MALDITA TECNOLOGÍA

¿Por qué cansan tanto las reuniones en Zoom?

Las medidas de restricción de contacto social por la pandemia del coronavirus han alterado todos los ámbitos de la vida, especialmente el del trabajo, llevando, a los que pueden, a organizar sus rutinas laborales a través del teletrabajo, el cual, muchas veces, incluye largas reuniones virtuales, generalmente por la aplicación Zoom.
Y esto, a lo que no estamos nada acostumbrados, está generando desde dolores de cabeza, afecciones musculares y cansancio, mucho cansancio.
Pero ¿por qué son más agotadoras las reuniones online que las que se realizan cara a cara?
La gente siente que tiene que hacer más esfuerzo emocional para parecer interesada y, en ausencia de otras claves no verbales, la intensa concentración en las palabras y contacto visual sostenido es agotador.
Nuestros cerebros solo pueden hacer pocas cosas a la vez de forma consciente, porque tenemos una memoria funcional limitada. En contraste, podemos procesar mucha más información de forma inconsciente, como lo hacemos con el lenguaje corporal. Las reuniones online incrementan nuestra carga cognitiva debido a que varias de sus características ocupan gran parte de nuestra capacidad consciente.
En las reuniones virtuales nos perdemos mucho de la comunicación no verbal. Nuestros sentimientos y actitudes se transmiten en gran parte con señales no verbales como expresiones faciales, el tono y registro de la voz, gestos, postura y la distancia entre los comunicadores.
En las reuniones en persona, el lenguaje no verbal nos aporta muchas pistas. En una reunión cara a cara procesamos estas señales en gran parte de forma automática y al mismo tiempo podemos oír a la persona que habla. Pero en una conversación por video, necesitamos trabajar más duro para procesar las señales no verbales. Poner más atención en esto consume mucha energía. Nuestras mentes están juntas cuando nuestros cuerpos sienten que no lo están.
Esta disonancia, que hace que la gente tenga sentimientos conflictivos, es agotadora.
Asimismo, en las reuniones cara a cara dependemos mucho de las señales no verbales para hacer juicios emocionales, como analizar si una declaración es creíble. Automáticamente recibimos información, como por ejemplo si una persona se mueve nerviosamente. Depender predominantemente de la información verbal para inferir emociones es agotador.

El entorno

Nos sentimos ansiosos sobre nuestro espacio de trabajo remoto y controlamos eventos que podrían hacernos quedar mal ante nuestros colegas. Y ninguno de nosotros quiere parecerse a la presentadora de televisión y experta en modas Trinny Woodall que estaba haciendo una transmisión en vivo cuando su pareja entró en pantalla caminando desnudo por el cuarto.
Por otra parte, el énfasis que se pone en las señales faciales y la capacidad de verse a uno mismo pueden actuar como factores estresantes. Ver nuestras expresiones faciales negativas (como enojo y disgusto) puede llevar a emociones más intensas que cuando vemos expresiones faciales similares en los demás.
Otro tema son los silencios, las pausas en las conversaciones de la vida real son importante y crean un ritmo natural. Pero en una llamada de video, el silencio provoca ansiedad por la tecnología. Incluso un retraso de 1,2 segundos en la respuesta online puede hacer que la gente perciba a la persona que habla como menos amistosa o enfocada.
Además, la frustración con las personas que abren y cierran su micrófono, el retraso de las conexiones y el ruido de fondo significan que la reunión rara vez fluye sin contratiempos.
En el lado positivo, la ansiedad social se correlaciona positivamente con los sentimientos de bienestar que provoca estar online. Así que para la gente que aborrece las reuniones físicas, las reuniones en internet podrían ser un respiro bien recibido.
Y a pesar de que el creciente enfoque en la información verbal de las reuniones de video puede ser mentalmente más agotador, esto también podría tener ciertos efectos secundarios potencialmente positivos al reducir los prejuicios de las señales sociales y emocionales.
Por ejemplo, ciertos factores físicos están vinculados al dominio social, como la altura. Pero estos factores son menos aparentes en las reuniones de video, lo cual puede llevar a un creciente énfasis en los méritos de los argumentos.

¿Cómo podemos reducir la fatiga?

Con las predicciones de que la «nueva forma normal” de trabajar será muy diferente de la antigua, al parecer Zoom llegó para quedarse.
Hay varios pasos que podemos dar para reducir los efectos negativos de las reuniones a través de video.
Primero, hay que considerar si la reunión necesita llevarse a cabo. En algunos casos, las plataformas para compartir documentos con comentarios detallados pueden reducir la necesidad de reunirse.
Limitar el número de reuniones de Zoom en un día puede ayudar, así como usar el correo y los mensajes.
A veces, el teléfono es mejor. En el teléfono solo tenemos que concentrarnos en una voz y podemos caminar, lo cual puede ayudar a pensar.

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