AVANZA LA 4° TEMPORADA DEL PROYECTO DE FOTOGRAMETRÍA DEL ICB

Cómo cuidar a las ballenas francas a través de las fotos

Existen varios proyectos científicos para cuidar y resguardar a los especímenes de ballenas francas en la zona de Península Valdés, uno de ellos es el del Programa de Investigación Ballena Franca Austral, que evalúa la condición corporal de las ballenas francas australes a través de la técnica de fotogrametría.
Este proyecto, actualmente en su 4° temporada, se realiza en forma colaborativa entre el doctor Fredrik Christiansen de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, la doctora Marcela Uhart de la Universidad de California, Davis, el doctor Mariano Sironi del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), el doctor Michael Moore de Woods Hole Oceanographic Institution; siendo el investigador principal en el campo Nicolás Lewin, investigador del ICB.
Su principal objetivo es establecer la condición corporal de las ballenas francas australes que utilizan las aguas patagónicas de Chubut como área de cría y reproducción. Los investigadores determinan qué tan flaca o gorda está una ballena de manera no invasiva, utilizando la técnica de fotogrametría a partir de fotos aéreas tomadas desde drones.
Desde el inicio de esta temporada en mayo ya se realizaron más de 500 vuelos, logrando más de 1200 registros individuales. “Continuaremos relevando hasta mediados del mes de noviembre para sumar la mayor cantidad de registros de los mismos individuos a lo largo de la temporada y luego evaluar los cambios en su condición corporal”, explicaron desde el Instituto de Conservación de Ballenas.

Importancia del proyecto

Gracias a la vista privilegiada que ofrecen los drones sobre las ballenas, y a medida que se acumulan horas de vuelo a lo largo de la temporada, se va generando información de gran valor para el conocimiento del estado corporal de las ballenas de esta población.
Al realizar el estudio durante varios años consecutivos, se puede observar cómo cambia la condición corporal de ballenas conocidas en una temporada y a lo largo de los años.
“También este estudio nos permite registrar cómo maduran los patrones de callosidades de las crías a medida que crecen. La alta calidad de las imágenes obtenidas desde el dron nos permite ver en detalle heridas causadas por ataques de gaviotas, enmallamientos, colisiones con embarcaciones y otras de origen no determinado. Además, la vista aérea nos facilita entender comportamientos que desde la costa son más difíciles de interpretar”, detallaron desde el ICB. Y añadieron a modo de ejemplo: “En la temporada 2021 registramos un ballenato con una gran herida de origen desconocido. Fue una gran alegría verlo de regreso junto a su madre este año y observar la evolución y la cicatrización de su herida”.
Los primeros resultados de este estudio ya han sido publicados en revistas especializadas, y esperan que sean de utilidad para el manejo y la conservación de las ballenas francas australes y otras especies como la ballena franca del Atlántico Norte, que se encuentra en peligro crítico debido principalmente a enmalles en redes de pesca y las colisiones con embarcaciones.

Encuentros especiales

Al iniciarse la temporada los investigadores realizan los primeros vuelos, gracias a patrones de callosidades muy característicos o a marcas distintivas, los especialistas pueden reconocer fácilmente algunas ballenas ya conocidas y en ocasiones identificar a individuos que han visto anteriormente y que conocen desde hace años.
Por otro lado, para saber qué tan flaca o gorda está una ballena, también se requiere procesar las imágenes mediante softwares y el uso de modelos para conocer su condición corporal a partir de medidas del cuerpo. Sin embargo, hay casos particulares que no necesitan este procedimiento posterior para reconocer que una ballena está en muy buena condición corporal o preñada.
Nicolás Lewin comparte uno de estos casos especiales: “En 2019, durante la primera semana de campo a comienzos de junio, me encontré con una ballena que tenía un patrón de callosidades muy particular y por su tamaño indicaba una muy buena condición corporal. Cinco días más tarde, durante un vuelo al amanecer pude reconocer en la pantalla a esa misma ballena por su patrón de callosidades único, pero esta vez acompañada de un ballenato de no más de 5 días de vida que nadaba bien pegado a ella. Esta ballena que reconocí, acababa de tener a su cría, y con ello tuvimos nuestro primer registro de la temporada de una ballena antes y después de parir. Es imposible no encariñarse con animales a quienes conocemos casi en su intimidad. Poder registrar el crecimiento de una cría a lo largo de la temporada y cómo pierde peso su mamá es muy importante para los datos de este proyecto. Pero hay registros cuya importancia excede aquella del dato científico, y es la posibilidad de conectar y empatizar con otros seres con quienes cohabitamos este planeta, desde el corazón. Registré a esta madre y su ballenato 8 veces durante 2019.
Esta temporada, y tres años sin haber vuelto a saber de ellas, nuevamente una mañana gélida de junio, apareció en la imagen de la pantalla de vuelo una ballena con un patrón llamativo. “Pasaron sólo segundos hasta que la reconocí. A veces las palabras quedan cortas ante estos reencuentros. Reconocer un animal salvaje, saber que está en buena condición, pensar en los miles de kilómetros que ha recorrido desde la última vez que la registramos y en los desafíos que sobrellevó. Como si la historia volviera a escribir párrafos similares, a los 12 días volví a verla, pero ya acompañada por su nueva cría y dos semanas más tarde con el ballenato más crecido. Veremos cómo sigue esta historia durante los próximos meses y si tenemos la suerte de volver a registrarlas”.

Testigos de su crecimiento

“Más allá de los objetivos con los cuales iniciamos este proyecto, las miles de horas de observación aérea nos han dado una perspectiva privilegiada para observar con mayor detalle comportamientos y relaciones entre individuos. Este año el proyecto se inició más temprano que en temporadas anteriores, en el mes de mayo. Esto nos permitió además de registrar más cantidad de ballenas preñadas, aumentar el número de madres con crías de un año de edad cercanas al destete”, explicaron.
Poder identificar individuos de un año de edad a través del patrón de callosidades es un gran desafío debido a que durante los primeros meses de vida las callosidades se están desarrollando y la cabeza cambia su forma y sus proporciones. Sin embargo, al conocer a las madres, es posible identificar también a las crías y registrar su evolución en la condición corporal entre sus primeros meses de vida y un momento único en su vida: el destete
“Es imposible no conmoverse cuando se es testigo de un momento crucial en su vida: el momento en que los ballenatos se independizan. Entre mayo y junio vemos a los ballenatos debajo de sus mamás o buscando el contacto permanente con ellas. Tan sólo unas semanas después, los volvemos a ver pero ya iniciando su vida como juveniles independientes ya destetados. Son cosas que al estudiar biología y comportamiento animal las aprendemos en teoría, pero ser testigo de este proceso y muchos otros más en su vida es emocionante y conmovedor”, reflexionó Nicolás Lewin sobre este momento crucial en el ciclo de vida de las ballenas.

Financiamiento y permisos

Este proyecto es posible gracias a fondos de investigación otorgados por Aarhus Institute of Advanced Studies de Dinamarca, Island Foundation, National Geographic Society y Marine Mammal Commission de Estados Unidos. El proyecto cuenta con los permisos de la Dirección de Fauna y Flora Silvestre y de la Subsecretaría de Conservación y Áreas Protegidas de Chubut necesarios para hacer investigación en el Área Natural Protegida Península Valdés y en El Doradillo. (Fuente: ICB)

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