EL GOBIERNO SIGUE APOSTANDO A LA FÓRMULA DE LA POLARIZACIÓN MODELO K O MODELO CAMBIEMOS. LA TEORÍA DEL ENEMIGO INTERNO DESESTABILIZADOR Y EL REARMADO INCIPIENTE QUE ENSAYA EL PERONISMO. LAS PRUEBAS QUE VIENEN: LOS TARIFAZOS Y LA VENIDA DEL PAPA A CHILE

Desvelos de verano

Dicen que el Gobierno sigue realizando un inventario de daños que le permita determinar cuál fue la magnitud del costo político que le causó la sanción de la ley de reforma previsional a la figura de Mauricio Macri. Todo esto antes de la no menos polémica reforma laboral que se avecina. Los operadores de la Casa Rosada trabajaron en los últimos días exitosamente para que no circularan en la mayoría de los medios, información sobre el descenso de la imagen presidencial. Los números que manejaría por ejemplo la AFI serían de no menos de 6 puntos de caída. Y una importante cantidad de consultoras hablan de hasta 10. Como es sabido, lo que importa en estos casos no es tanto el número del descenso sino si se mantiene o aumenta en el tiempo. Mientras tanto, la comunicación oficial apuntó directamente a un objetivo: instalar que la violencia de los grupos activistas en las calles más algunos saqueos en el conurbano, serían parte de un plan golpista de alcances mayores. Pero en la selección del enemigo el oficialismo no cambió: le apunta directamente al kirchnerismo como la central desde la cual se digitarían los focos de violencia. O sea, una forma de mantener funcionando la misma estrategia vigente desde el 2015 pero con otros matices. Es decir, darle a la clase media a elegir entre Cambiemos o el retorno al pasado representado por CFK.

El enemigo interno

Lo importante es que no surjan nuevas alternativas para que Macri pueda asegurarse la reelección compitiendo contra ella, porque el cristinismo carece de figuras de relevo. Lo cierto es que el nuevo espectro de grupos violentos es sumamente heterogéneo y, si bien hay cristinistas, cada vez se destacan más sectores que se fueron independizando de los movimientos sociales importantes y del mismo kirchnerismo, para emprender un camino por su cuenta.
En este cuadro actual, la expresidenta optó por el silencio y no replicó las acusaciones de golpismo. Su mermado estado mayor (ahora con Carlos Zannini y Héctor Timerman entre rejas) está atento a lo solicitado por los fiscales federales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques, que ya pidieron la elevación a juicio oral y público de la causa en la que se denuncian irregularidades en la adjudicación de obra pública por parte de la ex presidente Cristina Kirchner, del ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, del empresario Lázaro Báez y otra decena de personas.
Los fiscales consideraron cerrada la investigación y presentaron un dictamen al juez federal Julián Ercolini, pidiendo que la causa pase a un tribunal oral para el juzgamiento de los acusados por los delitos de asociación ilícita y defraudación contra la administración pública.
En caso de resolver rápidamente los planteos que pudiera realizar la defensa, CFK podría enfrentar su primer juicio oral parapetada detrás de sus fueros en el Senado.
La “doctrina Pichetto”, apoyada por el PJ, el PRO y la UCR, sostiene que sólo procedería el desafuero en caso de una sentencia firme. Es decir que no alcanzaría con el juicio oral sino que habría que esperar la resolución de la apelación que seguramente presentará la defensa ante la Cámara de Casación.
Sin embargo, un primer juicio oral a la expresidenta exiliada en el Senado sería un hecho político importante, y la dirigencia peronista estaría obligada a fijar su postura.

El peronismo se activa

Entretanto, dice Carlos Tórtora, experto en miradas y miramientos, que los episodios de violencia de la semana pasada, sumados a la crisis de la CGT, la asunción de una nueva conducción del PJ bonaerense, la realineación de Sergio Massa más cerca del kirchnerismo y el incómodo rol de los gobernadores yendo al Congreso a presionar a sus diputados para que votaran a favor de la reforma previsional, marcaron un contexto de cambio político en la principal fuerza opositora que va a alterar desde ya el escenario nacional.
Hasta ahora, el macrismo se manejó con un esquema dual: por un lado, se esforzaba por mantener viva la confrontación con CFK para que ésta siguiera siendo la figura central del peronismo, cargando con su mochila de causas por corrupción y el hartazgo de una dirigencia que es consciente de que hace falta renovación. Por el otro, el Gobierno siempre se ocupó de contar con el apoyo de sectores del peronismo que le aseguraran no sólo votos para legislar, sino una base de sustentación electoral de properonistas. Lo primero, la polarización con Cristina sigue en pie. Lo segundo está en crisis.
Para empezar, Massa empezó a entender claramente que Macri lo iba relegando como principal interlocutor peronista sustituyéndolo por los gobernadores, y entonces volvió al plano opositor. La liga de intendentes del conurbano, por su parte, consiguió tomar la conducción del PJ de Buenos Aires con Gustavo Menéndez como presidente, y allí conviven cristinistas y poscristinitas. Tanto el massismo como la liga de intendentes siguen profundizando sus lazos con María Eugenia Vidal, pero se alejan lo más que pueden de Macri y su entorno.
Así es que, para asegurarse la gobernabilidad, la gobernadora mantiene cerca a casi todas las franjas del PJ, mientras que los ortodoxos, con Marcos Peña y Durán Barba a la cabeza, insisten en que Cambiemos debe eludir el abrazo del oso con el peronismo.
Como es obvio, el Presidente está obligado a hacerse el distraído ante los acuerdos de Vidal con la dirigencia peronista, porque el control de Buenos Aires sigue siendo fundamental para un partido como el PRO, que sólo gobierna allí y en la Capital Federal.

