LAS CONTRATAPAS LITERARIAS DE LA PÁGINA 16 MARCAN LA DIFERENCIA

No sólo con noticias se escribe un diario

Cuando allá por el 2004 se planteó el rediseño general de El Diario fue un desafío y una fuerte apuesta, ya que no sólo se modificó el logo, el diseño de tapa, el formato interior, la tipografía, sino que se hizo un giro en el criterio editorial mismo.
Con la nueva dirección de Marisa Rauta a partir de un emblemático 1 de Mayo de 2004, El Diario se transformó en un periódico moderno, apuntando a un nuevo lector, lanzándose al mercado provincial y nacional, pero también con un sello fuertemente personalista en la búsqueda de encontrar un medio, entro lo ideal y lo posible.
Dentro de todos esos cambios, una de las cosas que se decidió en aquellas reuniones de redacción ampliadas fue la de darle un lugar, dentro de cada una de las ediciones, a la filosofía, al relato mágico y a la ficción. De esta forma, y como algo revolucionario en los medios gráficos de la Patagonia, se le dedicó, desde ese momento y hasta el día de hoy, una página fija a la literatura.

El mejor equipo de los últimos 50 años

De esta forma, en los últimos 13 años pasaron por las “Contratapas” de El Diario, los más reconocidos y prestigiosos escritores de Chubut.
Tal vez, el más recordado, querido y añorado autor y compañero de sanos delirios de “la 16”, fue Roy Centeno, que con su columna “Cómo nos cambió la vida”, nos traía todos los miércoles un pedacito de pasado comparándolo, con esa prosa única, con este presente tan distópico. Un compendio de verdades literarias que pronto asomará incluso como libro.
Otro de los grandes escritores que pasaron por el diario fue Bruno Di Benedetto, quien tuvo tres ciclos en la contratapa, dos de ellos protagonizados por aquella familia tan disfuncional como memorable de los “Pérez Stromboli”, que tuvo dos etapas. Y el cierre, con la columna “Por las paredes”, donde Bruno, apoyándose en la canción de Serrat, hacía un repaso por los graffities que iba encontrando en su andar, y sobre ellos elaboraba interesantísimas reflexiones.
También las aguasfuertes tuvieron su lugar, de la mano de Fela Tylbor, la columna “Cosas que pasa” recopilaba historias reales, cotidianas, sencillas abarcadas con mucho humor; contando qué les pasa a las mujeres cuándo van a la ferretería, o cuando se cae la persiana, qué pasa con el amor, la escuela, los chicos, la vida.
Otra que también dejó sus palabras en blanco y negro sobre el diario fue la reconocida Élida Fernández. Con su inconfundible estilo, Élida nos acompañó desde la página 16 muchísimas semanas, jugando siempre con los significados y los sonidos como ella solo puede hacerlo.
Se destacaron también puestas sumamente interesantes desarrolladas por la autora seudónima Ethel Cristman, con contratapas memorables como “El amor es puro cuento”, encriptando historias reales de corazones y alcobas de la zona, en cuentos cortos y con desenlaces inesperados, o el “El mito de la Caverna” donde se estrujaban reflexiones a la luz del clásico de Platón, pero resignificando escritos de un habitante de una cueva cercana al parque industrial de pesquero de Madryn, un anciano que transcribía sus percepciones de una sociedad que vivía encandilada por destellos aparentes. Fue una de las primeras experiencias fuertes y reales de periodismo participativo que impulsó El Diario.
Se sumaron también en Contratapas espacios para revalorizar nuestros acompañanantes planetarios con la columna “Animalito ´e dios”, otras para pulsar nuestra finitud y pequeñez vinculada a las creencias, cosmología, astrología y astronomía con “Creer o Reventar” y otra vinculada a los pro y los contra de la convivencia humana-tecnológica denominada “Maldita Tecnología”, todas ellas generadas por redactores de piso desde la Redacción.

Por el record

Y sin duda, los más persistentes en la tarea de seguir capitalizando la contratapa del Diario, que al fin y al cabo, es la “otra tapa” son a la fecha, los autores Carlos Nacher y Javier Arias, quienes empezaron en aquellos primeros años y hoy continúan presentes galardonando las ediciones de los lunes, miércoles y fines de semana.
Javier Arias, con su “Historias Curiosas para contar en días de lluvia” mantiene una de las columnas semanales con más antigüedad dentro de los medios gráficos del país. Haciendo un esfuerzo de creatividad, todos los sábados nos trae las explicaciones más intrincadas de los hechos más banales, con un humor muy particular.
También fue el autor de la recordada columna de Cándido Rivera, un señor de unos setenta años, amigo de Cárdenas, quienes, durante muchísimos años, todos los miércoles, conversaron sobre los más diversos temas sentados a la mesa del ya desaparecido bar Mitos. De hecho, Javier mismo cuenta que había calado tanto el personaje en los lectores que llegó a recibir cartas y llamados telefónicos dirigidos directamente a él, como una persona real.
El caso de Nacher es muy especial, se trata de uno de los artistas más pro activos y fructíferos de la Patagonia, tanto desde la música, como de la pintura y de la literatura y viene firmando sus cuentos en El Diario desde hace años.
Hacer un repaso de todas las sagas de este prolífico escritor es una tarea titánica, afortunadamente la mayoría de ellas luego se fueron transformando en libros.
Debe haber sido el primero que abrió la puerta de aquel antiguo local de la 25 de Mayo, ya que empezó a escribir en el Diario en 1998, “me publicaban en cualquier lugar del diario”, señala memorioso, pero fue en octubre de 2004 cuando comenzó a publicar en la contratapa de los martes. “Publiqué muchos cuentos y varias novelas por capítulos”, los que luego se convirtieron en libros editados, como ser “Corazones de piedra”, “Ciudad yogur”, “Dos ferroviarios en apuros”, “Winco”, “Carlos Bonette”, “Rebelión de uno”, “Sapoman vs Faceman”, “El caminante binario”, “La maldición de Paxatetl”, “Tres novelas cortas”, entre otros. Y hasta se dio el lujo, en su calidad de maestro en las escuelas de Madryn, de incluir a autores entre 10 y 14 años

Sigue la apuesta

Y hoy, veinte años después, El Diario sigue manteniendo esa puerta abierta de par en par a la literatura, a la creación y a la imaginación. Como es el caso de los nuevos aportes de Alejandro Lodes, un autor joven surgido del entramado que permite su ciberoficio, nuestro más reciente `contador´ en Contratapas. Porque entiende que los lectores no sólo se alimentan de las noticias de política, de deporte, de judiciales, sino que se necesita también darle vida a nuestro espíritu y pulsar ese botoncito oculto que permite la imaginación, cuando echada a volar en el blanco papel.

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