BARÓN ASEGURA QUE SE REQUIERE MÁS PERSONAL DEL QUE SE DISPONE

El director del Cenpat analizó el rol del organismo en la coyuntura económica actual

El director del CCT Conicet-Cenpat, Pedro Barón, se refirió a la actualidad del organismo y trazó un análisis de la coyuntura económica nacional y su influencia en la labor científica para el año que culminó, así como también para el que comienza.
El doctor en Biología también se dedica a la biología pesquera, la ecología de bioinvasiones, oceonografía biológica y proyectos relativos al aprovechamiento tecnológico de los recursos pesqueros.
En diálogo con El Diario, se refirió a varias cuestiones relativas a la puja por el presupuesto de funcionamiento del Centro, así como también a la reciente visita, hace algunos meses, de personal de la ahora Secretaría de Modernización del Estado, donde se planteó la colocación de lectores de huellas dactilares para el control de ingreso y egreso de empleados, así como también se realizó una evaluación de la “dotación óptima” del organismo.
Contrariamente a lo que se estipulaba, que era que podría haber despidos en el Cenpat al igual que ocurrió en otros organismos estatales, trascendió que no sólo la evaluación tuvo resultados positivos, sino que, incluso, la institución se encuentra dos personas por debajo de la dotación óptima; algo que, hasta el momento, no podrá ser cumplimentado teniendo en cuenta que rige el Decreto que impide la incorporación de personal administrativo a organismos del Estado Nacional.
También, Barón se pronunció a favor del PRIDIUM, un programa que prevé el ingreso de los postulantes a la carrera de investigador del Conicet que finalmente no pudieron ingresar, a la estructura de distintas universidades en el país; el científico reconoció que, si bien en el caso del Cenpat “nos reduce al caudal de ingresos”, se trata de una decisión que, pensada en términos federales, favorece la investigación en el ámbito académico.

Diario: – ¿Cómo evalúa, en términos generales, el balance del 2018 para el Cenpat?

Pedro Barón: Lo que marcó bastante el año fue que el CCT no tuvo un presupuesto aprobado. Concretamente, se nos informó que durante 2018 íbamos a tener uno equivalente al año anterior, con algún apoyo adicional, pero no se llegó a concretar la formalización del presupuesto institucional. Cuando se arma el Presupuesto Nacional, se asigna una porción al área de Ciencia y Técnica, el cual se divide en distintos organismos como el INTA, el INTI, los institutos de investigación de las Fuerzas Armadas, algunos hospitales que hacen investigaciones de alto nivel, el Conicet, etcétera. A lo largo del año, generalmente, hay partidas adicionales para reforzar el presupuesto cuando se puede o cuando están los recursos, en el caso del Conicet.

D: – ¿Qué sucedió durante el año en materia presupuestaria?

PB: Al Conicet se le otorgó un presupuesto; magro y muy desactualizado. Si bien tuvo un incremento, éste estuvo muy alejado de los valores que tendría que haber tenido para conservar el poder adquisitivo por la depreciación monetaria. Dicho en palabra sencillas, no estuvo a la altura de la inflación. Al ver esta situación, las autoridades del organismo optaron por no comprometerse con la red institucional. Es decir, Conicet no solamente está formado por una sede central y administrativa en Palermo, CABA, sino que tiene una red de 280 institutos dispersos por todo el país, principalmente concentrados en Capital y Gran Buenos Aires, donde reside más del 60 por ciento de los investigadores. El resto está distribuido desde Ushuaia a La Quiaca, por todo el país. En 2017 habíamos presentado todos los institutos un presupuesto para el 2018 ante el Conicet, que lo había requerido; y, concretamente, no lo aprobó, o sea que no armó un presupuesto para la red institucional, sino que sus autoridades dijeron que no se iban a comprometer, sino que iban a ir dando partidas para ir cubriendo los gastos.

D: – ¿Esto finalmente ocurrió?

