UN JOVEN QUE BUSCA TRABAJO EN LA ÚNICA TAREA QUE CONOCE

Desesperado pedido de un trabajador rural

Ángel Sebastián Chapingo tiene 19 años y busca trabajo. Y lo hace por redes sociales como Facebook, donde se pueden ver sus fotos junto a sus perros y caballos, con una sonrisa y un humilde pedido: “Pido permiso para publicar esto, me quedé sin trabajo y busco de puestero. Tengo mis perros y caballos para los bichos…”. En diálogo con El Diario, contó su historia.
Sebastián nació en Paso de Indios y trabaja en el campo desde muy chico. Empezó con solo 5 años. Durante su infancia sus padres lo mandaban a un internado junto a sus hermanos para que estudien. “Sabíamos estar ahí encerrados, a veces teníamos que trabajar los fines de semana porque nuestros padres nos dejaban poca plata y hacíamos changas de limpiar patios o hachar leñas para poder comprar algo para comer y vestirnos” A sus nueve años falleció su padre y a los 16 dejó la escuela para acompañar a su mamá que estaba sola trabajando en un campo cuidando animales. Él fue a ayudarla. “Yo dejé la escuela y me fui ayudarla”, cuenta.
Desde hace un tiempo empezó a salir a los campos a trabajar solo con sus perros y caballos, que son una herramienta. Después fue llevado a trabajar a un campo cerca de Aldea Beleiro con sus caballos.
El puesto de trabajo que desempeñaba Sebastián era como mensual, dedicándose a cuidar a los animales y está en la estancia acompañando al encargado o al capataz.
Allí, Sebastián se dedicaba a cuidar ovejas y vacas de otros animales como el chancho, el puma o el zorro, que “si no los matás te van dejando sin animales y el problema es que el responsable es el que está encargado del campo o acompañando al capataz”, explicó. Según cuenta el joven, es un trabajo que hoy se está pagando alrededor de los $40.000 por mes, (una familia tipo es pobre si sus ingresos no alcanzan $59.208 mensuales).

Cómo es la vida del trabajador del campo

La gente de campo sufre. Por trabajos mal remunerados y no siempre bien tratados. Tienen que estar todos los días entre los animales, cuidándolos, con el clima que sea.
“En algunos trabajos que tuve -relata Sebastián- hacíamos doble esfuerzo porque para arriar hay que salir a las 5 de la mañana y andar todo el día sin comer, haga frío, nieve o llueva. Si hasta la 1 o 2 de la madrugada no llegás con los animales a otro campo, tenés que parar en el medio de la nada, hacer un poco de fuego y dormir como se pueda, solamente de pilcha el poncho y de colchón, el cojinillo”.
“La verdad es que la última estancia en la que estuve, el patrón -que es el dueño-fue muy malo con los empleados y en una oportunidad agarró del cogote a un compañero de mi edad, le dijo de todo y le quiso pegar porque se le escaparon unos terneros del corral” (sic).
Por ese hecho de violencia Sebastián decidió abandonar su puesto de trabajo y renunciar a esa oportunidad de subsistencia. Y no fue el único que lo hizo.
Ahora Sebastián está en Comodoro Rivadavia esperando que surja cualquier trabajo. Tiene a su cuidado a sus animales y ya casi no tiene como sustentarlos, porque alimentarlos tiene un alto costo, lo que lo tiene muy preocupado.
“El tema del trabajo en el campo está complicado porque los dueños de las estancias no quieren pagar bien, siempre quieren pagar de menos; al menos los que yo conozco. Pero siempre tengo ganas de trabajar y me gusta la vida de y en el campo.”
“A esos patrones que se abusan -cuenta Sebastián- les da lo mismo perder empleados buenos y trabajadores y así es como se van quedando sin gente. Y a los trabajadores no les queda otra que juntar sus cosas y salir a buscar otro campo con la esperanza de encontrar patrones buenos”.

La humildad del jornalero y su magro salario

“En el campo uno no se tiene que creer más que otro, porque siempre que vas a otros campos a trabajar te encontrás con gente nueva que sabe hacer cosas que vos no sabés”, afirma. “Ellos aprenden de uno y uno del otro. Siempre hay gente que te enseña cosas nuevas, yo aprendí a ser bien humilde. Y acá estoy buscando un trabajo nuevo; ojalá me salga porque necesito y quiero trabajar”, finalizó el joven puestero no sin ilusión y con una gran carga emocional en sus palabras.

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