EL TITULAR DE CADES ANALIZÓ EL COMPLEJO ESCENARIO SOBRE EL CONSUMO DE SUSTANCIAS

“Lo primero que te quita la droga es la voluntad”, advierte Juan José Burton

La lógica de flagelos como el narcotráfico comprende varias aristas ligadas al narcomenudeo, las organizaciones, la economía e incluso la política, donde las consecuencias de las disputadas entre organizaciones suelen traducirse en un derramamiento de sangre más presente en algunas ciudades que en otras.
En Puerto Madryn, el efecto de una rivalidad interna entre miembros de una red de narcomenudeo con sede en Mendoza, quedó plasmado en los homicidios de dos jóvenes cuya causa continúa en investigación.
Sin embargo, la otra cara de la problemática de la droga no es solamente su comercialización, sino el consumo por parte de la sociedad, es decir, la “clientela” que permite que el primer segmento continúe estable y en continuo crecimiento.
La criminalización del consumo implica un problema puntual, pero el agravante es, según el titular de la asociación Camino de Esperanza (CADES), Juan José Burton, el hecho de que se le haya “soltado la mano” a las personas adictas; principalmente, a partir de la nueva Ley Nacional de Salud Mental, que establece que una persona podrá iniciar un tratamiento para recuperarse si “tiene la voluntad” de hacerlo.
“Lo primero que la droga te quita es la voluntad”, analizó Burton, quien desde hace casi tres décadas trabaja en la recuperación de jóvenes adictos a las drogas; preside desde entonces la institución ubicada en la localidad de 28 de Julio, un centro preventivo orientado a brindar tratamiento y rehabilitación a las personas drogadependientes para favorecer su reinserción social y familiar.

Diario: ¿Cómo analizan, desde la Asociación, la permeabilidad de la sociedad local al consumo de sustancias y a otro tipo de adicciones, como por ejemplo el alcohol?

Juan José Burton: La problemática, diría, es extensiva a todo el país e incluso a toda Latinoamérica. Vengo de dar conferencias en otros países como Brasil, Chile, Costa Rica, Perú, Puerto Rico y para fin de año viajaré a Bolivia, y en todos lados me dicen lo mismo, que el flagelo está presente de manera terrible en cada lugar. Es un problema que, desgraciadamente, no abarca a una zona en particular. En algunas puede ser más agudo, pero en líneas generales, se trata de una problemática presente en todas las sociedades.

D: Curiosamente, los países más castigados por el narcotráfico y las adicciones son aquellos que libraron la cuestionada “guerra contra las drogas” y donde se penaliza a los consumidores.

JB: Durante muchos años trabajé en la temática, tanto en Estados Unidos como en países de Europa como España; y, cuando se dice que la guerra contra las drogas ‘está perdida’, no es así. Cuando se dice que ‘fracasaron todas las políticas’, tampoco. En mi experiencia, lo que veo es que la sociedad, no los estados ni las políticas de los mismos, es la responsable de la problemática, porque no hay condena social. Un ejemplo muy claro es que, si un ‘dealer’ o traficante va con su auto importado o su 4×4 y entra a un restaurante, el mozo corre a recibirlo y le da una de las mejores mesas, porque deja muy buena propina además del gasto. Si entra un chico que es el que consume, el que le ‘mantiene’ el auto o la camioneta al traficante, medio desaliñado, lo sacan a un costado. Eso pasa en el restaurante, en la carnicería, en el supermercado, en todos lados. Entonces, la sociedad no tiene ‘condena social’.

D: En términos locales, la realidad muchas veces se asemeja a esto que ha dicho.

JB: Ocurre en todos lados. Si viene una persona de la que sé que se dedica a traficar, que anda en cosas raras, pero día por medio compra cinco mil, seis mil o siete mil pesos de carne o de ropa, lo van a seguir ‘atendiendo bien’. Eso lo he visto, inclusive, en España. En Estados Unidos son mucho más rigurosos con la condena social. El año pasado dicté una conferencia en Brasil y ocurre lo mismo, también en Perú, y no existe, desde el colectivo social, el decir ‘este es un problema y tenemos que resolverlo’. Es mucho más fácil, y parecería librarnos de culpas o desafíos, decir que ‘este es un problema que tiene que resolver el Estado’.

D: ¿Qué sucede con las políticas públicas contra el narcotráfico?

