EN ARGENTINA HAY MÁS MUJERES CIENTÍFICAS QUE HOMBRES, PERO SÓLO ESTOS ÚLTIMOS ACCEDEN EN SU MAYORÍA A LOS CARGOS JERÁRQUICOS

La ciencia y la investigación: ¿Cuestiones de género?

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”,
En este contexto, a nivel provincial, recientemente el Colectivo de Mujeres del CCT Conicet-Cenpat advirtió que, pese a los esfuerzos de la comunidad internacional, “la brecha de género en los sectores de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas persiste desde hace años”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Argentina es actualmente uno de los países del mundo con mayor porcentaje de mujeres activas en ciencia, información que “si bien parece alentadora y se han hecho avances en relación a la igualdad de género en el ámbito científico, las mujeres están aún sub-representadas”.
Esto genera un inevitable desequilibro en el mercado laboral, enmarcado en la poca participación de las mujeres en el sistema científico en relación a los hombres, “tanto en la administración o en investigación básica como en los niveles jerárquicos más altos de toma de decisiones”, consignaron.
Tal desigualdad “es una expresión más de violencia machista, entendida como aquella que se ejerce sobre la mujer, por serlo o sentirlo, en el marco de una relación desigual de poder; afecta la vida, la libertad, la dignidad, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial”, fundamentaron desde el colectivo de científicas chubutenses.

Sólo 25% de investigadores superiores son mujeres

Nuestro país es uno de los que tiene el mayor porcentaje de mujeres en la ciencia en Latinoamérica, representando un 52 por ciento del total de los investigadores y el 60 por ciento del total de becarios del Conicet, según los últimos datos difundidos por el organismo en diciembre de 2016.
A pesar de que dichas cifras dan cuenta de una base positiva para las científicas, otro dato preocupante señala que tan sólo el 25 por ciento del total de investigadores superiores son mujeres, mientras que representan el 60 por ciento entre los investigadores asistentes.
Entre los nuevos términos elaborados por los distintos colectivos y entidades con competencia en materia de género, el “efecto tijera” es uno de los factores recientemente señalado como aquél que produce que “la mitad de las mujeres que entren se vayan abruptamente hacia abajo, y la mitad de los varones se van abruptamente hacia arriba”.
Otro concepto creativo es el “techo de cristal”, que da cuenta de la barrera impuesta a las mujeres en su progreso laboral dentro de distintas áreas de trabajo para acceder a cargos superiores.

Trabajo, estudio y maternidad

La maternidad es uno de los principales factores de desigualdad laboral en las mujeres. Tal es así que, por citar un ejemplo, hace algunos meses en Puerto Madryn una trabajadora denunció haber sido desvinculada de su rol como gerente en un hotel, luego de que informara a sus superiores que estaba embarazada.
El hecho generó una importante polémica en el ámbito de la opinión pública, más aún cuando también afloraron denuncias de mujeres que dijeron no haber sido contratadas por empresas del Parque Pesquero de la ciudad, dado que “dicen que no quieren contratar mujeres porque después quedan embarazadas”, según indicaron.
Teniendo en cuenta el concepto arcaico de que la mujer “debe permanecer en el hogar cuidando a la familia”, la configuración del universo laboral bajo dicho escenario tuvo un efecto directo en la falta de oportunidades de crecimiento: por ejemplo, según indicó recientemente la doctora en Filosofía Diana Maffía, fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología, “los diez años más complicados de la trayectoria laboral son entre los 25 y los 35 años, etapa en la que hay que competir muchísimo y dedicarse con mucha intensidad al trabajo científico”.
A ello, agregó que “la coincidencia con el período reproductivo de las mujeres hace que la mayoría postergue la maternidad o directamente no se la plantee”.

Cómo opera el “negacionismo”

Por otro lado, varios estudios señalaron la existencia, alcance y causas de la brecha de género en ciencia y tecnología en los últimos años.
“Hay menos investigadoras que publican menos, obtienen menos financiación y progresan menos en su carrera. Los datos apoyan la existencia de un sesgo del que algunos todavía dudan incluso dentro de la comunidad científica. ¿A qué se debe tal negacionismo?”, indica una reciente publicación de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología.
El estudio hace eco de lo enunciado por la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Teresa Valdés-Solís, quien sostuvo que “con este tema a los científicos nos cuesta mucho actuar como científicos, no como personas, y reconocer que nuestros sesgos son reales; cómo va a pasar esto si la ciencia es objetiva y los concursos de méritos son todos iguales, es imposible que mi juicio sobre un currículo dependa del género”,
El escepticismo “se diferencia del negacionismo en que, mientras que el primero pide evidencias, el segundo las rechaza. Esta actitud ya ha sido estudiada en relación con el cambio climático, el fracking, la evolución biológica y la energía nuclear. En 2015, un estudio en la revista The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science analizaba hasta qué punto la política domina las opiniones sobre ciencia. Sus autores mostraban que el partido al que votamos, nuestra ideología política, los valores personales y la religión desempeñan un papel fundamental para decidir qué hechos aceptamos y de cuáles dudamos”, agrega la publicación.