PB: En parte se hizo. La estructura de nuestro CCT está constituida por una Unidad de Administración Territorial (UAT), que brinda todos los servicios de vehículos, mantenimiento de instalaciones, la seguridad y limpieza, con unas 80 personas. Tenemos una Oficina de Vinculación Tecnológica y una Unidad de Gestión de la Información; esas son las tres unidades de apoyo, sumadas a ocho Institutos o Centros de Investigaciones, de los cuales seis están dentro de Madryn y otros dos en Comodoro Rivadavia y San Antonio Oeste, Río Negro, respectivamente. Lo que el Conicet dijo fue que iba a asegurar, primero que nada, los requerimientos presupuestarios a las unidades divisionales, que son las que pagan factura de luz, gas y servicios.

D: – ¿De cuánto dinero estaríamos hablando?

PB: Entre el servicio de seguridad y limpieza se nos va, aproximadamente, el 50 por ciento del presupuesto de funcionamiento. El mismo es, aproximadamente, de unos 16 millones de pesos anuales para el CCT, en el caso del 2018. Hay que tener en cuenta la cantidad de gente que trabaja acá. Además, hay que cubrir la factura de luz, de gas, mantener la flota de 14 vehículos, además de equipos náuticos como botes, una lancha, lo cual tiene costos altísimos. A su vez, tenemos un consumo energético importante, con varias cámaras de frío y un acuario experimental con dos equipos que consumen muchísima energía.

D: – Esas son las cifras de las Unidades Ejecutoras. ¿Qué sucede con los ocho centros de investigación en materia de fondos para que funcionen?

PB: Los mismos tenían un presupuesto que, según nos habían anticipado, se mantendría igual al de 2017. El mismo generalmente se entregaba en cuatro cuotas en el año; a principios de 2018 nos dieron la primera, y a solamente cuatro de las ocho unidades les dieron la segunda cuota. Ahí quedó todo. Es decir, las unidades más “afortunadas” recibieron la mitad de lo que recibieron en 2017, y las menos, una cuarta parte. Son presupuestos más chicos; por ejemplo, en mi caso, dirijo el Centro para el Estudio de Sistemas Marimos (Cesimar), que es la unidad más grande con casi el 40 por ciento del personal de investigación del CCT, y nuestro presupuesto para el 2018 fue de 125 mil pesos, nada más. Para todo lo que hace al funcionamiento, mantenimiento de equipos, alguna reparación de equipos rotos, viáticos para alguna participación institucional en alguna reunión o para traer a alguien, además de los servicios de laboratorios e insumos. Todo ello, fuera del tema salarial, que se maneja directamente desde el Conicet. Para tener una idea, en 2016, cuando inicié mi rol como director del CCT, presentamos el Presupuesto 2017, nos lo aprobaron y, en esa época, con un dólar cercano a los 17 pesos, el mismo era, anualmente de aproximadamente 1 millón de dólares. Hoy, un millón de dólares es casi 40 millones de pesos, es decir que en dólares se redujo a menos de la mitad el presupuesto. Hay que tener en cuenta que nuestra economía no funciona absolutamente atada al dólar, pero las tarifas de los servicios subieron.

D: – ¿Alcanzó ese dinero para afrontar los gastos operativos del Cenpat en 2018?

PB: Durante el año hubo un “refuerzo” a esos 16 millones de pesos, de aproximadamente dos millones para el CCT. Pero, aún así, no llegamos y estamos esperando otro porque no llegamos a pagar la luz y el gas de diciembre. Hay un compromiso y nos dijeron que nos iban a dar un fondo adicional para evitar quedar en deuda con proveedores, empresas de servicios, etcétera. No obstante, en 2018, ni siquiera el Conicet pidió el presupuesto a los institutos. Sí, nos solicitaron un presupuesto de “base cero”, es decir, uno que no se arma en función del arrastre del año anterior, sino tomando a la institución “de cero”, analizando cuáles son los objetivos principales para el año, las cuestiones básicas a cubrir; todas las Unidades Ejecutoras y el CCT lo hicieron, a pedido de la Gerencia de Administración del Conicet, para ir a dialogar con las autoridades políticas del entonces Ministerio de Ciencia y Técnica.

