LA VÍCTIMA SUFRIÓ VEJACIONES DESDE LOS SIETE AÑOS DE EDAD

En primera persona, el calvario que sufrió una joven al ser abusada por su padre

Con tan sólo veinte años de edad, “M. C.” denunció a su propio padre por abuso sexual, y a su madre por haber sido cómplice de los ataques, los cuales comenzaron cuando tenía siete años y se prolongaron en el tiempo, con toda clase de vejaciones y situaciones que, mucho tiempo después, se animó a denunciar.
En diálogo con El Diario, la víctima advirtió por el lento avance de la Justicia, en una causa que ya tiene dos acusados pero que “quedó trabada en un montón de ocasiones”, así como también se refirió a las diversas situaciones familiares y personales que debió atravesar, hasta tomar el valor para exponer lo ocurrido, en sintonía con otros casos que han tenido lugar en Puerto Madryn y sus alrededores y que, poco a poco, comienzan a tomar estado público, exponiendo una problemática y un flagelo frente a los cuales todas las clases sociales son permeables.
La historia de “M. C.” comenzó a los siete años, cuando sufrió el primer hecho de abuso del cual denunció como autor a su propio padre; el calvario se prolongaría hasta doce años después, cuando sus padres se mudaron junto a ella desde Comodoro Rivadavia hasta Puerto Madryn, donde convivieron unos pocos meses hasta que decidió exponer, judicialmente, las distintas situaciones a las que había sido sometida.
La violencia sexual en Argentina constituye una realidad difícil de digerir, muchas veces, para la opinión pública; ello, teniendo en cuenta que el 40 por ciento de las víctimas son menores de edad y que, en la mayoría de los casos, los abusos son de carácter intrafamiliar; entre 2017 y 2018, por citar una estadística, la cifra de este tipo de hechos se incrementó en un 9 por ciento a nivel nacional.

Diario: – ¿Cómo fue el derrotero personal y emocional que finalmente le permitió radicar una denuncia por abuso contra su padre biológico, e incluso su madre?

M. C.: Mi padre, “E. A. C.”, abusó de mí desde que tenía siete años, y recién el año pasado dejé de estar con ellos, escapé. Pude salir de esa pesadilla porque en mi casa yo no vivía, fue un “sin vivir” todos estos años, muy dolorosos. Yo le contaba a mi madre, “M. H.”, y no me creía. No me quería escuchar, pero estaba al tanto y siempre fue cómplice en el silencio. Y a mí nadie me defendía, sin que pudiera decirles a otras personas porque ambos me amenazaban. Hasta que me animé a hablar el año pasado, porque no daba más y quería contar toda la verdad, que saliera a la luz y que la gente se enterara de lo que estaba pasando. Si no salía de esa casa, no sé qué me iba a suceder.

D: – ¿Qué recuerda del día en que se fue de su casa?

M. C.: Literalmente me fui. Dentro de mi casa había mucha violencia y abuso, hemos pasado muchísimas situaciones. En Comodoro, donde vivíamos antes, mi padre quiso abusar de mí, mientras que mi mamá lo vio con sus propios ojos y no hizo nada. No fue la primera vez. Le contaba todo lo que me hacía, pero nunca me defendió. La primera vez que denuncié lo hice en la Casa de la Mujer (en Puerto Madryn), tenía todas mis cosas dentro del departamento. Sabía que él no iba a estar ahí, pero cuando regresé estaba, quiso abusar de mí otra vez, lo saqué y empecé a gritar. Con mi madre, que estaba ahí, se armó una situación tal de violencia que me tuve que ir con lo que tenía.

D: – ¿Ella nunca la defendió?

M. C.: Ni ella, ni el resto de mi familia que es de Comodoro Rivadavia. A Puerto Madryn nos vinimos en febrero de 2019, y cuando empecé a contar todo lo que me pasaba, ellos (por sus padres) se volvieron a Comodoro. Lo que busco, contando lo que me pasa, es que mi caso avance y que se haga Justicia, que el abusador vaya a la cárcel. Porque el que daña y destruye la vida de una persona desde chico, se merece eso y más. Desde muy chica fui abusada reiteradas veces y a lo largo de los años, y hasta último momento mi papá quiso abusar de mí. Pero escapé de esa tortura.

