CONFLICTO INTERNACIONAL

Tensión y renovado temor a una III Guerra Mundial

El encuentro del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, con su par de Ucrania, Volodimir Zelenski, en Washington, en el que se renovó el anuncio de ayuda militar, generó más tensión con Rusia, que dijo que se «niegan» a escucharla, al tiempo que China realizó un amenazante despliegue militar sobre la isla de Taiwán, que reivindica como propia.

Todo ello contribuye a un fin de año con una escalada en las tensiones, tanto en Europa del este, donde Rusia y Ucrania prosiguen los bombardeos y las maniobras militares, y en el Océano Pacífico, donde China maniobra alrededor del territorio «nacionalista» que defiende EEUU, pero considera como propio.

Finalmente, el presidente de Francia, Emanuel Macron, puso distancia a una eventual incorporación de Ucrania a la OTAN, en definitiva la cuestión que detonó la avanzada de Rusia sobre ese país, al evaluar como «poco probable» esa posibilidad.

El Kremlin afirma que Biden y Zelenski se niegan a «escuchar a Rusia»

El Kremlin estimó el jueves que la visita de Zelenski a Estados Unidos refleja que no tiene ninguna intención de «escuchar a Rusia» y que Washington llevaba a cabo en Ucrania «un guerra indirecta» contra Rusia.

«Hasta ahora, podemos constatar con pesar que ni el presidente (estadounidense Joe) Biden ni el presidente Zelenski han dicho algo que pueda ser visto como una posible disposición a escuchar las preocupaciones de Rusia», declaró a la prensa el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov.

Según Peskov, en esta visita no ha habido «verdaderos llamados de paz» o «advertencias» de Estados Unidos a Zelenski contra «los continuos bombardeos a edificios residenciales en las zonas pobladas del Donbás», región del este de Ucrania en parte controlada por separatistas prorrusos y a menudo blanco de las fuerzas ucranianas.

«Esto muestra que Estados Unidos continúa en su línea de guerra de facto e indirecta con Rusia, hasta el último ucraniano», añadió.

Zelenski estuvo el miércoles en Washington en su primer viaje internacional desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania en febrero.

China envía buques de guerra a las costas de Taiwán

Las autoridades taiwanesas informaron este jueves el despliegue de un total de 39 aeronaves y tres buques de guerra chinos en las costas de la isla en 24 horas, de los cuales la mayoría traspasó la zona de identificación de defensa aérea.

«Entre las 6:00 del 21 de diciembre y las 6:00 del 22 de diciembre se detectaron alrededor de Taiwán 39 aviones y tres buques del Ejército Popular de Liberación», comunicó el Ministerio de Defensa de la isla en un comunicado.

Del total de aeronaves militares detectadas, 30 de ellas cruzaron la zona de identificación de la defensa aérea de Taiwán (ADIZ) en la suroeste y sureste del estrecho, agregaron las autoridades taiwanesas.

La ADIZ no equivale al espacio aéreo, sino que es una zona más amplia en la que cualquier aeronave extranjera debe anunciar su presencia a las autoridades locales.

Las fuerzas militares de Taiwán (ROCA) enviaron patrullas aéreas, navales y sistemas misiles terrestres para dar respuesta a la situación, dijo el Ministerio de Defensa, informó la agencia de noticias Europa Press.

China y Taiwán están separadas de hecho desde 1949, cuando las tropas comunistas derrotaron a los nacionalistas, que se refugiaron en la isla.

China considera que Taiwán es una «provincia rebelde» y ha prometido recuperarla, incluso por la fuerza si fuera necesario.

Estados Unidos reconoció en 1979 al gobierno de Beijing como el de toda China, incluyendo a Taiwán, aunque siguió dando respaldo militar a la isla.

Los vínculos entre Taiwán y la China continental se restablecieron solo a nivel empresarial e informal a finales de la década de 1980.

La tensión entre China y Taiwán se agravó tras la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla el 3 de agosto, pese a las advertencias de Beijing, que interpretó ese viaje el apoyo de Washington a los independentistas taiwaneses.

Su visita duró menos de 24 horas, pero fue la del mayor nivel en los últimos 25 años y la primera desde 1997 que incluyó a un titular de la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos, segundo en la línea de sucesión presidencial.

China, que percibió esta visita como un incentivo a los secesionistas, lanzó en agosto un amplio ejercicio militar que incluyó fuego real de largo alcance en seis zonas adyacentes a la isla rebelde, y una batería de restricciones económicas a proveedores taiwaneses.

La «reunificación» de China es un objetivo prioritario para China y una primera línea roja que -aseguran- no debe cruzarse.

En octubre pasado, durante una charla telefónica con el presidente estadounidense, Joe Biden, el presidente chino, Xi Jinping, le dijo formalmente que evitara «jugar con fuego», aludiendo a las eventuales intrusiones en su política respecto a ese territorio insular.

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