20 años no es nada

El 3 de diciembre de 2001 el gobierno del entonces presidente Fernando De la Rúa impuso fuertes restricciones a las extracciones de dinero de los bancos para evitar un retiro masivo que llevara al colapso del sistema financiero. Desde entonces se conoce a aquella medida como “el corralito”. En un informe sobre reestructuraciones de deuda soberanas el FMI incluyó los episodios de los últimos 20 años de países como Argentina, Grecia, Ucrania y Turquía, entre otros. Allí expone algunos puntos sobre las variables que derivaron en el “corralito”. Entre otras cosas, el informe revela que el sistema bancario en Argentina era «relativamente pequeño en comparación con otros mercados emergentes» y «parecía estar bien capitalizado y orientado a operar en una economía dolarizada bajo el tipo de cambio fijo». Entre otros aspectos señala que, «tras el anuncio de la primera fase de reestructuración que cubría la deuda interna e involucraba a los bancos nacionales, estalló una crisis del sistema bancario en toda regla, con una caída de los depósitos bancarios de más del 6 por ciento de la base de depósitos”. Las presiones del mercado cambiario, “llevaron a tasas de interés más altas y pérdidas de reservas bajo el acuerdo de caja de conversión, lo que llevó a las autoridades a congelar depósitos e imponer controles de capital». Desde entonces, el sistema financiero sufrió un cambio estructural después de la crisis de la convertibilidad. Hasta entonces, los bancos recibían pesos y los prestaban en dólares. Hoy el que gana en pesos, debe en pesos, y el que tiene una actividad generadora de divisas puede tomar un crédito en dólares. Esto supone que, aunque falten dólares, no podría haber un nuevo corralito. Para la mayoría de la población, aquella cuyo salario perdió poder adquisitivo, que observa cómo los precios de la canasta básica aumentan mes a mes, y temen por el impacto que tendrá el aumento de tarifas en los próximos meses, todo este análisis no le provoca interés alguno, lo que le preocupa es llegar a fin de mes con el salario que percibe y ruega porque el costo de vida no siga en ascenso. Por cierto, en 2001 el índice de desempleo superaba el 14% y en 2021 supera el 10%. Antes y ahora, los problemas del ciudadano de a pie, siguen siendo los mismos. También escasea la credibilidad sobre la dirigencia política, ahora como entonces. Así las cosas, 20 años no es nada.

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