JB: El Estado hace lo que puede, la herramienta más poderosa es la sociedad. Y, hablando de estos ‘oídos sordos’ que podemos hacer como tal respecto de aquellos que están en el delito de las drogas, también ocurre lo mismo con los chicos que están en la problemática de las adicciones.

D: ¿Cómo son contenidos estos jóvenes?

JB: Hay algo que es importante, que es la nueva Ley de Salud Mental que ya se está aplicando y que se implementará con más rigurosidad a partir del año que viene, la cual es literalmente una porquería. Porque permite el ‘abandono’ de todos los chicos que consumen. Por mi parte, durante 17 años fui adicto, luego me recuperé, estudié y hace 25 años que trabajo en adicciones, es decir que tengo claro lo que hablo y lo que he vivido. Ahora, cuando cualquier ‘iluminado’ nos viene a decir que un adicto ‘sólo puede comenzar a hacer un tratamiento cuando tiene la voluntad’, es porque nunca en su vida recuperó a un adicto. Porque la droga, lo primero que roba es la voluntad. Incluso, si la persona tuviera voluntad, no necesitaría hacer un tratamiento, dice ‘no consumo más’ y listo. Toda esta estructura que se armó para el área de Salud Mental, es para permitir que todos se droguen sin ningún tipo de represalias ni condena.

D: Cada vez se secuestran más cargamentos de droga, incluso se publicitan las “quemas” de sustancias. Pero, ¿por qué la lucha contra las drogas no se focaliza también en los consumidores, desde lo sanitario, y no desde lo punitivo?

JB: Esta Ley fue hecha por el anterior Gobierno Nacional, pero el actual tampoco hizo nada para enmendar ese error. Porque un adicto no tiene un problema de salud mental, el adicto no es psiquiátrico, puede tener algún tipo de patología anexada a su adicción, pero es un montón de otras cosas. Es su parte social, su parte familiar, un conjunto de cosas, por eso los tratamientos son tan complicados, difíciles y no todos tienen el éxito esperado.

D: Sin que exista una fórmula universal para recuperar a personas adictas, cada una de ellas debe implicar un tratamiento particular y personalizado según sus características.

JB: Cualquiera puede consumir sustancias, pero no cualquiera pueda llegar a ser adicto. Siempre digo esto como para que se entienda: hay gente que se come cuatro huevos fritos y no le pasa nada. Otros comen uno solo y tienen un problema de hígado. Por eso, muchas veces, hay ‘defensores’ del consumo porque dicen ‘yo consumo hace 15 años y nunca tuve problemas’. Tal vez ellos no, pero a otra persona le puede afectar la vida e incluso arruinársela.

D: Durante su trayectoria, ¿alguna vez ha sufrido amenazas o persecuciones por las características de su trabajo?

JB: Nunca. Ni en Puerto Madryn, ni en Buenos Aires, porque nunca me metí ni me voy a meter con el problema del narcotráfico. Yo trabajo con la persona que está enferma, nunca he tenido inconvenientes porque lo otro no es lo que me corresponde.

Cómo funciona el centro ubicado en 28 de Julio

Cades es un centro preventivo, de tratamiento, rehabilitación, reinserción social, familiar y laboral. De hecho, parte del tratamiento del drogadependiente incluye la capacitación y formación laboral para la futura reinserción social. El predio cuenta con una chacra de 80 hectáreas en la localidad de 28 de julio, donde se realizan actividades ligadas a la agricultura y la ganadería. Próximamente, analizan elaborar productos tales como dulces, salsas, encurtidos, y derivados lácteos. Otra de las actividades son las propiamente campestres como el ordeñe, la marcación de la hacienda, arreo, reparación de alambrados. El equipo de tratamiento interdisciplinario está integrado por operadores socioterapéuticos, médicos (psiquiatría, clínica médica, infectología), trabajadora social, psicólogos, docentes y profesores especiales. Además, desde la entidad remarcaron que el costo del tratamiento “es absorbido íntegramente por Obras Sociales, Prepagas y/o mediante convenios con distintas provincias”. Al igual que otros espacios, la institución ubicada en 28 de Julio busca paliar la problemática de la droga a partir del trabajo sobre el individuo que padece el problema, desde un acercamiento personal y lejos de la criminalización que, muchas veces, la propia Justicia ejerce sobre los consumidores. Un debate histórico y sobre el cual, al día de hoy, todavía no se ha arribado a una solución concreta.

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