MALDITA TECNOLOGÍA

En busca del diseño sostenible

Como dice Hasso Plattner, fundador de SAP, la sostenibilidad se inicia en la etapa de diseño. Con la exponencialidad que estamos viviendo en la tecnología, con múltiples innovaciones acelerando su desarrollo y expansión, y con la combinación que está habiendo entre ellas, incrementando aún más dicho crecimiento exponencial, se está dejando de lado en muchos casos la aplicación de un cuidadoso diseño, de encontrar un WHY claro que justifique el caso de uso. Se está obviando tener presentes desde el inicio unos sólidos pilares de sostenibilidad que adecúen el desarrollo a un futuro de medio plazo y no a un futuro cortoplacista.
Y es que la tecnología, a pesar de sus increíbles aplicaciones y de lo mucho que hace por nosotros, no deja de ser un medio a nuestro alcance para lograr un fin mayor. Es de vital importancia identificar claramente los casos de uso en los que aplicarla, que sea no solo técnicamente factible hacer algo, sino que además sea viable y sostenible, teniendo en cuenta aspectos no solo socioeconómicos, sino también medioambientales.
Solemos hablar de las bondades de la tecnología, de lo que facilita nuestra vida o de las cosas increíbles que puede llegar a hacer. Pero, en muchas ocasiones, no nos paramos a pensar o desconocemos qué coste supone su uso o qué impactos ocultos tiene.

Impacto del Blockchain

Blockchain, que emergió en 2008 de la mano de Satoshi Nakamoto y Bitcoin, tiene algunos claros beneficios, dado que aporta transparencia a las transacciones de toda índole, elimina intermediarios al basarse en una cadena de confianza inmutable y trazable, lo que supone una mejor eficiencia de los procesos y aporta seguridad, debido a la forma en que se construyen los bloques y el cifrado utilizado.
A pesar de tener en potencia múltiples usos, como los NFT (Non Fungible Token) o la trazabilidad de materias primas, es una tecnología muy ligada a las criptomonedas. De forma resumida, el minado de bitcoins se basa en la resolución de problemas matemáticos complejos (PoW). En sus inicios, estos “acertijos” podían resolverse con ordenadores convencionales, pero el sistema a medida que crece va haciéndolos más complejos, por lo que se requiere más potencia de cómputo y, por tanto, más consumo energético.
Se estima que cada transacción de bitcoin utiliza alrededor de 2.100 kWh, que es equivalente al consumo de un hogar norteamericano durante 75 días. La huella de carbono anual de Bitcoin es comparable a la liberación de 97,2 megatoneladas de CO2, aproximadamente las emisiones anuales de Argentina, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Cambridge. (Byte.es)

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