Punto de inflexión

El cambio, en las expectativas después de la crisis por la reforma previsional, es bastante marcado. El peronismo percibe que el malestar social ya pasó a la clase media, que volvió a las cacerolas, y se espera entonces el comportamiento de varios indicadores. El primero son las mediciones, a ver cómo evolucionan. Otro es qué efecto tendrán los tarifazos de gas y electricidad cuyas facturas empezarán a llegar en febrero. Por último, hay bastante expectativa por lo que diga el Papa sobre Argentina en las próximas semanas, probablemente durante su visita a Chile el 15 del mes que viene. Hecho éste que, dicho sea de paso, agitaría profundamente el conflicto mapuche.
Los sindicalistas, por su parte, no dudan que la CGT tuvo en esta última crisis un rol casi tan deslucido como los gobernadores peronistas y que tanto la CTA como el sindicalismo de izquierda van ganando terreno ante una central gremial de perfil difuso. A su vez, las presiones judiciales sobre Hugo Moyano y varios secretarios generales de gremios podrían debilitarse si los indicadores muestran a un Macri en baja y con la calle convulsionada. La justicia federal refleja las ecuaciones de poder con mayor precisión que un barómetro y el principal capital político de Macri consistía en que prácticamente nadie dudaba de su reelección. Hoy, hasta el comportamiento del dólar está dando señales de alerta. Otros protagonistas importantes en este proceso de agitación social son los movimientos sociales, donde están apareciendo nuevos referentes, como el diputado nacional Leonardo Grosso o el amigo del Papa Juan Grabois, que no responden a Emilio Pérsico, Fernando “Chino” Navarro, Edgardo Depetris ni Luis D’Elía. Los nuevos dirigentes sociales no quieren hacerse cargo de la herencia de la década K y a su manera son poscristinistas.

Cada vez se jugaría más fuerte

En síntesis, si el Gobierno no consigue resultados económicos rápidos y se profundiza entonces la actual tendencia, cada vez le serían menos útiles al oficialismo los gobernadores cautivos y una CGT colaboracionista, porque la dirigencia peronista, para conservar su mercado electoral, se mostraría progresivamente más opositora.
Desde ya que esto no obsta para que continúe aumentando la lista de habitantes kirchneristas de Ezeiza y Marcos Paz. La detención de Cristóbal López encierra un mensaje para muchos empresarios que estuvieron estrechamente vinculados a los negocios que orquestaba Julio De Vido, que por algún motivo amenazó con hablar y finalmente no lo hizo.
En el ámbito de la justicia bonaerense, donde las presiones políticas se hacen sentir más aún que en Comodoro Py, cada vez se habla más de que la denuncia que iniciara Elisa Carrió contra Daniel Scioli por enriquecimiento ilícito y lavado está madurando rápidamente. El fiscal platense Álvaro Garganta trabaja intensamente y reunió abundante material probatorio que evalúa la jueza Marcela Garmendia. Scioli se ausentó las sesiones para tratar la reforma previsional en lo que habría sido un esfuerzo desesperado por congraciarse con el Gobierno. Su procesamiento y detención serían un poderoso factor de distracción en un verano tenso. El ex motonauta es un solitario y no cuenta con la solidaridad de CFK y tampoco con el respaldo del peronismo moderado. Lo relevante del caso Scioli es que podría ramificarse hacia una serie de intendentes y convulsionar la primera línea del justicialismo bonaerense.
Al Gobierno le llegó ahora el tiempo de testear si sigue siendo válido su principal recurso: confrontar a la sociedad con la década K para salir ganando en la comparación. Hasta ahora esta fórmula dio resultados extraordinarios.

Fuente: IF, CT.

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