POLÍTICA

China ¿amigo o enemigo? después del coronavirus

Por Mookie Tenembaum*

Casi la mitad de la población económicamente activa del mundo estará en sus casas, y no por distanciamiento preventivo, simplemente no habrá trabajo estima la OIT. La economía global ya perdió 3 puntos, según el FMI y todavía no se sienten todos los efectos del estallido económico global. Según parece, en todo el planeta, la élite de graduados universitarios de este año aspira a un puesto en el estado y ya no piensa en Wall Street.

El conflicto entre China y Estados Unidos se mantiene en la agenda internacional, ante un público estadounidense que puede estar equivocando el culpable de todos sus males. Es, simplemente imposible “desenganchar” ambas economías y lo mismo sucede con el resto de los países del mundo. No se pueden nacionalizar cadenas de producción ante un país que provee con máxima eficiencia componentes vitales para cada uno de los elementos a nuestro alrededor. Desde vasos de plástico hasta cohetes que todas las potencias envían al espacio.

Ambivalencia

Ni Estados Unidos, ni Europa, ni la Argentina pueden desechar a China como socio. Sin embargo, su crisis de credibilidad y su derrumbe interno son cada vez más evidentes ¿Cómo podemos continuar nuestra relación con el gigante asiático cuando este cae tan profundamente?

Dentro de China, la economía decreció 6,8% en el primer trimestre de este año -esta es la primera contracción desde 1978, y se prevé anemia productiva para el resto del año -como mínimo.

Esta falta de actividad económica es un problema de primer orden para el gobierno de Beijing, y parece profundizar otros problemas. Sin prosperidad económica y con creciente desconfianza internacional, al autoritarismo le queda poco “relato”. En esencia, la transacción entre el gobierno y la ciudadanía consta en crecimiento económico a cambio de algunas libertades.

El mundo no demandará bienes chinos por algunos años con el mismo vigor con el que lo hacía hace sólo algunas semanas. Entre tanto, un 20% de la economía de ese país depende de las colocaciones internacionales, según el Banco Mundial. Por ende, una proporción grande de la actividad desapareció en pocas semanas. Así, se esperan unos 22 millones de desocupados, con una tasa del 10%, estima EIU, una empresa de inteligencia económica. Otros estiman el desempleo en más de 80 millones,

Las alternativas de Alberto Fernández ante una China complicada

Cuando la economía falla queda siempre una posibilidad: el nacionalismo. Ya hay muestras fuertes de la agresividad, con amenazas a Australia y a Taiwán.

Si bien hubo voces que llamaron a la calma, cada vez se agita más entre los ultranacionalistas la posibilidad de volver al ataque contra la isla que goza de independencia de facto al tiempo que Beijing la considera una provincia rebelde.

El mayor desafío diplomático para el presidente Alberto Fernández será equilibrar el rechazo y la responsabilidad. Por un lado, se le atribuyen a China impericias en el manejo del coronavirus, y la profunda depresión económica mundial subsiguiente. Por el otro, se deben sostener relaciones comerciales y económicas dentro de un marco posible, ya que para el mundo -incluyendo a la Argentina, es un socio imprescindible: un 11% del comercio internacional sale de China, según el Foro Económico Mundial.

Aquellos que lideren el rechazo y las críticas pueden quedar fuera de la economía mundial por ofender las hipersensibilidades de un régimen a la defensiva, un juego riesgoso ante las penurias económicas que vienen para nuestro país. Además los cuestionamientos y presiones por una condena serán cada vez más fuertes para cada uno de los líderes mundiales, incluyendo a élite política local.

Cuando el shock inicial sea un recuerdo, los seres humanos volverán a su instinto colectivo: buscarán un culpable por todos sus males. Y allí estarán los chinos. Desde calidad de barbijos, hasta ineficacia de tests como hechos recientes, hasta la supuesta responsabilidad por comer sopas de murciélago. Así, la Argentina navegará aguas con mayor probabilidad de conflictos armados internacionales en Asia, lo que enrarecerá las relaciones económicas. Los niveles de lucidez diplomática y económica que esto demandará en el largo plazo a nuestra política nacional y provincial, deja poco optimismo.

*Filósofo y analista internacional
Autor de “Desilusionismo”, Ed. Planeta

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