MIENTRAS CHUBUT SIGUE EN EL AIRE DE LA CRISIS, NACIÓN EMPIEZA A VOLAR A ÁFRICA. SUBIRSE A UN PLAN PRODUCTIVO VINCULADO, UN PASAJE ABIERTO A CONSIDERAR. EL HAMBRE AJENO, DESTINO BUSINESS

Enfocando la imaginación

Por Juana de Arco*

Faltan seis días hábiles para que entremos en 2018 y lejos de hacer un balance típicamente optimista como el manual del buen político lo indica, en Chubut suenan más incertidumbres que villancicos.
Mariano Arcioni sigue luchando para alinear las intendencias, los diputados, los gremios, y sus ministros tras los anuncios acuerdistas que generaron un simbronazo en la estructura del poder. “La crisis se entiende, lo que no se entiende es la metodología de shock”, apuntó un experimentado referente peronista que ha visto por mucho menos salir por la banderola a algún que otro mandatario. No son ni los mismos escenarios, ni las mismas realidades por supuesto, pero la historia de un territorio sirve para tomar nota, afirma el hombre. Sin el Acuerdo Fiscal ni el ajuste prometido en la Rosada con formato `Acuerdo Ciudadano´ legitimados por el legislativo aún, y sin haber podido cumplir con las manos de sus legisladores nacionales para el voto, aunque sí evitar el `en contra´ y facilitar el quórum en la aprobación de la batallada Previsional, -entrevero por el cual Nación le está contando las costillas a los líderes provincianos-, la cosa se presenta difícil. Más allá de la foto masiva, con ese puñado de desavenencias propias, todo indica que el Gobernador deberá volver a Buenos Aires a intentar labrar el final de este año y el principio del próximo en términos financieros, jugando a puro carisma, enfocando la imaginación y sobre todo reforzando sus vínculos políticos nacionales. Cómo si fuera poco, el punto de inflexión cae 31, fecha en que se cumplirán dos meses de la partida de Das Neves. O sea, daría la impresión que ni los Reyes son tres y mucho menos magos, ni Santa pasa por esta ajustada chimenea chubutense este año.

Volando a África

Y mientras el mayor consenso ciudadano es la preocupación generalizada, hay debates subterráneos en la Provincia que ayudan a distender el presente, pero que sobre todo ayudan a ejercitan un poco el músculo de la reflexión aunque sea a través del humor o la sorpresa, a los auscultadores mediáticos que sudan por el pajarito azul. Como decía el genial Mark Twain, lectura obligada del Gran Comandante: “No puedes confiar en tus ojos cuando tienes la imaginación desenfocada”.
Es que causó más de un comentario la información que derramó este diario sobre la nueva ruta aérea que unirá Buenos Aires con Etiopía, o sea Argentina con África. Fue cuando el ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, se reunió con el gerente regional de Ethiopian Airlines, Girum Abebe, para concretar los detalles de los cinco vuelos semanales que piensan lanzar, y cuyo vuelo inaugural llegará el jueves 8 de marzo a cargo de una tripulación solo de mujeres, y el propio Ministerio de Turismo lo dio a conocer.
“¿No serán muchas frecuencias?”, se preguntó una mente alerta activando las más variadas y desopilantes opiniones que vistas desde la lógica turística, resultan por lo menos válidas.
Pocos o casi ninguno sin embrago se preguntó en todo caso ¿para qué Cambiemos promueve esta autopista aérea?, interrogante imprescindible desde la lógica política. Y como en Chubut hace falta menos turistas y más políticos, vale la pena profundizar en el tema.

