Las consecuencias de una mudanza
Dicen que las mudanzas son una de las cosas más traumáticas, vaya uno a saber por qué. Pero, yo, que soy de esos que reniegan sistemáticamente de todo aquello que tenga cierto tufillo a psicoanálisis acá les voy a dar la razón. Simplemente porque las mudanzas son odiosas. Son odiosas las cajas, las bolsas, el polvo escondido, las salamandras sorprendidas, la ropa que sobra, los zapatos… O sea, ¿para cuándo piensan inventar una empresa mudadora que utilice el teletransportador de Viaje a las Estrellas? Lo peor de todo es que uno, inocentemente, cree que llega el día, se muda, y sanseacabó. No, no, no. Nada que ver. Uno se muda y pasan las horas primero, los días después y hasta los meses, y sigue habiendo cajas por doquier. Levantarse de la cama es un proceso de carrera de obstáculos para no dar con un cartón o con un plástico antes de siquiera hacer dos pasos. Hasta que tres meses después se escucha desde la cocina: “¡Acá estaba el sacacorchos!”.
Y justamente eso tienen las mudanzas, por un lado perdemos los enseres más esenciales para nuestra vida (no me diga que un sacacorchos no es esencial, porque no le voy a creer), sino que de repente encontramos cosas que jurábamos haber tirado, perdido o quemado alguna vez. Desde aquel boletín de segundo grado que atesorábamos por ser el único que certificaba una S de sobresaliente, hasta los patines de cuatro ruedas en línea que un amigo dejó en casa alguna vez que se sintió demasiado avergonzado para seguir usándolos. Y así, ordenando esos papeles que estaban al final de esa caja mugrienta, me encuentro estas apostillas, que estoy seguro le van a ser útiles cuando a la hora del té se haga un silencio demasiado prolongado. A menos, por supuesto, que desee, querido lector, que le siga contando de mis mudanzas. ¿No? Me lo imaginaba.
¿Usted vio alguna vez una termita? Yo sólo en televisión, cuando mostraban que ciertos birmanos acostumbran almorzar termitas reinas, pero eso es otro tema, y bastante desagradable por cierto. Pero lo que quería contarles de las termitas es que si las pusiéramos todas juntas, pesarían 10 veces más que todos los humanos juntos. O sea, sino vimos nunca una termita es que no estuvimos prestando atención.
Esto no sé si contárselo, me suena más a macana de mamado que otra cosa, pero dicen que los molinos de viento siempre giran al contrario de las agujas del reloj, excepto en Irlanda. ¿Por qué excepto en Irlanda? ¿Qué tienen los irlandeses con los molinos? Al primer lector que pueda darme una respuesta, premio.
Volviendo a las curiosidades animales, es interesante saber que la posición de los ojos de un burro le permite verse las cuatro patas al mismo tiempo. Vaya uno a saber para qué necesita el burro verse las cuatro patas al mismo tiempo, pero la naturaleza, dicen, es sabia, y menos pregunta dios y perdona.
Y hablando de perdonar, el otro día estaba viendo una película de esas en que el 80% del tiempo están en un juzgado y me preguntaba a mí mismo el porqué de la ropa negra para los jueces. Nunca un floreado, jamás una camisa a lunares, mucho menos una estola de piel de camello artificial, nones, siempre esas sotanas oscuras. Bueno, en esos papeles perdidos aseguraban que en 1694 los jueces se vistieron de negro para llorar la muerte de la reina Maria II y así permanecieron desde entonces. O sea, eso de que la Justicia no tiene memoria es verdad, porque seguir el duelo trescientos años es querer mucho al difunto.
También dice por ahí que los egipcios antiguos dormían en almohadas hechas de piedra. Uno puede entender entonces por qué en todos los jeroglíficos están pintados de costado, los pobres vivían con tortícolis.
Pero para cuestiones fisiológicas, los que están jorobados son los astronautas, que además de eso que crecen más por la falta de gravedad, por el mismo motivo no pueden llorar porque a falta de atracción gravitatoria, las lagrimas no pueden fluir.
Hace más de 3.000 años, la mayoría de los egipcios morían a la edad promedio de 30 años. Para mí, que algo tuvieron que ver las almohadas de piedra.
Esta noche, cuando se prenda en un truquito fíjese bien que el único rey sin bigote es el rey de espadas, ¿será porque afeitarse con un garrote se hace complicado?
Otro dato sumamente interesante, pero al mismo tiempo excepcionalmente intrascendentes es que las siglas KGB significan Komitet Gosudarstvennoy Bezopasnosti. ¿Será capaz de recordarlo?
Y para despedirme hasta el sábado que viene, les voy a dejar una pequeña historia tan escabrosa como sugestiva. ¿Alguna vez vio el logo de la compañía RCA Victor, ese que tiene el perrito blanco y negro escuchando un gramófono marca RCA? Me imagino que sí, es un logo muy conocido, pero su historia no lo es tanto. Parece que la primera versión del mismo incluía a dos perros, que eran las mascotas de los primeros dueños de la empresa, que estaban escuchando el gramófono sobre el ataúd de sus amos. La genial idea que el creativo quería transmitir era que la cosa más cercana a la voz del amo muerto era el gramófono RCA. ¿Cuánto piensa que duró el creativo con su empleo? Y como la lógica dicta, el anuncio fue considerado demasiado morboso, así que quitaron el ataúd.
Lo que no entiendo es por qué le sacaron el otro perro.
Nota del autor: Datos recogidos de las páginas Disfrutalaciencia y http://www.elrinconde.com/mimetist
Por Javier Arias
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