D: – ¿Cómo se comportaron los ingresos de becarios para el año que culminó en el CCT?

PB: Fue atípico el tema de los concursos de ingresos a la carrera de investigador. Generalmente, los concursos de ingreso a la carrera de investigadores nuevos a la Planta Permanente se resolvían sobre finales del mes de diciembre. En 2016 hubo una toma del Ministerio (de CyT) en diciembre, ya que el número de ingresos se redujo drásticamente desde 2015 hasta dicho año. En 2017, repuntaron un poco y se incorporaron unos 600 en todo el país. Para nosotros, es muy chica la tajada que nos toca. Los que quedaron sin ingresar en ese entonces fueron entre 12 y 18, los cuales habían sido doblemente recomendados y no pudieron ingresar al sistema. Académicamente, estaban en condiciones.

D: – ¿Cómo es dicho proceso de ingreso, normalmente?

PB: Cuando se hace el ingreso a la carrera de investigador, de quienes se presentan para ingresar a la Planta Permanente, más o menos un 30 o 35 por ciento son seleccionados o calificados para entrar. Finalmente, de todos esos seleccionados, está ingresando más o menos una mitad, mientras que la otra, compuesta por investigadores igualmente calificados. Pero la mitad de ellos quedan fuera del sistema. En 2017, el Ministerio de Ciencia y Técnica con el de Educación hicieron un convenio, creando un programa que se llama PRIDIUM, a través del cual se ubicaba a todos esos investigadores en universidades y, por un plazo de dos años, les cubría el sueldo que cobrarían en el Conicet, también con la intención política de reforzar los planteles de CyT de las universidades, que muchas veces están muy desprovistos.

D: – ¿Cómo fue el ingreso de estos investigadores a las casas de altos estudios?

PB: Se trata de algo que pasó en 2017 y terminó concretándose en 2018. Se le asignaron cargos en las universidades como Jefes de Trabajos Prácticos (JTP) en distintas cátedras. Algunos de estos dobles recomendados que postulaban para un mayor nivel dentro de la escala del Conicet, se incorporaron como profesores asistentes dentro de las estructuras de las universidades. Estas últimas tienen sus propios mecanismos de estructura de cátedras, concursos y jerarquización del personal, con lo cual una persona que está dentro de una cátedra, como el JTP, acompaña a los ayudantes y el docente o equipo de docentes; entonces, el Jefe de Trabajos Prácticos generalmente desarrolló toda una carrera docente como ayudante-alumno, ayudante-graduado, luego JPT, y este mecanismo lo que hizo fue “meter” un JTP en esa cátedra (desde el Conicet), totalmente fuera del contexto de los concursos. Algo totalmente disruptivo y que fue uno de los principales problemas y rechazos de las universidades.

D: – ¿Se mantuvo la postura por parte de las instituciones de educación superior?

PB: En realidad, lo aprovecharon y el compromiso era que el cargo quedara en la universidad. Entonces, se incorporaron los investigadores nuestros, formados en el Conicet, y durante 2018 y el año que ahora transcurre tienen garantizado un trabajo a nivel de las cátedras universitarias, donde se supone que también tienen que desarrollar investigación.

D: – ¿Qué sucede con el equipamiento que muchos investigadores necesitarían para llevar adelante su labor, y de los cuales algunas de las universidades no disponen?

PB: Muchas de las facultades no tienen el eqiupamiento necesario para dar soporte a ese trabajo. En nuestro caso local, la diferencia más marcada es entre la Universidad Nacional de la Patagonia y la UTN. La primera tiene un edificio muy chico, dos laboratorios que se usan para docencia, no hay un lugar físico u oficinas para sentar investigadores fulltime a trabajar, tampoco hay equipamiento. Lo que hicimos fue un acuerdo entre la sede de la universidad y el CCT para que, en los casos en los que se incorporara personal, se les diera un espacio en nuestro edificio y acceso a los equipos, para que estos investigadores que se formaron acá pero ahora pertenecen por dos años las universidades, puedan seguir desarrollando su trabajo.