Ninguna sanata

Según una capriata amiga tan border como frecuentadora de la peatonal del mundo, la cosa no es para nada una bobada macrista, ni una excentricidad mediática. En mayo de este año, buscar inversiones en infraestructura, equilibrar la dispar balanza comercial, arreglar las cuentas por las represas negociadas durante el kirchnerismo y abrir una puerta con Asia, fueron los argumentos que coparon los medios explicando las finalidades del viaje de Mauricio Macri a China. Dicen sin embargo, que a muchos se les escapó la tortuga. Uno de los principales objetivos del viaje y un interés central de la presencia oficial en China habría obedecido a la intención de Argentina de convertirse en proveedora de alimentos del continente que más dificultades tiene en conseguirlos: África.
Así lo dijo, tan a las pasadas que nadie lo registró, el siempre activo y locuaz embajador argentino en China, Diego Guelar, en una de las tantas entrevistas que concedió entonces, en los que volvió a la gloria de sus días de embajador durante el menemismo.
“Hay un acuerdo de cooperación alimenticia de China con África, donde Argentina puede triangular abastecimiento de alimentos en concreto, pero además participar de desarrollo productivo por vía tecnológica”, explicó el diplomático, en referencia a la aplicación y a la venta de tecnología agropecuaria, que será fundamental si África en algún momento quiere despegar en la producción de alimentos.
“Así Argentina, asociado con China, llegaría a África“, lo resumió Guelar, ante los medios argentinos que lo ignoraron, obnubilados por las luces de las promesas de inversión china y el mercado gigantesco. Y lo reafirmó Macri mientras aprendía a usar los palitos, “queremos dejar de ser granero del mundo para ser supermercado del mundo, y agregarle valor a las materias primas”. Y más tarde agregó que hoy Argentina “es un gran productor de alimentos” capaz de cubrir la demanda de 400 millones de personas, pero buscará “duplicar la producción en los próximos años”. Es que China tiene algo más de 1.300 millones de habitantes. Sin embargo África, tomada como un todo, le pisa los talones, y ya superó los 1.200 millones de habitantes.

Conexiones y lógicas

¿Pero hacía falta ir a China para llegar a África? Sin dudas. El gigante asiático es el primer socio comercial de la región, y en la última década unas 2.500 empresas chinas se instalaron en África, de donde extraen las materias primas para sus gigantescas industrias. De la mano del comercio, hoy más de 2 millones de chinos viven en el continente negro, tal como lo detalla Business Insider.
En 2015, China y África firmaron un acuerdo que convirtió formalmente su relación en “asociación estratégica integral”. Esto incluye cooperación comercial, política, cultural, financiera y hasta en materia de seguridad.
En enero de este año, la primera gira del canciller chino, Wang Yi, fue a su aliado estratégico. Sí, África. Como señal de su amistad, durante las dos últimas décadas el primer viaje del año de cada canciller chino fue al continente negro.
Pero las relaciones se convirtieron en lo que el menemismo llamaría “carnales” cuando hace dos años se celebró en Johannesburgo, Sudáfrica, el primer Foro de Cooperación China-África, en el que estuvieron 50 presidentes del continente junto al mandatario chino, Xi Jinping.
Allí Beijing anunció 10 planes para la cooperación con África en tres años, respaldados por un financiamiento de 60 mil millones de dólares. Y hasta julio de 2016, ya habían firmado un total de 245 acuerdos de cooperación por un valor de 50 mil millones de dólares, y en lo que va de 2017 fueron en aumento.
Esos acuerdos entre los dos socios incluyen campos tan variados como la puesta en funcionamiento del ferrocarril Addis Abeba-Yibuti, el avance en la línea Mombasa-Nairobi, el desarrollo de parques industriales, zonas económicas especiales y hasta la construcción de una base militar china en Yibuti, un pequeño país ubicado en el Cuerno de África, la zona con más hambrunas del planeta.
Esa será la primera base militar que China construya fuera de su territorio. Todo un mensaje al mundo, y un guiño a sus socios. En medio de esa relación floreciente, África tiene una necesidad creciente de alimentos que China dudosamente pueda proveer. Una necesidad que nuestro país aspiraría a ayudar a resolver, tanto como sus problemas de caja, cuyos planes de financiamiento y toma de deuda ahora sobrevuelan Asia. Un poco de info que ayuda a entender un poco más la importancia de la nueva ruta aérea, aunque a decir verdad, cinco frecuencias probablemente sean pocas, no?

*Soy Juana de Arco, amiga de Juan de la Sota, fiel del Furia, seguidora de la Sombraonline y ceniza de tantos…

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