SOSTUVO QUE ES POSIBLE REDUCIR EL IMPACTO MODIFICANDO HÁBITOS Y POLÍTICAS DE GOBIERNO

Una especialista en ecología advierte que “el cambio climático es irreversible”

La semana pasada, un grupo de expertos en ecología viajó a Buenos Aires con el objetivo de conformar un jurado para la elección de los ganadores de los “Premios Científicos Bunge y Born” y el Premio Estímulo, donde la disciplina escogida para el 2019 fue, precisamente, la ecología.
Se trata de una serie de especialistas de prestigio en la temática, en el marco de un evento cuya premisa fue que la ecología “es la disciplina central para resolver el desafío más importante de esta generación, que es lograr la sustentabilidad del planeta”.
Cuestiones como cambio climático, junto a los cambios en el uso de la tierra fueron los temas tenidos en cuenta para analizar el escenario actual de la humanidad y las consecuencias a mediano y largo plazo.
El jurado estuvo integrado por el ingeniero agrónomo Osvaldo Sala (UBA, Master of Science in Ecology, Colorado State University), quien a su vez posee un PHd en Ecología por la misma universidad; el ecólogo venezolano reconocido a nivel mundial, Ernesto Medina; el botánico, ecólogo, fitogeógrafo y PhD por la Universidad de Granada, Francisco Pugnaire, el profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad de Stanford, Rodolfo Dirzo, y la doctora en Ecología por la Universidad de Puerto Rico, Elvira Cuevas.
En diálogo con El Diario, Cuevas se refirió a las distintas cuestiones relacionadas al cambio climático y el denominado “efecto invernadero” o calentamiento global; todas ellas, enmarcadas en las acciones antropogénicas que incrementan de manera constante las emisiones de dióxido de carbono, y las alternativas frente a una problemática cuyo abordaje radica, según insistió, en “decisiones políticas y económicas”, además de los propios cambios de hábito en actividades agrícolas y, más importante aún, el consumo de plásticos por parte de la población.

Diario: – Usted se ha especializado en los procesos y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres tropicales y la variabilidad climática, entre otras áreas. ¿En qué se ha basado la selección de expertos de cara a una temática de tanta difusión actual como lo es la ecología?

Elvira Cuevas: Como jurado junto a otros especialistas, integramos la terna de decisión tanto para los premios Bunge y Born, y para decidir cuáles serían los ganadores, nos hemos basado en la trayectoria científica y los aportes a la ciencia nacional, así como también al bienestar en Argentina y los aportes que se han dado, por ejemplo, para la agricultura, el ambiente, etcétera.

D: – Desde su formación, ¿cuál es la perspectiva que tiene respecto del abordaje que se está haciendo, internacionalmente, del cambio climático?

EC: El cambio climático global ha existido desde que la Tierra es Tierra, en el sentido de que tenemos glaciaciones, períodos glaciales e interglaciales. En el caso del primero, el CO2 se atrapa en las burbujas del agua que se hace hielo, pero cuando viene el período interglacial, ello es producto del movimiento del eje de la Tierra con respecto al sol. Entonces, todo ese CO2 que ha estado atrapado por miles de millones de años, vuelve a la atmósfera. Esa es la parte natural, lo que nosotros llamamos el ‘cambio climático natural’. Ahora viene la parte humana. Desde que comenzó la Revolución Industrial, la misma consistió primero que nada en el uso del carbón mineral y, posteriormente, del gas y del petróleo. Lo que ocurre es que estamos añadiendo a la atmósfera lo que anteriormente estaba atrapado, y la primera subida es con el uso del carbón mineral. Y, cuando en los años 70 se notó realmente la utilización de hidrocarburos, léase gasolina, gasoil, etcétera, ahí es cuando hemos aumentado notablemente el ‘efecto invernadero’.

D: – Es decir que, en poco tiempo, la acción humana ha agravado el escenario.

EC: El ser humano, en 180 años, ha hecho lo que naturalmente tarda 15, 20 mil, 30 mil o 50 mil años en que ocurra. El cambio climático global es absolutamente real. Hay un porcentaje muy pequeño que es natural, y el resto lo hemos hecho nosotros. Uno de los problemas que tenemos es que se sigue aumentando el CO2 en la atmósfera. En los años 60 hablábamos de unas 70 ppm (partes por millón), y hoy en día ya estamos en 413 ppm. En los últimos tres años estuvimos yendo en una subida que no para, y lo que hace esto es aumentar el calentamiento global, el ‘efecto invernadero’.

D: – Hay países que ya están sufriendo los efectos del cambio climático en la vida cotidiana. En un futuro cercano, ¿cuáles serían los efectos más inmediatos?

EC: Yo soy de Puerto Rico, que es una isla del Caribe. Trabajé y viví 25 años en el continente, precisamente en Venezuela, ubicada en la parte sur del Caribe, y en 2002 regresé a Puerto Rico. Puedo decir que el calentamiento global y la variabilidad climática se manifiestan, hoy en día, en muchísimos aspectos. Uno de ellos son los extremos. Estamos llegando a extremos de sequía y de lluvia, en cuanto a la disponibilidad de agua. Las temperaturas nocturnas, en muchos sitios, se están poniendo calientes. Anteriormente, la noche era muy fría, incluso en el verano, pero ahora cada vez las temperaturas nocturnas se hacen más calientes y no tenemos forma de controlarlo.

D: – Otro efecto directo son los incendios forestales, por ejemplo.