Objetividad y género

Sobre esto último, añade que “el negacionismo respecto a la brecha de género en ciencia y tecnología también ha sido analizado. Un trabajo publicado en 2015 en la revista científica PNAS reveló que los hombres son más críticos con los estudios que apoyan la brecha de género que con aquellos que la niegan”.
En el estudio “participaron más de 700 personas, hombres y mujeres, de las que unas 200 pertenecían a la comunidad científica. Cada voluntario leyó o bien el resumen de un artículo científico real que demostraba la existencia de una brecha de género en ciencia y tecnología, o bien un resumen modificado para negar dicho sesgo. En ambos casos, debían evaluar la calidad de la investigación que tenía delante. Los resultados mostraron una mayor falta de objetividad por parte de los participantes masculinos. Los hombres aceptaban los falsos trabajos ‘antibrecha’, pero eran mucho más críticos con aquellos que la defendían. Este sesgo resultó especialmente fuerte entre los investigadores”, consignaron.

Quiénes justifican el “sesgo” científico

Otro estudio, publicado en la revista Psychology of Women Quarterly, “indagó sobre cómo reaccionan hombres y mujeres ante las noticias relacionadas con la brecha de género en ciencia y tecnología. Para ello, el equipo de investigadoras de la Universidad Skidmore (EE UU) hizo aquello que nunca hay que hacer: leer los comentarios de internet.A partir de tres artículos con perspectiva de género publicados en The New York Times, Discover Magazine y IFL Science, analizaron 831 comentarios para determinar el sexo de su autor y su posicionamiento sobre el tema”, señalaron desde la Red, describiendo que “el trabajo contaba con limitaciones evidentes: es difícil determinar el sexo de los internautas y, además, estos solo son representativos de la parte de la población que escribe comentarios en internet; pero también extrajo estadísticas interesantes. Por ejemplo, que un 22 por ciento de comentarios justificaba la existencia del sesgo y, de ellos, entre un 79 y un 88 por ciento provenían de hombres. La mayoría (59,8%) utilizaba explicaciones biológicas para defender su argumento”.
También, “es cierto que la mayoría de los comentarios (67,4%) estaba de acuerdo con la existencia de una brecha de género, pero de estos solo el 29 por ciento pertenecía a hombres. Un 5 por ciento del total aseguró que había cambiado de opinión tras leer el texto y de esta minoría el 67 por ciento eran hombres. Por el otro lado, el 100 por ciento de los comentarios que mostraban gratitud por el estudio fueron de mujeres”.

Las carreras y los dominios de género

“Las mujeres son el 28% de los investigadores del mundo”, advirtió la responsable del Área de Investigación y Conocimiento de la Fundación “la Caixa”, Sonia Garcinuño, citando datos de la UNESCO en el informe elaborado por la Red. Los números, planteó, “pueden engañar si miramos carreras de dominio femenino como Biología, Farmacia y Medicina, cuando el problema está en Física, Matemáticas y las ingenierías”.
También si nos centramos en países más equitativos como España, donde las investigadoras alcanzan el 39 por ciento del total.
El caso de la Biología, con más de un 60 por ciento de biólogas, no refuta la existencia de una brecha.
“La gente vinculada a ciencias de la salud suele argumentar que hay muchas profesoras de Biología, pero no se fijan en que pocas llegan a catedráticas, rectoras o directoras de Organismos Públicos de Investigación”, lamentó la científica.
Sin embargo, la negación no es exclusiva de los hombres. “Muchas mujeres dicen ‘yo no me he sentido discriminada, yo quiero que me valoren por mi capacidad’. Luego te das cuenta de que no son así las cosas, que te valoran por tu mérito, pero luego tienes unas dificultades añadidas que ellos no tienen”, aseguró Valdés-Solís, citando como ejemplo los datos del CSIC, el mayor organismo público de investigación de España, que tiene un 35,7 por ciento de mujeres investigadoras, “pero la proporción no es la misma al ascender en la escala de poder”, recuerda.
En 2017, este organismo nombró a su primera presidenta en sus 78 años de existencia.

ÚLTIMAS NOTICIAS