D: – ¿Qué sucedió con la UTN?

PB: Es un caso distinto, ya que viene desarrollando fuertemente un plantel de investigadores. Recuerdo en la época en la que el ingeniero Carlos Guzmán gestionaba la UTN como decano, que se construyó un edificio para laboratorios, el cual de hecho se equipó muy bien. La siguiente gestión, con la actual decana e ingeniera Vázquez, lo siguió manteniendo, y concretamente hay un laboratorio con varios salones, con equipamiento como para hacer las cuestiones básicas. La UTN, de hecho, fue una de las instituciones que más investigadores recibió. De todo el programa PRIDIUM, de las 30 sedes de la UTN en todo el país deben haber recibido unos 7 u 8 investigadores, precisamente en la facultad regional de Chubut (en Puerto Madryn). La institución lo vio como una oportunidad y lo tomó. Algunos de esos investigadores que se incorporaron por este programa se volvieron a presentar a concurso al año siguiente (en el Conicet) y ahí sí ingresaron. Como dobles recomandados no habían entrado en el primer año, pero ahora sí lo hicieron, están en el programa PRIDIUM y, además, van a ser investigadores del Conicet. Fueron unos 600 ingresos en 2017 a nivel país. Para ponerlo en contexto, el ingreso había sido en 2015 de unos 800; al año siguiente, entre 420 y 430; en 2017, fueron 600, ya que el Conicet reaccionó.

D: – ¿Algunos ingresos cubrieron bajas estipuladas por retiros o jubilaciones?

PB: Más o menos, las bajas por jubilaciones son 200 al año. De esos 600 que ingresaron, unos 200 eran para cubrir bajas por esos motivos, por lo que investigadores nuevos fueron unos 400. En 2018, fue muchísimo más acotado, en total 450 cargos de los cuales 150 fueron para temas estratégicos, una ventanilla especial donde entran proyectos tales como el “desarrollo de la ingeniería electrónica” para un satélite específico, es decir, temas estratégicos para el país, transversales y relevantes. Otros 150 fueron para temas generales, lo cual es muy poco, ya que hay que dividirlos por todas las disciplinas científicas, donde son biólogos, ingenieros, tecnólogos, historiadores, antropólogos, geólogos, paleontólogos y muchos otros.

D: – Sin lugar a dudas, esas cifras no se condicen con la cantidad de profesionales que se forman en dichas disciplinas año a año.

PB: Justamente, tenemos muchos becarios, se achica el “embudo”, se sigue teniendo miles de becarios que de alguna forma no van a contar con la opción de ingresar al Conicet. El mismo sigue formando doctores, otorga becas para que un profesional que egresó de la universidad, durante cinco años desarrolle tareas de investigación, se forme en un doctorado, pasando a tener un nivel académico superior, y a todos los que completan el doctorado, se les asigna una beca postdoctoral de dos años más, en el transcurso de los cuales el becario opta por incorporarse a la carrera del investigador, que es la carrera estable. En síntesis, fueron 150 para temas estratégicos, otros 150 para temas generales, y otros 150 destinados a un programa especial de “fortalecimiento de las instituciones universitarias”.

D: – ¿Cómo valora esta última medida?

PB: Concretamente, el Conicet dijo que, de los 450 cargos disponibles en el concurso de 2018, destinaría 150 a investigadores que se incorporarán con lugar de trabajo en las universidades. De las 280 unidades ejecutoras que el Conicet tiene en todo el país, unas 215 son de “doble dependencia”. Es decir, son institutos compartidos por el Conicet, las universidades, el INTA, el INTI, etcétera. La idea fue que, sacando las universidades más grandes como la UBA, la de Cuyo, la de Córdoba y Rosario, que tienen más de 110 investigadores del Conicet trabajando, al resto de las universidades les darían un cupo de 3 o 4 cargos para que investigadores del Conicet refuercen el plantel de investigadores. Fue una decisión política y, de alguna forma, dejaron afuera a las más grandes como para “federalizar”. Si bien esa medida puede ser un poco antipática para muchos, a este CCT, que tiene seis institutos que no dependen de ninguna universidad, solamente del Conicet, nos quitó el cupo y el caudal de ingresos. Pero, mirándolo a nivel federal, se puede tomar como una acción positiva. Es discutible, obviamente, sobre todo contemplando cómo muchas veces estas decisiones se implementan sin demasiado diálogo con las propias universidades. Pero, en concreto, todas las universidades, salvo las más grandes que ya tienen muchos investigadores, presentaron proyectos y en el caso de la San Juan Bosco, está recibiendo 4 o 5 investigadores del Conicet gracias a este programa.