D: – Como víctima de un delito tan aberrante, ¿cómo analiza el hecho de que un padre quisiera abusar de su propia hija?

M. C.: Es una cuestión de abuso, perversidad y complicidad. Yo no podía hablar, estaba asustada, vivía con miedo y nerviosa. Ellos me vigilaban en todo, era algo excesivo. Le hicieron mucho daño, no solo a mi cuerpo sino a mi persona. Tenía miedo, pesadillas, la pasaba horrible y estaba todo el tiempo alerta. Por ejemplo, era la última en dormirme en mi casa porque no sabía lo que iba a pasar. Hasta que no daba más o caía desmayada de sueño, no me dormía porque no estaba tranquila.

D: – ¿Cómo afectó esta situación su vida personal, desde el hecho de poder formar una pareja hasta el ámbito de los estudios y el desarrollo de otras actividades?

M. C.: La verdad es que me costaba todo mucho más, porque cuando uno sufre un abuso de este tipo, está pendiente todo el tiempo de ello y vuelca toda su mente y energía ahí. Porque yo no quería que nadie me hiciera más nada. Me han dañado mucho y por eso, también, junté todas mis fuerzas y, al ser mayor de edad, me planteé que iba a contar todo lo que me estaba pasando. Si me seguía callando, iba a terminar pero de lo que terminé.

D: – ¿Le contó al resto de sus familiares que vivían en Comodoro lo que había atravesado?

M. C.: Les conté toda la situación, porque me dije que iba a animarme a contar la verdad. Después, no hicieron absolutamente nada, no sólo no me creyeron sino que, incluso, uno de mis primos me envió un mensaje pidiéndome que dejara de ‘decir eso’. Y lo que yo buscaba era contención por parte de mi familia, ver si alguien podía ayudarme. Pero me sentí totalmente desamparada, uno se abre a contar eso y que ni siquiera la propia familia lo apoye, es tremendo.

D: – ¿Sufrió amenazas tras hacer público su caso?

M. C.: Me acosaron, vinieron a Madryn, me buscaban en el trabajo, también en mi casa, diciéndole a la gente que no sabían dónde estaba, cuando en realidad lo sabían bien ya que mi madre me dejó una casa para que no viviera esa vida que hasta entonces había padecido. Pero tampoco me ayudó en nada, siempre se quedó del lado del abusador, sabiendo todo.

D: – ¿Dónde encontró finalmente la contención?

M. C.: En grupos, pero la sigo buscando. Veo que muchas chicas han vivido esto y que hay casos similares. Lo que quiero es que se haga Justicia y que la persona que abusó de mí vaya a la cárcel.

D: – ¿En qué instancia se encuentra el proceso judicial?

M. C.: Realmente, está parado. Hice todas las denuncias, conté todo y no se avanzó, no lo aceptaron o no me creyeron lo que estaba diciendo. Fui a Fiscalía y no me dejaron avanzar, entonces no sabía qué más hacer. Por eso comencé a ir a los medios, porque quiero que esto avance y que finalmente haya Justicia.

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Chubut, tercera provincia con la tasa más alta de violaciones

El último informe de Estadísticas Criminales del Ministerio de Seguridad de la Nación, publicado recientemente, dio cuenta del último año relevado (2017), donde a nivel nacional hubo un total de 3.921 denuncias por abuso sexual con acceso carnal, un 6 por ciento más que el año anterior. La cifra es, incluso, la más alta desde que hay registro, y representa 11 violaciones por día en el país.
Asimismo, el análisis realizado por el Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC), que abarca el ámbito federal, demuestra que ninguna provincia se encuentra exenta de este tipo de delito.
Considerando los indicadores demográficos relevados por el Indec, los distritos con las cifras más altas de violación son Misiones, Salta y Chubut, en tercer lugar, con una tasa que supera las 20 víctimas cada 100 mil habitantes. Las estadísticas se basan en las denuncias radicadas ante las fuerzas policiales federales y provinciales de las distintas provincias del país. De acuerdo a la última Encuesta de Victimización del Indec, “de los delitos violentos, el menos denunciado es la ofensa sexual, que solo es reportada en el 12,5 por ciento de los casos”.

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