DESCARTAN QUE LOS FACTORES EXTERNOS SEAN LOS CULPABLES DE LA REALIDAD ARGENTINA

Economía al rojo vivo

La economía argentina atraviesa un sensible momento como consecuencia de la fuerte devaluación que sufrió el peso argentino en los últimos meses, producto de una abrupta escalada del dólar, y la inflación incesante, que en septiembre registró un incremento del 6,5% y que superaría ampliamente el 40% para fin de año.
Otro de los factores que influye en esta preocupante realidad es la fuga de divisas y el constante endeudamiento por parte del Gobierno Nacional. Puntualmente, la cuenta corriente tuvo un déficit de 15.000 millones de dólares en 2016, se duplicó en 2017 y alcanzó los 30.000 millones de dólares, mientras que sólo en el primer trimestre de 2018 la cifra alcanzó a los 10.000 millones de dólares. Esto fue compensado por la administración del presidente Mauricio Macri con una incesante toma de deuda externa: en marzo de 2018 se ubicó en 254.000 millones de dólares.
Pese a que Macri reiteró en varias oportunidades antes de las elecciones de 2015 que bajar la inflación iba a ser una cuestión “fácil”, la realidad indica que desde la Casa Rosada no han podido frenar el aumento de los precios. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la inflación de 2016 fue del 41%; en 2017 fue del 25%; y estaba previsto que para este año se ubique cerca del 15%, pero actualmente se estipula que superará ampliamente el 40%.

Época de tormentas

Uno de los justificativos por parte del Gobierno Nacional para explicar la situación actual es la metáfora de las “tormentas”, afirmando que gran parte de la culpa de esta crisis es por cuestiones externas al país. Asimismo, la realidad marca que la economía argentina está en el peor momento desde que Macri asumió como presidente.
Desde los últimos meses del año pasado, pero más que nada a mediados del 2018, el dólar tuvo aumentos considerables, lo que llevó a una aceleración de los precios. Debido a esto, la Casa Rosada salió a pedirle ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), aumentando el endeudamiento público en moneda extranjera.
Además, la constante subida de precios y la presión del peso sobre el dólar, provocó que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tenga que tomar dos medidas contundentes: la venta de dólares para intentar frenar la presión cambiaria y el incremento en la tasa de interés de referencia para defender las posiciones en pesos. Esto no produjo el efecto esperado por parte del Ejecutivo, lo que llevó a argumentar, como se dijo anteriormente, que los factores externos fueron determinantes para la crisis económica argentina.

Devaluación del peso

En lo que va de 2018, la tasa de devaluación acumula un 105,1%, es decir que el dólar vale más del doble de lo que costaba cuando comenzó el año. Asimismo, en los últimos 12 meses el porcentaje alcanza al 116%. Esto representa a la mayor depreciación interanual del peso desde la salida de la convertibilidad, hace prácticamente 20 años.
Esto no responde a lógicas regionales o de países emergentes, ya que Argentina sufrió la mayor devaluación de su moneda en todo el mundo durante el corriente año. Según un informe de la Universidad de Avellaneda (UNDAV), esto responde a “la apertura indiscriminada del comercio exterior, que propició un rojo en la balanza comercial, alcanzando máximos históricos y que ha exigido los dólares del endeudamiento para financiarlo”.
Además, la total liberación de la cuenta capital y el mercado cambiario permitió la libre entrada y salida de capitales, presionando sobre la demanda de dólares, cuyo precio llegó a superar los 40 pesos por unidad en el mercado minorista.
Todo esto confirma que las teorías que afirmaban que la situación local era producto de “tormentas” externas no son tan certeras. Si bien este es un condicionante, la actual coyuntura económica no sólo es producto de la difícil situación comercial y financiera global, sino también de factores locales y medidas impulsadas por el Gobierno Nacional.

Países emergentes

En la comparación con otros países calificados como emergentes, Argentina sigue liderando ampliamente el ranking de los que sufrieron la mayor devaluación. Específicamente, entre diciembre de 2017 y agosto del corriente año, el peso de nuestro país sufrió un retroceso del 100,2%.
Otro de los países que atraviesa una crisis contundente es Turquía, pero está a 26 puntos porcentuales de Argentina, ya que la devaluación de la lira turca fue del 73,9%. La tabla en cuestión es completada por Brasil (26,8%), Rusia (15,6%), India (10,8%), Indonesia (9,1%) y Sudáfrica (7,6%). Al respecto, desde la UNDAV sostuvieron que “esto lleva a poner el foco en los factores endógenos de la economía nacional que permitan explicar el fuerte golpe cambiario sufrido que acelerará los precios domésticos y producirá un entorno recesivo a corto y mediano plazo”.
En la continuidad comparativa con los países emergentes, la inflación argentina interanual (29,5%) también es superior a la de los demás. En el segundo puesto vuelve a ubicarse Turquía, pero con un porcentaje menor: 15,8%. En tanto, en el resto de las economías emergentes, si bien en ciertos casos hubo algunas aceleraciones en los precios, la inflación no ha sido tan significativa: Sudáfrica (5%), Brasil (4,5%), India (3,9%), Indonesia (3,2%) y Rusia (2,3%).