D: – ¿A nivel provincial, el balance de este caudal de ingresos a través del PRIDIUM es positivo?

PB: No está mal el sistema, ya que garantiza que por lo menos unos cuatro o cinco investigadores se radicarán en Chubut. Años antes, cuando tuvimos estos 12 o 15 investigadores que quedaron en el PRIDIUM, la realidad es que en instituciones de Chubut entraron tres, que es casi la misma cantidad de los investigadores que se jubilaron. Es decir que, la provincia no incrementó su plantel provincial en casi ningún investigador durante 2017. Sin embargo, este programa garantiza algunos cargos más a nivel provincial, de alguna forma nos “castiga” a los institutos que tenemos dependencia exclusiva del Conicet porque nos reduce el caudal, pero federaliza un poco más los recursos en líneas generales.

D: – ¿Cómo afectó al Cenpat la degradación del Ministerio de Ciencia al rango de Secretaría?

PB: Los efectos están por verse, porque es algo reciente. Nos afecta no solamente desde el punto de vista presupuestario, sino también desde el poder de decisión y capacidad para llegar a los más altos niveles de toma de decisiones. Mientras el ‘ministerio’ era tal, teníamos al ministro (Lino) Barañao que podía ir a la Jefatura de Gabinete y discutir en paridad con otros ministros la distribución presupuestaria que la misma planeaba para un año determinado. Hoy, eso no lo tenemos. Tenemos un “ministro de Educación, Ciencia, Técnica” y demás, que representa a las universidades y el sector científico, y queda diluida la posibilidad de llegar con determinados pedidos. Es una señal política clara de bajar el peso o la posibilidad de intervenir con propuestas o decisiones que se toman a nivel de gobierno. El Conicet es un ente autárquico, que se gobierna por sí mismo, pero no es autónomo ya que su presupuesto depende del presupuesto del ahora ex Ministerio de Ciencia y Técnica.

D: – Hace algunos meses, técnicos del Ministerio de Modernización concurrieron al Cenpat y otros organismos nacionales en Chubut para analizar la “dotación óptima” de los mismos. También, se planteó la posibilidad de instalar lectores de huellas dactilares en el CCT para controlar el ingreso y egreso de empleados e investigadores, lo que generó resistencias. ¿Cuáles fueron los resultados de esa visita?

PB: Se trata de una norma que se implementa a nivel nacional. Concretamente, el antiguo Ministerio de Modernización, ahora Secretaría de Modernización que funciona dentro de la Jefatura de Gabinete, sacó una norma administrativa donde establece que todos los organismos descentralizados del Estado, para su personal administrativo, tienen que tener un control y un registro de entradas y salidas. Ficheros de horario. Esa es una decisión que se aplica a todos los organismos del país, pero hubo un planteo fuerte dentro del Conicet hacia Modernización, desde el punto que, por ejemplo, un investigador no sirve mucho si se lo tiene ocho horas al día metido dentro de un laboratorio u oficina. Muchos de ellos deben salir a tomar muestras, se van de campaña una o dos semanas, se van a la Antártida, se suben a un barco, se van a la Cordillera; en el caso de geólogos, paleontólogos, biólogos y toda la diversidad de disciplinas, parte del trabajo es estar afuera. Es inherente al trabajo no estar en una oficina permanentemente. Lo mismo ocurre con la carrera del personal de apoyo, los técnicos que nos ayudan a hacer el trabajo, a los cuales se los necesita muchas veces en el trabjao de campo. También están los becarios, que no tienen una relación contractual, son trabajadores en la realidad pero en términos contractuales, son estudiantes de posgrado desarrollando su tesis doctoral, en el marco de la institución. Si bien se ganaron muchos derechos en los últimos años, en lo formal no son empleados. Pero también tienen actividades de campo permanente.

