En 2016, preocupada por el rápido envejecimiento de la población del país y su menguante mano de obra (que empezó a reducirse en 2012), China renunció a obligar a la gente a no tener más de un hijo. Y en 2021 pasó a una política de tres hijos por pareja, lo que no incentivó al crecimiento poblacional.
Incluso una serie de incentivos, desde ayudas en metálico a exenciones fiscales y permisos de maternidad más largos- ha tenido escaso impacto, y el año pasado nacieron 9,56 millones de niños, casi un 10% menos que en 2021.
La tasa global de fecundidad (el número medio de hijos que se espera que tenga una mujer a lo largo de su vida) era de 1,7 hace una década, pero en 2021 cayó por debajo de 1,2, según cifras de la ONU.
Para que una población se mantenga estable, la tasa debería rondar el 2,1, suponiendo que no haya migración neta y que las tasas de mortalidad permanezcan invariables.
Las razones de la caída de la población china
–El coste de criar hijos. El año pasado, el Instituto de Investigación Demográfica YuWa, informó de que estos gastos, en relación con el PIB por persona, eran más elevados en China que en varias economías avanzadas, incluida la estadounidense.
–Los costes de una primera vivienda. A pesar de la reciente caída del mercado inmobiliario chino, los precios siguen siendo altos. Las parejas suelen aplazar el matrimonio hasta haber comprado un lugar donde vivir. El número de matrimonios ha descendido desde 2014.
–Coste del cuidado de los ancianos. Unos 35 millones de chinos tienen 80 años o más. Para 2050 se espera que la cifra se haya más que cuadruplicado. El sistema de asistencia social chino es rudimentario, por lo que, a menos que el gobierno aumente masivamente su gasto en cuidados, las familias correrán con gran parte de la cuenta.