The Wild: La leyenda del Rock – Parte 33

Por Carlos Alberto Nacher
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Marzo de 1976: A volar

El histrionismo de Frank, a esta altura, ya no le generaba dudas a nadie. Amado y odiado al mismo tiempo, Frank no pasaba desapercibido para nadie. Mientras tanto, acompañando a sus inexplicables excentricidades, seguía escribiendo éxitos mundiales. De aquel año son los grandísimos éxitos “Get Undressed And Get In (Desnúdate y pasa) y “Rock Kills The Lukewarm (El Rock Mata a Los Tibios)”, que pronto se convertirían en himnos en los gritos de los jóvenes rebeldes, esa masa anónima de gente de pelo muy largo y abundante, tanto como sus deseos de libertad.
En aquel mes la banda se encontraba en Houston, pronta a hacer su debut en la ciudad, en el Miller Outdoor Theatre.
Ya estaba cerca la era de conquistar a los grandes estadios, pero mientras tanto, sin conformarse, hacían sus primeras incursiones al aire libre, en el Miller Outdoor, un teatro de pequeñas proporciones pero con un gran jardín que se llenaba, se colmaba de gente ávida de rock salvaje de THE WILD. A pesar de tocar en los teatros más representativos de cada ciudad, Frank seguían avanzando, quería mucho más, necesitaba mucho más. La ambición de Frank en particular no conocía límites. Incluso se recuerda que una vez, en medio de un concierto, gritó “Quiero tocar en el Vaticano, y después demolerlo”, lo cual derivó en varios juicios de creyentes católicos, en amenazas de muerte de otros creyentes no tan tolerantes, e innumerables artículos gráficos y de otros medios periodísticos que lo tildaban desde “hereje”, por citar un adjetivo de los más suaves, hasta “pendejo mal parido”, y con epítetos del estilo de “hay que matarlo ya” y otros no tan respetuosos.
Pero aquella noche no era tan pretenciosa en el Miller Outdoor. Sin embargo, se congregaron más de 25.000 fieles. Hasta hubo disturbios en la entrada porque muchos habían quedado afuera. Pero Frank gritó a viva voz “¡Déjenlos entrar, yo invito!” y de pronto se produjo una avalancha que destruyó por completo el magnífico decorado y las plantas exóticas de la entrada del teatro.
Se había montado un escenario a dos metros y medio de altura, ya que al no haber butacas instaladas en leve declive, no hubiera sido posible que fueran vistos por toda la concurrencia.
El escenario contaba con una explanada de unos 200 metros cuadrados para la banda y una pasarela adelante, de dos metros de ancho y unos 30 de largo, donde Frank se paseaba, entre los fans, mientras cantaba. Era la primera vez que se utilizaba este tipo de estructura en un concierto, por supuesto, ideada por el genial Frank.

Continuará…

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