no se queda callado y afirma, muy suelto de cuerpo, “de igual manera podría afectar algún nivel de supresión en su opositor. Estas dos cosas podrían funcionar en paralelo”, deshaciendo antiguas peleas de hinchadas a simples palabras de ciencia, tan sosas ellas, confirmando lo del terror a la camiseta.
Pero, amantes del fútbol, a no rasgarse las vestiduras, en este caso las camisetas, los hallazgos de Hill y Barton se basan en un estudio del rojo en cuatro deportes en los Juegos Olímpicos de Atenas: el boxeo, el taekwondo, la lucha grecorromana y la lucha libre. “Encontramos que para nuestras cuatro competiciones, hay un patrón consistente y estadísticamente significativo en el que los contendientes que visten de rojo ganan más peleas”, dijeron los expertos en el artículo de Nature.
Pero, con una traspolación magistral y con un análisis preliminar de la Eurocopa de fútbol 2004, en la que los equipos vistieron camisetas distintas en los partidos, sugieren que el rojo otorgó alguna ventaja. Inglaterra, por ejemplo, usó una camiseta blanca y una roja durante el torneo. “Hallamos que en los cinco equipos que habían tenido dos colores distintos de camisetas, a todos los equipos les fue significativamente mejor cuando jugaban con sus camisetas rojas”, dijo Hill.
Así que ya saben, dirigentes deportivos, no hace falta gastarse fortunas en contratar DTs extranjeros, pagar sumas siderales por ese centrojaf de maravillas o matar a los muchachos entre semana para que logren un estado atlético envidiable. Desempolvemos la camiseta suplente y anilina en mano transformemos la escuadra en demonios rojos, los éxitos deportivos están a la vuelta de la esquina.

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