D: – Quedaría el personal administrativo.

PB: Exactamente. Es el que maneja la contabilidad de la institución, administra los fondos, brinda algunos servicios centralizados. El Conicet, generalmente, tiende a que dicho personal pertenezca a la carrera de la administración pública nacional, la SINEP (por el Sistema Nacional de Empleo Público), la cual incluye personal administrativo; entonces, el planteo de la Secretaría de Modernización fue que el personal administrativo de todas las instituciones, que tiene fehacientemente que estar en una oficina, debe cumplir en marcar el horario y demostrar que pasa las horas requeridas trabajando en la institución. Obviamente, es una decisión que, al momento de la implementación a nivel local, para muchos es antipática; algunos lo plantean como algo que no es equitativo con los investigadores y el personal de apoyo técnico. Hubo muchos debates, pero tampoco hay mucho lugar para “esquivar” la decisión, ya que es una norma establecida a nivel de gobierno.

D: – ¿Qué sucedió con el análisis de la “dotación óptima” por parte de Modernización?

PB: En 2018 sufrimos un proceso de evaluación en ese aspecto. Muchos organismos del Estado, como el INTA y el INTI, empezaron en 2017; a nosotros nos tocó al año siguiente, donde todo el organismo fue evaluado por un equipo enviado por la actual Secretaría de Modernización, donde se analizó si “sobraba personal” para las actividades que se realizaban. Eso empezó en el mes de abril en la sede central, y hacia mayo se eligieron cuatro unidades divisionales del país, de toda la red que tiene el Conicet; se eligió el Cenpat, una unidad en La Plata, otra en Mendoza y otra de Gran Buenos Aires, en las que se evaluó la planta de personal. Eso causó aquí, en Puerto Madryn, gran preocupación y el temor de que se despidiera personal; obviamente, vimos que estaban recortando muchos puestos a nivel del Estado, por lo que la situación nos generó un gran debate. Incluso, se plantearon hasta posiciones extremas de algunos miembros del CCT, como la de impedir el ingreso de la comisión evaluadora. Llevó muchas discusiones, reuniones plenarias, con el personal afectado y demás, y finalmente la decisión fue “jugar el juego”, recibirlos y presentar las cosas como son, lo más prolijas posibles. Ello, sin dejar de incorporar algunas notas donde planteamos la importancia de nuestro organismo, la relevancia para el desarrollo de la región y demás. Recibimos a la comisión, estuvieron teniendo entrevistas, visitando laboratorios, reuniéndose con las autoridades que llevan a cabo la parte administrativa.

D: – ¿Les comunicaron los resultados?

PB: – Si bien no hemos recibido una devolución al momento, fuimos muy bien calificados. De hecho, lo que nos comentaron extraoficialmente es que, incluso, estamos dos puestos por debajo del mínimo requerido: nos faltan dos como mínimo. La realidad es que nos faltan más, sumado a que tenemos un problema, y es que se nos está jubilando mucha gente. Además, tenemos un decreto firmado en junio de 2018, que impide la incorporación de nuevo personal administrativo al Estado. Nosotros tenemos prevista, para la mitad o fines del 2019, y desde que se constituyó el CCT en 2016, una pérdida de 12 personas que se han jubilado o renunciado. Son doce empleados administrativos que se perderán del total de 80 contemplados dentro del SINEP en un período muy corto, sin la posibilidad de poder reponerlos. Uno de los casos más graves es la coordinadora de nuestra Oficina de Vinculación Tecnológica, que renunció recientemente por un cambio de trabajo; es un cargo fundamental y que no vamos a poder reponer.

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