EC: Efectivamente. Estamos teniendo problemas de fuegos, por la sequía. En California y en Chile, en muchos sitios donde normalmente ocurren fuegos, actualmente son más intensos por la falta de agua. El problema es que todo el ciclo de agua se está alterando severamente. En cuanto a nosotros, los seres humanos, en lo que tiene que ver con islas, la subida del nivel de mar se está viendo. Hay una erosión masiva que está ocurriendo en los canales, porque efectivamente el mar está subiendo, creando una situación de dique con el agua dulce que está bajando, y esa agua dulce está erosionando más fuertemente los lados de los canales de lo que normalmente ocurriría. Aunque no lo parezca, en islas como Puerto Rico estamos en el orden de 6 milímetros de subida de mar, y tan sólo un milímetro es un metro de entrada de mar hacia la parte terrestre.

D: – ¿Es necesaria una decisión política para volcar recursos que puedan combatir el cambio climático o morigerar su impacto?

EC: Es enteramente una decisión política y económica, y como suelo decir, ‘nunca tenemos almuerzo gratis’, para ganar algo hay que perder algo. Hablamos de los famosamente denominados ‘trade-offs’. La situación es que el cambio climático va en conjunto con un cambio en el uso de la tierra y la utilización de los recursos que tenemos. El cambio no para, ya pasamos el ‘punto de no retorno’, lo que hay que tomar ahora son decisiones no sólo políticas y económicas, sino personales, para reducir considerablemente el uso de los combustibles fósiles. Y si se van a utilizar, que sea para generar, por ejemplo, estructuras que sirvan para la captación de energía natural como las torres eólicas, la utilización de las placas solares; eso sí se puede hacer, y los gobiernos deben apuntar a reducir, literalmente, el uso de los combustibles fósiles. En concreto, promover otras alternativas como sucede en otros países y, por ejemplo, en algunos estados de los Estados Unidos, donde se promueve el uso de estos combustibles. La cuestión es que seguimos añadiendo (CO2) a la atmósfera, y el océano es muy buen captador de CO2, pero llega un momento en el que se satura.

D: – ¿Qué otras acciones, desde las políticas de gobierno hasta los hábitos cotidianos, pueden llevarse a cabo para reducir el impacto?

EC: Otra de las cosas que podemos hacer es promover sistemas naturales que sean captadores naturales de (dióxido de) carbono, como los humedales; también, impulsar que, en lugar de que haya tantos autos en la calle, funcione un sistema público mejor. Estados Unidos es uno de los mayores contaminantes. En China, anteriormente, había mucho movimiento con tren y bicicleta, y resulta ser que ahora parecería ser que la demostración de riqueza es tener un automóvil. En síntesis, tenemos que reducir las emisiones, ya no tenemos marcha atrás. Lo que hay que hacer es reducir el impacto del efecto invernadero, y por otra parte, adaptarnos. Tener un proceso de aclimatación y de adaptación. En cuanto a la agricultura, hoy hay lugares donde se siembran el trigo, la soja, el café, etcétera, por el mismo problema de la temperatura, que está cambiando latitudinalmente, o sea que cada vez se hace más caliente hacia el norte, en el Hemisferio Norte, y hacia el sur, en el Hemisferio Sur. El gobierno y los agricultores deben entender el movimiento de los cultivos y que, donde anteriormente se sembraba maíz, trigo o soja, actualmente el rendimiento (del suelo) se hace cada vez menor.

D: – Es decir que la modificación de las actividades agrícolas parecería ser un “paso obligado”.

EC: Esas son decisiones entre los gobiernos. Si hablamos del Hemisferio Norte, según como siga la temperatura y subiendo hacia el norte, en el caso de los Estados Unidos, el norte de ese país y el área donde se practica la agricultura en Canadá se convertirán en la parte agrícola más importante. Del mismo modo ocurrirá latitudinalmente, como el caso de Argentina, donde se producen tan buenos vinos, eventualmente irá subiendo el nivel de la montaña. Esas son las decisiones de adaptación, donde la parte agrícola, industrial y del día a día deben modificarse. Por ejemplo, en el uso de plásticos, porque estos provienen del petróleo. Es necesario disminuir la ‘huella’ que tenemos del uso excesivo de plásticos. No es que vayamos a cambiar la situación de un día para el otro, pero podemos disminuir considerablemente el efecto negativo que tiene el cambio climático global y la situación climática en cada país, con nuestras acciones personales, industriales, políticas y también agrícolas.


Sandra Díaz y Lucas Garibaldi, ganadores de los Premios Científicos

En la última edición de los Premios Científicos de la Fundación Bunge y Born, fueron elegidos como ganadores dos científicos argentinos destacados en el área de ecología, cuyas trayectorias y homenajes fueron resaltadas.
Ganadora del premio Bunge y Born, Sandra Myrna Díaz, es Doctora en Biología por la Universidad Nacional de Córdoba, Doctora Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, e Investigadora Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En palabras del jurado, «Sandra Díaz ha jugado un papel fundamental en el desarrollo del concepto de diversidad funcional, que se define como el tipo, rango y abundancia relativa de los caracteres funcionales presentes en una comunidad». A su vez, «a través de contribuciones teóricas, metodológicas y empíricas, ha demostrado cómo los caracteres biológicos de las plantas vasculares influyen sobre su vulnerabilidad al cambio climático, y las consecuencias que esto trae para el funcionamiento de ecosistemas».
Lucas Alejandro Garibaldi, ganador del Premio Estímulo 2019, es Doctor en Ciencias Agropecuarias por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, es el Director de la Sede Andina del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Río Negro. El jurado describió que «con una fuerte impronta cuantitativa y estadística, uno de los aportes más significativos de Lucas Garibaldi consistió en la demostración de que la diversidad y abundancia de polinizadores silvestres son más importantes que la abundancia de la abeja doméstica en el servicio de polinización de muchos cultivos». Asimismo, el jurado destacó como notable su «interés por difundir y hacer llegar las implicaciones de sus hallazgos científicos a la sociedad».

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