Riesgo país

Inicialmente, luego del acuerdo con los Fondos Buitres, la gestión pública nacional había conseguido generar cierta mejoría en las condiciones de financiamiento internacional, lo que se vio expresado en la reducción del spread que pagan los bonos del tesoro argentino en relación a los del tesoro norteamericano, conocido a su vez como riesgo país.
Esto se puede observar en el indicador que realiza Morgan Stanley al respecto para las economías emergentes, el Emerging Markets Bonds Index (EMBI+), que muestra cómo en los primeros meses de 2016 tuvo una tendencia descendente que se mantuvo hasta finales de 2017. Los desequilibrios evidentes en el sector externo y el cambio de la política monetaria, dieron inicio a los meses de la corrida contra el peso y del aumento en consecuencia del EMBI+ Argentina, que fue más brusco que el correspondiente a Brasil.
De esta forma, desde el 21 de diciembre de 2017, momento en el que el riesgo país llegó a su punto más bajo, 347 punto básicos, no paró su escalada ascendente hasta superar los 760 puntos básicos, es decir, un crecimiento del 120% en tan sólo ocho meses, que lo devolvió a valores de 2015.

Afectaciones externas

Por último, la casa de altos estudios de Avellaneda concluyó que “el descalabro cambiario de la economía nacional y su impacto sobre la actividad interna no es únicamente producto de la actual volatilidad e incertidumbre financiera internacional consecuencia del endurecimiento de la política financiera norteamericana y de la guerra comercial de Estados Unidos contra China”.
Específicamente, esta turbulencia mundial afecta de manera particular a la Argentina debido a los desequilibrios estructurales que ha venido acumulando desde diciembre de 2015. Estos desequilibrios le han quitado grados de libertad, en especial al BCRA para contener la nominalidad de la dinámica interna sobre el tipo de cambio.

Variaciones salariales

Todas estas variaciones negativas también tienen como agravante los magros incrementos salariales y en los haberes previsionales, lo que ha generado que Argentina pierda terreno en la comparación regional de los ingresos, variable en la que nuestro país históricamente ocupaba los primeros lugares.
En cuanto al salario mínimo, Argentina retrocedió siete posiciones desde diciembre de 2015, cuando se encontraba en el primer puesto de los países con mejor salario mínimo, en dólares, de Sudamérica. Si bien para esta estadística se tuvo en cuenta el costo del dólar oficial, si se hubiese tomado como referencia el “dólar blue”, nuestro país también hubiese estado en la cima de la tabla.
No obstante ello, tras las devaluaciones y los bajos aumentos, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) se redujo en más de un 50% en dólares, pasando al séptimo puesto de la región, por debajo de Chile, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Perú.
De los datos expuestos no sólo se desprende el retroceso en las posiciones de la tabla, que bien podría estar explicado por elevados aumentos en los salarios del resto de los países sudamericano, sino que también se observa que Argentina junto con Venezuela, fueron los únicos países cuyos salarios mínimos en dólares se redujeron en el periodo analizado. Otra vez, lejos de estar insertos en procesos globales, el salario mínimo argentino se destaca por su retroceso.
Cabe aclarar que la variable utilizada, es decir el salario medido en dólares, es una medida posible de comparación regional que homogeniza el poder de compra a nivel internacional, aunque no necesariamente representa el mismo poder de compra respecto de los precios de cada país.

Poder adquisitivo

Otra de las comparaciones que hace la UNDAV es la variación del salario real, es decir un porcentaje entre las variaciones de los salarios y los aumentos de los precios, que determinan las modificaciones en el poder adquisitivo de cada uno de los países.
En esta comparativa, otra vez, la Argentina es casi el único país cuyos salarios mínimos perdieron contra la inflación. Para peor, tras la devaluación reciente, se espera en 2018 la inflación más alta desde 1991, hecho que profundizaría esta caída.
Otro de los ingresos sobre los cuales es posible establecer una comparación regional son los haberes jubilatorios. La fuerte devaluación sumada a las erradas políticas inflacionarias generaron que los haberes jubilatorios pierdan en Argentina más de 12% del poder adquisitivo que tenían antes de que asumiese la actual gestión.

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